Un desprecio doloroso.

—No soy tu hija. Mi madre se llamaba Julia. Murió y no pude despedirme de ella por tu culpa. Reina bruja, mantengamos la distancia. No seremos enemigas, pero tampoco amigas— dejó muy claro.

En cambio, Arabella aún seguía en un estado de shock. Su abuelo, a quien ella consideraba indestructible, fue asesinado por Marlen con tanta facilidad que parecía un chiste amargo. Sintió miedo. No era tonta. Sin apoyo, no lo enfrentaría. Observó al beta de Elijah, el que descubrió justo en esa guerra que es su compañero destinado, su adversario, un lobo, un ser que aborrecía, pero al que muy en el fondo no quería rechazar.

—Supremo, permítame hacer algo antes— pidió Lucius cuando todas las tropas (brujos, gnomos y lobos) se estaban retirando.

Elijah asintió sin entender qué haría su beta, pero inmediatamente lo supo cuando lo escuchó decir:

—Yo, beta real, renuncio a todo vínculo contigo, bruja princesa. Le imploro a mi diosa que nunca haga que nuestro camino se vuelva a unir, porque prefiero la s
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