Capítulo 36

Sin embargo, la magia desapareció en un santiamén cuando Felipe rozó los pechos de su esposa. Estaban demasiado sensibles desde hacía unos días, y la corriente eléctrica que sintió con ese simple roce fue demasiado para Ángela. Excitante, sí, pero inesperado para sus entrañas.

Se separó de su esposo de un empujón, aunque no lo suficiente porque, cuando intentó salir del lecho, Felipe se lo impidió.

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