-Perdona, no quiero ser maleducada, pero no estoy acostumbrada a que me abracen personas que apenas conozco.
-No pasa nada, a veces no puedo evitar ser tan efusiva –se disculpó la mujer.
Parecía un poco conmocionada por el rechazo que acababa de sufrir, como si nunca le hubieran pasado cosas así.
Sin embargo, la magia desapareció en un santiamén cuando Felipe rozó los pechos de su esposa. Estaban demasiado sensibles desde hacía unos días, y la corriente eléctrica que sintió con ese simple roce fue demasiado para Ángela. Excitante, sí, pero inesperado para sus entrañas.Se separó de su esposo de un empujón, aunque no lo suficiente porque, cuando intentó salir del lecho, Felipe se lo impidió.
Mientras se duchaba intentó ordenar sus ideas. Todo lo que estaba pasando parecía tan inverosímil. No entendía porque Felipe había puesto sus ojos en ella. Ayer, cuando conoció a Aurora, un pensamiento apareció de la nada y no hacía más que torturarla; se había sentido tan insignificante entonces, muy poco femenina, y ella no era esa clase de persona. Siempre había estado segura de la mujer que era. ¿Qué le estaba pasando?Le hubiera encantado irse de luna de miel. Eso hubiera significado más días
De camino a casa, a Ángela la venció el cansancio y terminó durmiéndose. Había sido un día ameno y... había conocido mejor a Felipe. Se despertó un poco antes de llegar a casa de los Cruz. Ángela se ruborizó al darse cuenta que se había quedado dormida. Seguramente Felipe estaba tan cansado como ella y, para amenizar el regreso, debería haber entablado una conversación con él. Se disculpó, pero su esposo no se lo reprochó, al contrario, le dijo que era bueno que durmiera, tanto para ella como para el bebé. Al abrir los ojos, Ángela ya no estaba de pie abrazada a su esposo, sino tumbada, prácticamente desnuda y con Felipe sobre ella besándola ardientemente. Por un momento todo lo que la rodeaba había desaparecido, así de intensas eran las sensaciones que ese hombre le producía, y aunque no era la primera vez, hoy se sentía más susceptible que nunca. Así que ser consciente de eso la asustó e intentó incorporarse, pero la fogosidad de Felipe se lo impidió y se sumergió de nuevo en esas maravillosas sensaciones.A FelCapítulo 39
Y se lo contó todo.No supo porque. Quizás porque estaba cansado de cargar con esa carga él solo, la cuestión era que ahora su hermana también conocía la situación en la que se encontraban, y peor aún, el motivo por el que había decidido seducir a Ángela.Por un momento el semblante de Patricia no parecía culparlo, pe
Después de una cena tranquila con sus hermanas, su cuñado y, por supuesto, de pasar tiempo con Cristina, regresó a casa de los Cruz.No le apetecía nada volver a ese lugar, sentía que se dirigía a la cueva del lobo. Los días que había vivido allí habían sido únicamente una ilusión.Cuando entró, el ambie
Felipe no supo cuanto tiempo estuvo de pie mirando a su esposa, sintiendo su suave respiración. Quería dormir a su lado, sentir su calor, pero si la despertaba...Por alguna razón que no llegaba a comprender, le urgía que todo volviera a ser como antes. Hasta ese momento no había pasado por su cabeza que Ángela pudiese buscarse a otro hombre, después de todo, ya conocía la pasión. Y sólo de imaginarla en brazos de otro, la sangre comenzaba a hervirle.
Gabriela estaba esperándola en un pequeño restaurante del centro de la ciudad. Intentó disimularlo, pero no le pasó desapercibida su cara de sorpresa cuando la vio llegar con Felipe.-¿Llevas mucho tiempo esperando?-No, acabo de llegar –desvió la mirada hacia Cruz-. Hola, Felipe.