-¡Ángela, Ángela! –escuchó mientras la sacudían con suavidad pero firmeza.
Al abrir los ojos, se encontró con el rostro de Patricia, pálido y angustiado.
-¿Qué...
Se levantó de la cama, la cercanía de Felipe era demasiado abrumadora, y caminó hacia la puerta dándole la espalda a su marido.-Me importas, Felipe, mucho –aseguró con ímpetu, sino lo tenía cerca era más fácil hablar-. Estoy asustada, tengo miedo que rechaces mi...-Bueno, ya estamos aquí –exclamó la se&n
¡Tres meses! No podía creer que su pequeña Esmeralda fuera a cumplir tres meses. Mañana se reunirían para celebrarlo. Una pequeña reunión familiar como hicieron con su sobrina Cristina.Felipe había insistido en contratar una nana para Esmeralda, aunque ella estaba decidida a ocuparse de su hija en todo lo que pudiera. Al final, la habían contratado, una agradable mujer, Rosa, pero aún así Felipe estaba contento que hubiera decidido quedarse en casa para ocuparse de su hija, y es que seguía preocupado por su salud despu
Agapea, principios de Noviembre de 1990Tenía tantas ganas de ver a su familia que últimamente los eventos sociales a los que estaba acostumbrado a asistir habían comenzado a aburrirle. Ni siquiera las bellas damiselas que revoloteaban a su alrededor conseguían entretenerlo.¡Seis meses! ¡Más de seis meses fuera de casa! No era de extrañar que estuviera tan entusiasmado por regresar.
Agapea, Febreto de 1991 Todo el que se preciaba debía vivir en uno de los barrios más fastuosos y antiguos de Agapea, una ciudad del noreste de España. "Las dos torres", al oeste, y "Los castillos", al este, eran dos de estos barrios, y estaban separados por el parque más grande de la ciudad: "El parque de Agapea". Los Cruz eran una de esas familias. Nadie podía negar la influencia que tenían y el cuantioso patrimonio que poseían. Sin embargo, un gran infortunio estaba a punto de instalarse en el hogar de esa familia.
-¡Vamos a llegar tarde! –se quejó Dora Cruz-. Tu hermana está impaciente y yo igual. Queremos conocer a Ángela Paredes. Supongo que ya sabes que apenas se deja ver. Si nos retrasamos más tiempo, habrá tanta gente que será muy difícil verla. ¡Tenemos que darnos prisa!Dora Cruz había irrumpido en la habitación de su hijo y no dejaba de caminar de un lado a otro, impaciente. Él también quería conocer a Ángela Paredes y estudiarla detenidamente, pero no iba a mostrarse ansioso. Así que, con extrema lentitud comenzó a colocarse la corbata. Felipe se había decepcionado un poco al conocer a Ángela Paredes. Era una muchacha inocente y, hablando en plata: una mojigata.Sin embargo, al contemplarla, una atracción hacia ella no dejaba de aumentar por momentos. Sus gestos, sus ojos, las angelicales facciones de su rostro y, sobre todo, su afán por deshacerse de él habían despertado una sensación extraña de explicar.Seguramente estaba enfadada por sus críticas hacia la primera fiesta que celebraban loCapítulo 3
La aludida hizo un gesto a su invitada para que se levantara.-Es hora de irnos –susurró-. Sólo yo conozco esto, espero guardes el secreto –le pidió mientras se acercaba al único trozo de pared que no estaba cubierto por libros.Alargó la mano hacia la estantería de la izquierda e hizo el ademán de coger un libro. Sucedió como en las películas, el muro se deslizó hacia arriba, dejando a la vista un pasillo en penumbras. Felipe revisaba los últimos informes que le habían llegado. Daba por perdido desposarse con Ángela Paredes. Una chica inocente como aquella no era para él. Entonces, ¿por qué no podía sacársela de la cabeza? La respuesta era obvia: quería pasar un buen rato con ella. Nunca cambiaría, siempre sería un libertino incorregible.Cuando llegó al comedor, después de que Richard le avisara que la cena ya estaba lista, encontró a su madre, muy alegre, verificando que la mesa estuviera perfecta.-¿Ha pasado alCapítulo 5