—¿Y tu exnovia no tenía esas características? —preguntó.—Sí, tenía muchas, es una gran mujer, el hombre que se quede con ella, ganará a una gran esposa —comentó con naturalidad y confianza.—Bueno, ¿y por qué la dejaste?—No es la mujer a la que llegaré a amar con todas mis fuerzas.—¿Un hombre como tú cree en el amor?Luciano la observó impresionado.—¿Crees que no soy un hombre capaz de amar con entera pasión a una mujer?—Bueno… creía que eras un hombre de negocios.—¿Y eso me hace un ser frío y sin sentimientos? —observó a Emely con la gracia que tiene una persona al observar a un niño.—Bueno, no, pero… —se ruborizó en gran manera—, no sabía que eras así
La velada transcurrió sin mucha emoción, era como Ian había informado: sería aburrido.Se habló sobre lo recaudado para la fundación y se elogió la participación de ciertas empresas y se les pidió a varios empresarios que salieran a dar unas palabras, entre esos, estaba Luciano, que iba en representación del grupo Walton, por lo dicho, eran los que más habían donado la mayor suma de dinero para la fundación.Las palabras que dijo fueron bastante hermosas, aunque se notaba que las había repasado tanto que se las aprendió de memoria, también llevaba unas líneas de apoyo y por momentos bajaba la mirada para revisarlas.—Siempre donan monstruosidades de dinero a la fundación —comentó Ian a Emely, cuando Luciano hablaba en el escenario—. Son populares por eso.—Me parece un bonito gesto —soltó
Un mes después de la velada, Luciano volvió a mudarse del país, regresó a Canadá por negocios y Emely no supo de él por años.Seis meses después de la boda de su madre, Emely se mudó al apartamento de Ian, ya que le quedaba cerca de la universidad.Al principio, solo se quedaba a dormir en la semana para poder aprovechar la comodidad del lugar y así poder estar más concentrada en sus quehaceres. Los fines de semana estaba en la casa de su madre, yendo a los planes que hacían en familia.Pero, cuando vio que ellos ya comenzaban a hacer planes donde no estaba incluida y, cuando preguntaba por qué no le avisaron y le contestaban “pensábamos que no tenías tiempo, estabas con Ian”, comenzó a entender que lo mejor era quedarse del todo en un solo lugar.Entonces, decidió mudarse con Ian.Al principio, todo era emocionante y a
Luciano había vuelto al país a mediados de agosto, cuando comenzaron las lluvias de fin de año.Emely lo supo porque Ian volvió a hacer revuelo sobre su llegada. Era un hombre raro, de esos que olvidan el pasado con el paso de los años y hace como si nada hubiese ocurrido. Aunque, ella misma se había olvidado de esas conversaciones ingenuas que tuvo con él sobre el futuro y el amor verdadero.Para ese tiempo, Emely solo sabía pensar en que el grupo Walton había comprado la agencia de publicidad, así que ahora era su jefe. Era como una broma de la vida, porque él en el pasado le dijo que deseaba que trabajaran juntos y ahora era una realidad.Tenía una reunión a primera hora de la mañana, donde se reuniría toda la junta directiva y debería ver a Luciano después de tantos años.Así que se vistió bastante formal y decidi
Las chicas llegaron a la entrada de la sala de reuniones y vieron que los empleados ya estaban entrando y algunos hablando entre ellos.Vieron que un grupo de hombres comenzaron a acercarse desde el pasillo que conducía a los ascensores. El administrador los acompañaba y hablaba con uno de ellos.Emely los observó con detenimiento e impresión. Luciano era el hombre con el que el administrador hablaba.Y entonces, Luciano logró verla y desplegó una gran sonrisa entusiasmada, botando aquella seriedad que estaba cargando segundos atrás.—¡Emy! —soltó.El grupo de ejecutivos con los que venía Luciano buscaron con la mirada a la chica. Los compañeros de trabajo de Emely voltearon a verla. Y ella, bueno, ella… sintió que su corazón palpitó con tanta emoción y alegría como por años no lo hacía.—Luciano —saludó y mostró una sonrisa temblorosa en el rostro.El hombre caminó a pasos apresurados hasta ella y la rodeó con un gran abrazo.—¡Cómo estás de grande, Emy! —dijo entre una risa de emoci
La señora Rebeca de Walton era una mujer bajita, con porte de esas mujeres que saben que tienen el poder.Al principio, cuando le presentaron a Emely a la señora, sintió que le intimidaba, sin embargo, después que las dos se sentaron a la mesa y conversaron un poco, notó que era una mujer seria, pero con mucha humildad.Le sorprendió cuando ella la llamaba por su nombre con muchísima naturalidad, como si estuviera acostumbrada a decir su nombre.—Ian nunca había durado tantos años con una mujer —le comentó la señora Rebeca—. Debes hacer que se case contigo pronto.Emely sonrió con amabilidad, pero los ojos miel de la señora, llenos de arrugas, la inspeccionaron.—¿No te quieres casar con él? —indagó.La joven se sorprendió por aquella pregunta.—Bueno… siento que estoy bastante joven para casarme —respondió.Rebeca desplegó una sonrisa de satisfacción.—Claro, te sientes joven, trabajando y sintiéndote independiente. Estás en un momento de tu vida donde solo piensas en ser libre y cum
Deseaba preguntarle a Luciano si quería acompañarla a la habitación, pero le daba temor que se negara y pasara una gran vergüenza, así que se limitó a sonreír y después se alejó al interior de la cabaña, para poder subir por las escaleras a la segunda planta.Al llegar a la segunda planta, entró a la habitación principal, cerró la puerta con seguro y caminó por la habitación, sintiendo una desilusión por no haberse arriesgado a preguntarle a Luciano si la acompañaba.Por Dios, Emely, habría sido una locura —pensó—. ¿Cómo se te ocurre ser tan lanzada?Lo que Emely no imaginaba era que Luciano también estaba en ese momento pensando en que estaba dejando pasar una gran oportunidad.Estaba ahí, en el pasillo, observando su copa de vino, pensando qué probabilidades había en poder subir, tocar a la puerta y comerse a besos a Emely. Ella le había dicho que estaría sola en el cuarto, que nadie iba a molestarla y mucho menos Ian la buscaría en todas esas horas.Prefirió correr el riesgo y se a
Los gemidos de Emely eran música para sus oídos: escuchar cómo le encantaba que su lengua jugara en su vulva. Ella se retorcía de placer y masajeaba sus dedos en su cabello y lo llamaba por su nombre.Estaba completamente desnuda, dejando que Luciano por fin pudiera ver sus fantasías hechas realidad.Emely se sentía bastante excitada y lo demostraba por sus gemidos y cómo retorcía su cuerpo.Luciano se deslizó por la cama, quedando encima de la joven, hizo que abriera las piernas para poder masajear su miembro en su vagina.—He deseado esto por años —le susurró al oído—. Lo he fantaseado muchas veces.—Yo también —jadeó Emely.Lentamente, se introdujo dentro de ella. Al principio, Emely cerró los ojos y soltó un pequeño grito de dolor, después, cuando ya todo estuvo dentro de ella,