— ¡El rímel! —grita exasperada Paola.
— ¡En el estuche que está en mi cama! —le ayudo, como siempre ella ni se acuerda donde deja las cosas.
— ¡Muchas gracias! Has salvado mi cordura y mi súper mega nota en la exposición de hoy— escucho sus pasos hasta mi habitación.
—Esa se perdió hace tiempo. Y debes de saber que no puedes dejar tirado en cualquier lugar los maquillajes, siempre pasa esto cuando tienes exposición o algo importante — la regaño. —Debes de ser más ordenada con eso.
—Hagamos un trato, tú ten los maquillajes en tu cuarto y yo cuando los necesite solo llego hasta allá. Así dejo de estar detrás de ellos. Ya he perdido miles de brochas por andar de despistada.
—Me parece una buena idea.
Tomo otra cucharada del cereal Choco Safari con leche. No es la hora del desayuno y no es la hora de la cena. Son las tres y quince minutos de la tarde, no tuve clases, es por eso que llegué tan temprano a la casa y, como normalmente me sucede, me dio hambre. No quise preparar nada así que esto fue la mejor opción.
Mi cabello está en un moño desarreglado, llevo puesto un pantalón holgado, una blusa de tirantes azules y unas lindas medias de color rosado adornan mis pies. No pienso volver a salir y mucho menos en tener visitas. Si hipotéticamente alguien viniera tampoco es que me iría a cambiar. Estoy muy cómoda de esta manera.
Y si viniera Gabriel...Él es otra historia. A él ni le abro la puerta, prefiero dejarla cerrada y con llave. Y hablando del Rey de Roma; me crucé con él en la universidad, yo sé que él me vio, lo noté, lo sabía. Sé que también quiso acercarse, pero me di la vuelta y me escondí en el baño de mujeres hasta que se cansó y se terminó yendo a clases.
Un tanto cobarde mi reacción, pero aún siento unas ganas de ahorcarlo y asfixiarlo tanto que prefiero alejarme de él. Quiero que aclare lo sucedido, no lo niego, pero que lo haga cuando yo esté tranquila y quiera escucharlo. Con estas emociones a flor de piel no puedo ser una persona sensata.
Cabe mencionar que no le he contestado ni sus llamadas ni sus mensajes, de los cuales han sido bastantes.
Mi único consuelo es que dentro de dos días es el concierto que me invitó Diego, allí podré olvidar por unas horas toda esta locura. Aunque sea por unos momentos. Antes quería ir sólo para relajarme, pero desde ayer... Quiero irme de la realidad un tiempo.
— ¿En qué piensas? —cuestiona Paola, llegando al mesón de la cocina, justo dónde estoy sentada, mientras ella acomoda unas cosas de su cartera.
—Que tú si estas sexy, vale—bromeo.
Ella se ríe y da una vuelta entera. Yo, para alegrar la situación, empiezo a silbar en modo de imitar a los hombres que siempre están presentes cuando nosotras vamos caminando por las calles.
— ¿El bombón sexy te trajo las entradas? —pregunta
—Sí. Ya hasta elegí un vestido para usar... Espera, ¿le llamaste Bombón sexy? ¿Es en serio?
— ¡Mi pecado! Pero él es un colirio para mis ojos. Bueno, te dejo. No hagas nada de lo que te arrepientas.—La veo acomodarse el bolso en sus brazos y tomar las llaves de su carro.
Se despide con un beso al aire y la veo partir, cuando cierra con un portazo puedo pensar con más calma.Siempre que Paola está presente en tu vida vivirás en un constante huracán. Termino de comer, llevo el plato que utilicé al fregadero, lo deposito allí y me dispongo a lavarlo.
Tras dejar de hacer eso, me acuerdo de una cosa. ¡El regalo de cumpleaños de mi madre!
Es la semana que viene, el jueves para ser más específicos. Debo de salir hoy, porque mañana es viernes, mi único día libre en la universidad y me pondré a completar los deberes que tengo pendientes, como el sábado es el día del concierto, no podré tener mente para su regalo perfecto. Sí, es mejor salir hoy. Así la semana que viene no me preocuparé de su presente.
Con pesar me regreso a mi habitación, me cambio de ropa poniéndome otra vez el mismo conjunto de la mañana que consiste en una blusa blanca con un abrigo abierto negro, unas leggies negras y unas zapatillas rosadas. Me suelto el cabello y me hago, con dos mechones, dos pequeñas trenzas, éstas las acomodo para que queden por detrás de mi cabeza formando un pequeño moño.
Tomo el estuche de mi maquillaje y me acerco al gran espejo que tengo en la habitación. Busco una silla y me siento. Al verme reflejada empiezo a notar todos los rasgos de mi cara. Saco el corrector, me unto un poco debajo de los párpados, lo esparzo y continúo. Me aplico una leve capa de polvo con una brocha. Me pinto los labios de color rosado claro y para completar, me hecho un poco de rubor en las mejillas.
Me levanto viendo el reflejo en el espejo, apruebo la vista.
Sonrío.
Busco mi cartera, reviso que todos mis documentos y tarjetas estén allí. Agarro unos cuantos billetes que tengo escondidos en una caja en mi armario y salgo de mi habitación. En la sala, tomo mis llaves del apartamento antes de salir. Cierro con llave la puerta, existen muchos locos hoy en día. Me voy al ascensor.
Al salir y oler el aire libre de inmediato escucho las bocinas, el ruido que hacen las personas al caminar. Los murmullos, las risas. Dispongo mi marcha. Como no vivimos tan lejos del centro puedo irme caminando. Mientras veo pasar las casas, edificios y tiendas que hay por esta zona.
Ya en el centro reviso tienda por tienda, hasta conseguir el regalo perfecto; un perfume Ciani, a pesar de que me quejé de su precio altísimo y que de paso venga en un frasco muy pequeño; el olor de este perfume vale la pena. Tengo que confesar que también influye que es la marca preferida de mi madre y sé que tiene tiempo sin poder comprárselo.
Lo que puedo contarles que mi día iba muy normal, muy pero muy normal. Puedo decir que aburrida. Hasta que se me ocurrió ir a la Plaza Central.
Cuando llegué, el día estaba tranquilo, las personas estaban tranquilas, y el ambiente era de tranquilidad. Fue por eso que decidí sentarme en el banco qué, sorpresivamente, se ubica frente a un majestuoso hotel. El Hotel Soulmate.
Te cuento, El Soulmate es un hotel cinco estrellas. Es decir: inalcanzable para mi cuenta bancaria qué, con mucha vergüenza, aún depende de mis padres y de mis pequeños trabajos. Sus paredes parecen ser de vidrio por tanto cristal que se vislumbra. En el frente del hotel, hay un toldo rojo para que los residentes de allí al esperar su carro no sufran del caliente sol.
Vi salir a dos personas de ese hotel, sin que yo supiera que es lo que sucede, mi cuerpo reaccionó por sí solo. Mi corazón empezó a latir con fuerza, mis manos sudaban y no podía quitar la vista a esas dos figuran que han quedados quietos debajo del toldo. Esperando, hablando entre ellos. Uno se acomoda la corbata y el otro está viéndolo mientras le comenta alguna cosa. Los dos están enfrascados en una conversación siendo ajenos a que alguien los ve fijamente.
No logro entender mi repentino cambio. Estaba tranquila y serena, ahora estoy hecha un nudo de sentimientos. No sé qué me sucede. No sé explicarlo. Es como si todo a mi alrededor se pusiera en pausa y solo logro ver esa imagen frente a mis ojos. Lo único que hace que deje de verlos es el sonido de un golpe, muchos gritos y demasiadas personas corriendo siguiendo el ruido que sucedió hace sólo unos minutos, observo como hay personas llorando, otras usando el teléfono para grabar lo que sucedió. Me levanto del banco donde estaba sentada para acercarme a la calle. Al ver la escena, jadeo por el horror y tristeza de eso.
Hubo un accidente. Logro ver los restos de lo que una vez fue una camioneta azul Toyota y una Chevrolet negra. Algunas personas corren en tratar de socorrer y tratar de poder sacar a los individuos de los coches.
Yo sólo me quedé pasmada viendo la escena. En medio de todo, escucho el sonido de la alarma de la ambulancia. Bajan los paramédicos y empiezan su trabajo. A los momentos llegan las patrullas de la policía para resguardar la escena. Algunos, en su rapidez de salir del lugar, me golpean al pasar por mi lado, me chocan con sus hombros, pero no me molesto, sé que no lo hacen con intención. Me muevo y me coloco en la calle, trato de pensar que hacer o en qué ayudar. Solo puedo ver como los agentes policiales intentan controlar un poco a la gente que se ha acercado para formar un círculo alrededor del choque.
«Espero no haya muerto nadie, señor»—pido.
En medio de todo este caos, escucho que dos voces muy distintas gritan mi nombre.
— ¡Camila! —esa voz. Ese acento. Es la de él. Pero antes de que me gire hacía esa voz, alguien me jala y quedo en medio de unos brazos que me estrechan con fuerza.
— ¡Cami, por dios! ¡Dime qué estás bien! ¡¡Camila!!
—Paola... Estoy bien... Estaría mejor si me soltaras, no me dejas respirar. ¿Qué haces por acá?
Menos mal que ella lo hace. Me escanea y cuando confirma que sí estoy bien, me suelta completamente de sus brazos.
—En el grupo de la universidad avisaron que el profesor mandó a decir que todavía estaba ocupado en Tribunales y que suspendía la clase, que nos veríamos en la siguiente. Venía de regreso al apartamento, pero quise venir por acá para comprar para la cena.
— ¡Camila! ¡Camila! —escucho nuevamente.
De inmediato giro en redondo para tratar de buscar el origen del grito, pero no puedo ver nada. En el toldo del Hotel están amontonadas muchas personas y eso me dificulta la vista. Tampoco me ayuda que hay más personas llegando, acumulándose cerca del accidente. Haciendo que sea más difícil saber quién me llamó.
— ¿Qué sucede? —inquiere Paola, tratando de buscar algo sin saber qué es lo que busca. O busco yo.—¿Sucedió algo? ¿Qué buscas?
—Alguien me llamó —le digo sin dejar de ver hacia el Hotel.
—Pues claro, yo, tonta.
—No, tú no. Escuché su voz... Era su voz, Paola. La reconocí—Ella intenta sofocar un grito.
—¡¡Ya se vino!! ¡Te dije que iba a venir! ¡Soy la mejor! —exclama ella.
—Necesitamos buscarlos, Paola.
— ¿Buscarlos?
—Son dos— explico.
— ¿Qué? ¿cómo lo sabes? Mucho mejor, así no quedo yo como la tercera rueda. La manzana podrida.— dice.
—Vamos, vamos. Hay que cruzar para ver si están por allí.
—Necesito información para empezar esta operación encontrar el chico de mi mejor amiga; como estaba vestido, zapatos, tono de voz, en que parte estaba. Desembucha— me interroga.
—Es pelirrojo, no sé qué tenía puesto, voz de hombre Paola, que se yo como describirlo... — balbuceo un poco—¡Creo que es ése!—señalo.
Cruzamos corriendo la calle y cuándo estamos debajo del toldo, sólo no lo encuentro. Ya no está. ¿Será que me imaginé todo? ¿Fue producto de mi imaginación?
— ¿Y dónde está tú amor?— gira mirando a todos los lados visibles.
—No está... No está aquí— respiro hondo—. Estaba aquí, lo creo.
—¿Será que por toda esta locura pensaste que escuchaste su voz? Él te da calma, a lo mejor tu mente quiso darte algo de paz para pensar mejor y que no hicieras una locura. —La veo. Su semblante es de tristeza, pero le doy una pequeña sonrisa tratando de calmarla—. Aquí la que estudia Psicología es otra, pero puedo hacer de terapeuta.
—Tienes algo de razón— empiezo a dudar, es mejor cambiar de tema—. Vamos, perezosa. ¿Dónde dejaste el carro? Tratemos de salir de aquí. Revisemos algo para comer, y puedes desahogarte por no haber dado tu espectacular exposición.
—Sí, vámonos, odio cuando los profesores hacen eso. —mi amiga rueda sus ojos para demostrar su exasperación, me río—. Creo haber visto una ruta de escape de esta locura. Dejé varado el carro en medio de la calle, al verte de pie allí pensé lo peor y quise revisar si estabas bien.
—Con tal que no lo hayan robado y podamos irnos. Todo bien por mí.
—Cerré el carro antes de correr. Tranqui— me guiña el ojo. Niego con mi cabeza y una sonrisa plasmada en mi cara. Paola es muy ocurrente, pero sin esas ocurrencias mi vida fuera tranquila. Y prefiero la locura que trae ella.
Pero, aun así, no dejo de pensar en lo que escuché.
No fue mi imaginación. No lo fue. Yo estoy segura de haberlo escuchado.
— ¡Tienes que creerme! ¡¡Era él!! ¡¡Era su voz!!—exclamo por quinta vez.— ¿Y entonces por qué yo no lo escuché?— replica ella.— No... no lo sé.— titubeo.—Pero yo no lo escuché y cuando cruzamos, él solo no estaba— murmura, viéndose triste —. Si te llama, y por tú nombre, ¿entonces por qué se fue sin hablar? No tiene sentido, no es lógico.—Tenemos que ir a ese hotel y preguntar por él, ¿verdad? No sucedería nada—sugiero, ignorando su pregunta.— ¡Alto ah&iac
— ¿Ha reaccionado a más fotos tuyas? ¿Te escribió un mensaje? ¿Te dejó algo en el muro? — me pregunta—. Déjame decirte que te vez bellísima en una foto que subiste. Ésa que te saqué cuando fuimos a la playa. Aun suspiro por lo del sueño— cierra sus ojos y suspira con cariño, se toma de las manos y se balancea.—No. Sólo le diomeencantaa mi foto de perfil. Esperé que me escribiera, pero no lo hizo. Y como no soy tan valiente, yo no escribí tampoco. Pero tranquila, como buena amiga tuya, aprendí a ser una muy buena investigadora.— ¡Esa es mi amiga! — me felicita—. ¿Qué encontraste?
—No—indica Christian—: Somos heterosexuales, Paola. Puedes estar tranquila sobre eso.—Súper heterosexuales— remarca Thomas— Amamos a las mujeres, las adoramos. Son lo mejor del mundo— continúa. Paola ríe muy satisfecha, mientras yo me muero de la vergüenza.—Paola, existe algo que se llama privacidad— la amonesto—. No puedes solo preguntar cosas que no te incumbe.Paola resopla:— ¡Pero era una pregunta inofensiva! —Se excusa—. Verás, hay que saber estás cosas de primera mano, y que mejor que ellos—los señala—, son perfectos para responder. No querrás que pregunte a tercer
Les pondré en contexto: Prometí ir a ese concierto y primeramente me arreglé para ir, para ser más exactas. Diego va a estar esperándome así que no puedo solo dejarlo esperando por mi llegada. Él ha sido un verdadero ángel a ayudarme a sentirme mucho mejor; no creo que yo pueda ser tan mala y olvidarme de su amable invitación. Heello, ¡Me llevó la entrada hasta mi apartamento! Con solo eso es muchísimo para lo que agradecer.Christian está esperando una repuesta, detrás de él está Paola haciéndome señas de que vaya con ellos, está clarísimo que ella no va a perder ese momento, pero yo no puedo, y creo que ellos pueden entender.—¿Podemos ir después de mi compromiso?
Christian abre la puerta del auto para mí, estoy nerviosa, lo admito; él me pone muy nerviosa. Subo y lo veo cerrar mi puerta. Me quedo quieta en mi asiento esperando que él dé la vuelta para que pueda entrar en el asiento del piloto.— ¿Lista? —me pregunta cuando ya se ha acomodado.¿Lista? No.—Sí. Claro—titubeo. Asiente e introduce la llave, enciende el motor, arrancamos para adentrarnos en la calle. ¿Sabrá ubicarse?—Christian... ¿Sabes a dónde llegar? —le pregunto.—Sí. Por eso llegué tarde, estaba siguiendo a Paola al restaurante par
—¿Qué te pareció? —escucho que pregunta Christian.—Mierda, esto es un dejavú.—Thomas se sobresalta. —Me preguntaste exactamente lo mismo cuando me mostraste la foto de ella, en elaño de la pera.—Esto es diferente, Thomas. Hemos convivido con ella. Hemos pasado tiempo con ella. Así que responde. ¿Qué te pareció? Sé lo más sincero que puedas ser. Lo necesito.—insiste.—Me parece que ustedes entablaron una conversación muy amena, muy especial, no parecía que no se habían conocido nunca, parecían amigos de toda la vida. Más qu
Después de levantarme de la cama, y notar que Paola ya no estaba en el apartamento, decidí que era hora de hacerme un rico desayuno. Cuando está listo busco mi laptop, la enciendo y entro al navegador.Las letras deGoogleme dan la bienvenida, tecleo;Almas.Doy clic. Leo los resultados de búsqueda:Cerca de 426,000,000 resultados (0.68 segundos)Alma – Wikipedia, la enciclopedia libreEl término alma o ánima se refiere a una entidad inmaterial que, según las afirmaciones y creencias de diferentes tradiciones y perspectivas...
Solo tengo una frase para expresar lo que siento en este momento;a mí y al pato Lucasnada más.Se supone que debía de dejar la pena en casa, pero cómo dejarla si siempre me pasan cosas exageradamente locas.Explico, la cuestión es esta: Fui a la parada de buses y tras esperar a que pasara uno, cuando ya había subido, y por obra y gracias del Espíritu Santo pude encontrar un asiento vacío, en horas pico cabe resaltar y que en condiciones normales no se podría, después de pasar por dos paradas, y de alertarme después de que el bus no cruzó dónde debía de cruzar, entendí algo muy obvio: tomé el bus que no era. Estaba en el equivocado. Frustrada, tuve que descender de él para buscar una forma de llegar a mi destino principal.