Capítulo 30

¡Cómo le hubiera gustado asegurarse que Ángela estaba bien!

Más agotado que de costumbre se dejó caer en la silla de su despacho. Apenas llevaba unos minutos allí cuando su madre irrumpió en la estancia hecha un basilisco. En pocas ocasiones la había visto así.

-¿Qué demonios estás haciendo, Felipe? ¿Por

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