Con los ojos desorbitados, Marlén veía cómo el pequeño cuerpo de su bebé se desfiguraba en formas grotescas, como si estuviera poseído por alguna fuerza oscura y malévola. Sus diminutas piernas se doblaban y retorcían de maneras que desafiaban la naturaleza, y los delicados huesos crujían audiblemente a pesar del llanto desgarrador del infante. Y, para sumar más horror, una capa de pelo blanco comenzaba a cubrir su suave piel.
Marlén se encontraba al borde del llanto, no sabía qué o quién estaba causando este terrible cambio en su hijo. Lo que ella no sabía era que su bebé estaba experimentando una transformación en hombre lobo delante de sus propios ojos. El contacto con el bosque, con la naturaleza, el pequeño bebé era víctima de la transformación y sufría enormemente en el momento de su primer cambio a hombre lobo.
Absorta en su desesperación, sin poder entender que pasaba, o lo que podía hacer, Marlén no percibió la presencia de un majestuoso y gigantesco lobo blanco con un mechón negro que le bajaba por la cara, el cual observaba la escena desde la distancia.
Instintivamente, Marlén cerró los ojos, y de su pecho y manos emanó una luz verde como la naturaleza misma, que envolvió al bebé.
El llanto del niño cesó al percibir la presencia del lobo, y Marlén sentía una especie de energía que parecía provenir de algo o alguien y fluir hacia su hijo, pero, aun así, no abrió los ojos, puesto que, como la humana que piensa ser, no podía identificar su procedencia.
Atlas, el lobo de Elijah, se dio cuenta de que el bebé estaba absorbiendo su poder, y rápidamente, volvió a su forma humana, creando un bloqueo mágico que cortó la conexión.
Luego, con el ceño fruncido y completamente desnudo, Elijah, observó como la mujer tomaba en brazos al bebé en plena transformación y lo abrazaba fuertemente.
La magia que emanaba de ella era altamente poderosa; una energía extraña que nunca había percibido. Él se sintió extrañamente atraído hacia ella, aunque receloso, pensó que podría ser una trampa. Su mente se llenó de interrogantes.
~¿Qué tipo de criatura es? ¿Por qué no puedo identificarla? ¿De dónde saldría? Su aura es tan débil como la de un humano, y su aroma, por igual, no tiene nada especial que me indique qué es ~, le preguntó a su lobo interno, el cual gruñó.
—Esa mujer… la conozco —murmuró Elijah, observando su cabello rizado y rojo. Sus ojos reflejaban su confusión, y todo en él le decía que debía acercarse, pero se controló, hasta entender mejor lo que estaba ocurriendo.
Pronto, Lucius apareció corriendo en su forma humana, llevando un bolso con ropa para él.
—¿Quién es ella? —inquirió Lucius estupefacto, mientras observaba a la mujer, que aún mantenía los ojos cerrados, envolviendo al bebé entre sus brazos y absorbiendo magia de los árboles circundantes, que se marchitaban con el paso del tiempo.
—Ella es la humana que lloriqueaba frente a mi puerta en Kenia —le respondió Elijah, comenzando a caminar hacia ella. Lucius intentó detenerlo, pero Elijah lo apartó con superioridad.
—Supremo, no la dañes. Huele, está asustada. Puede que su presencia aquí sea coincidencia. Por favor —le suplicó percibiendo su intención, y Elijah mostró su sonrisa ladina.
—Nada es coincidencia. Ella debe ser algún títere de mis adversarios. Si pudiste oler su miedo, también pudiste oler que no parece sobrenatural. Es como si fuera un envase llenado con magia para hacer un espectáculo llamativo, y voy a descubrirlo.
El sonido de los pasos de Elijah hicieron que Marlén abriera los ojos.
Al reconocer al hombre ante ella, su sorpresa fue evidente, sus ojos se abrieron como dos esferas y su mandíbula inferior cayó.
—Es-esto… tú… tú.
Pensaba que su mente le estaba jugando una mala broma, como muchas veces ha recordado su rostro, el color de su pelo y de sus ojos, creyó que era imposible que él estuviera justo allí.
—¡Aléjate! ¡No quiero hacerte daño! —gritó, retrocediendo con el pequeño Mateo en sus brazos.
Marlén observó que su pequeño hijo detuvo su transformación y volvió a su forma habitual.
Elijah, sin embargo, se rió ante las palabras de Marlén.
«Qué hace él aquí»
—¿Hacerme daño? ¿Qué te hace pensar que podrías hacer tal cosa? — respondió con aire de superioridad, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, y mientras hablaba trató de entender, de buscar un indicio, algo que le dijera que pasaba aquí.
Pero al ver a Mateo, la risa de Elijah se detuvo y su rostro se ensombreció.
—¿Por qué él… tiene mis rasgos? — preguntó, confundido. Marlén lo miró con recelo, igualmente desconcertada. Dado que no se imaginaba que iba a encontrar al extraño padre de su hijo en el bosque, quería respuesta sobre Mateo, y ahora que lo tenía enfrente no sabía por dónde empezar.
—No entiendo nada. Esto es extraño— admitió, mirando a su alrededor en busca de respuestas.
Elijah, sin embargo, estaba concentrado en el bebé.
—Ese niño…— comenzó a decir tratando de tocar a Mateo, pero fue interrumpido por un pulso de luz verde que emanó de Marlén, sorprendiéndolo y lanzándolo por el aire a una distancia considerable.
Asombrado, ya que nadie había logrado derribarlo con un solo golpe, en lugar de enfadarse, sonrió, se sacudió el polvo y murmuró acercándose de nuevo:
—Esto fue solo suerte de principiantes.
Marlén observó su mano, notando que a Elijah no le había consumido la vitalidad como al otro hombre que la quiso atacar.
—Es como mi bebé, a ellos no les hago daño, ¿pero por qué? ¿Qué los hace diferentes a los demás? — murmuró, entendiendo algo de lo que pasaba por primera vez en mucho tiempo.
Elijah se detuvo frente a ella, más alerta que antes, y sus ojos azules de acero la escrutaban, resultando casi penetrantes.
—Oye, Tinkerbell, si vuelves a utilizar tu lucecita me olvidaré de que eres una mujer. Solo por ser una chica pasaré por alto tu insolencia— le advirtió con aire de rey. —Ahora dime ¿Qué haces cerca de mi territorio?, ¿quién eres y qué eres y por qué ese bebé tiene vínculos conmigo?
Marlén parecía confundida. «¿Su territorio?», pensó con ceño fruncido y miró a su alrededor buscando una casa, pero solo veía árboles y malezas.
—Yo… no sé qué hago aquí. Mateo lloraba mucho… y algo inexplicable me atrajo hasta aquí. — le contaba Marlén evitando su mirada. — Este bebé es tuyo, no sé cómo o de qué manera, pero Mateo es tu hijo. Sé que dirás que estoy loca, ya que se supone que un embarazo dura 9 meses y yo lo tuve en 5 meses, tal vez es por mí…
—Bueno, olvídalo—. Ella se detuvo, como si no pudiera creer lo que le estaba diciendo.
Elijah rió con incredulidad, pero luego se quedó mudo, por el hecho de que no cualquier ser podía concebir su descendencia, especialmente si no estaba vinculada a él... era casi inconcebible, más aún teniendo el hechizo de por medio.
—¿Mi hijo? No, eso es imposible— replicó, todavía riendo con incredulidad.
Pero cuando se acercó y pudo ver más de cerca a Mateo, su risa se detuvo. El pequeño era un mini Elijah, y algo en su interior reconoció al niño.
En un extraño saludo de incompatibilidad, él gruñó al bebé, quien le devolvió el gruñido con una mirada desafiante. Sorprendido, Elijah se echó a reír.
—¡Vaya, vaya! — manifestó, todavía riendo. —Al parecer el pequeño tiene carácter.
Marlén lo miró, temiendo lo que podría pasar, pero, para su sorpresa, él extendió su mano hacia Mateo. El bebé la miró a ella, y luego a Elijah, antes de agarrar su dedo con su pequeña mano.
Elijah echó la cabeza hacia atrás y estalló en una carcajada. Casi no podía creerlo. Tenía un hijo, un hijo que no había nacido en su forma de lobo, como todos los cachorros, sino en su forma humana. Lo que era más sorprendente era que el pequeño le gruñía desafiantemente cada vez que sus miradas se encontraban.
~Atlas, ¿qué piensas de este muchachito insolente? ~ le preguntó a su lobo interno, todavía riendo.
~Es bien guapo ~, respondió Atlas, tratando de sentir al pequeño. Sin embargo, el hechizo les impedía manifestar amor.
~"Obviamente, debe serlo, si se parece a mí~, le contestó Elijah, con la risa danzando en sus ojos.
~Humano, sí que eres presumido, le dijo Atlas, sacudiendo su cabeza invisible en la mente de Elijah.
Él reflexionó, sin despegar su mirada de la de Marlén. Había algo en ella, una atracción extraña, algo que no le agradaba. Necesitaba averiguar quién era esa mujer y cómo había tenido un hijo suyo sin que él lo sintiera.
—¿No me has dicho quién eres? — la interrogó mientras ella vestía al pequeño Mateo.
Marlén no podía creer la frialdad de Elijah.
—¡Qué hombre más frío! Le dije que Mateo es su hijo y no mostró nada de empatía —pensó antes de responder.
—No sé a qué te refieres, pero te diré que solo soy una mujer que está m*****a, así que no te atrevas a hacerme nada si no quieres morir disecado —le amenazó, recogiendo sus cosas.
Justo cuando giraba para irse, Elijah la detuvo por el brazo.
—¿A dónde se supone que vas?
Marlén giró el rostro hacia él.
—¿A dónde más? A mi casa, ya está cayendo la noche —contestó, tratando de ocultar su temor. A pesar de que Elijah era el padre de su bebé, todavía no confiaba en él, aunque no sabía por qué.
—No puedes irte, si lo haces, él volverá a inquietarse —le advirtió, clavándole sus dedos en el brazo, aunque no ejerciendo toda su fuerza, y el contacto de ambas pieles provocaba que ambos sintieran una corriente eléctrica que los recorría por completo.
—No puedes saber eso, apenas lo conoces, solo le gruñiste como un animal salvaje, así que no vengas a darme consejos que no te he pedido.
—No te lo he pedido, te lo estoy ordenando, humana rara y diminuta —. Aunque sus palabras eran duras, su voz era suave, como si le estuviera hablando a un cachorro asustado. Se quedó absorto en los labios de Marlén, como quien mira algo apetitoso. Sin embargo, se contuvo, recordando que esa fascinación solo se debe a su necesidad sexual.
Ella se echó a reír sarcásticamente.
—Mínimo, te consideras un Dios —replicó enojada, sosteniendo la mirada. A pesar de su temor, no estaba dispuesta a dejarle ver su vulnerabilidad.
—No me creo nada, solo soy extrañamente el padre de un niño del cual no tenía idea y del cual debo tener a mi lado, sí o sí —. Tiró de ella, haciendo que chocara con su pecho.
Mientras, Marlén tenía que inclinar la cabeza para poder verlo a los ojos.
—A ver, dime por qué quieres tenerlo a tu lado — lo desafió.
Elijah se quedó callado por un momento, pensando en cómo responder. No podía decirle que era un lobo; aún no sabía cómo había tenido a su hijo ni cuál era su propósito. Y la rara coincidencia de Marlén apareciendo cerca de su territorio la hacía sospechosa.
—Bueno… —empezó, mirando al niño. El pequeño parecía notar que algo no andaba bien, por lo que fruncía el entrecejo como lo haría un adulto. —Los quiero conmigo porque él es un bebé muy hermoso.
—Parece que a ti el ego te lo inflaron con helio, y se fue a la atmósfera—. Ella soltó una carcajada carente de humor. —Obviamente, dices eso porque se parece a ti, pero tu mirada fría deja claro que mi hijo no te interesa.
Elijah la sostuvo con firmeza, apretándole el brazo justo por encima de su codo.
—No te equivoques, diminuta. Cuando ordeno algo, debe hacerse. —Su voz era fría y dura, pero sus ojos mostraban algo más; una determinación indomable y un poder oculto que nadie, más que él, podía entender.
Marlén se quedó mirándolo, sorprendida por su repentina seriedad. A pesar de su temor, una parte de ella no podía evitar sentirse atraída por esa fortaleza. Pero no podía permitirse confiar en él, al menos no aún.
….
—¡No…! ¡Mi casa! ¡Y ahora qué haré! — gritaba Marlén, sintiendo que su mundo se derrumbaba al ver cómo las llamas consumían su hogar...
Unos minutos antes:—Esto es acoso, llamaré a la policía, no me sigas —, gritaba Marlén desesperada a Elijah, quien persistía en seguir sus pasos con arrogancia, lo cual le irritaba profundamente. Pero, en cambio, él se divertía como nunca lo había hecho.—Créeme, lo último que deseo es seguirte como si fuera tu maldito cuidador. Pero necesito saber dónde vives y deja de hablarme de ese modo. He sido demasiado paciente contigo. Nadie ha tenido la osadía de tratarme como tú lo haces y ha salido ileso. ¡Pulga pelirroja!Ella se giró con el rostro sumamente rojo de la cólera.Él sonrió ladino, relamiéndose lentamente los labios.«Me fascina sacarla de quicio. Parece que me voy a divertir mucho». El supremo, al fin, después de tantos años, estaba encontrando algo que le agradaba, una diversión.—Mi nombre es Marlén. El hecho de que seas un zángano gigantesco no te da derecho a ponerme nombres ofensivos. Intentas hacerme sentir inferior, pero no podrás lograrlo. Soy más fuerte de lo que ap
— Así es. Este niño es mi hijo.El anuncio del supremo provocó un murmullo generalizado entre los presentes. Tesa, la hermana de Elijah, dio un paso enfrente y pensó en que sus dos hijos, de 17 años, no habían tenido la posibilidad de tener una transformación humana, sino que seguían en sus formas de lobos.— Es tu hechizo, es injusto que tu hijo sí… — comenzó a decir afectada, pero fue interrumpida por un gruñido gutural de Elijah.Con una autoridad innata, Elijah liberó una oleada de feromonas dominantes que obligó a todos a bajar la cabeza en señal de obediencia. Todos, excepto Marlén y Mateo, se sometieron inmediatamente a él.Elijah miró a Marlén mostrando una mezcla de sorpresa y molestia. Dado que no podía entender por qué sus poderes no afectaban a Marlén. Para él, que siempre había tenido el control, era un desafío.«Hasta los demonios y vampiros poderosos se han doblegado ante mí, ¿qué rayos es esta mujer?», analizó Elijah mientras la evaluaba con la mirada. …..Minutos des
El estrepitoso sonido que produjo el cuerpo de Elijah al chocar contra la pared no despertó a Marlén. Aunque ella arrugó el rostro al percibir el ardor que se le creó en la parte baja del vientre, continuó durmiendo. Sin embargo, eso no era lo más inquietante para Elijah. Lo que le perturbaba era que el escudo que protegía a Marlén de alguna manera lanzó ráfagas de magia al aire y una pequeña parte de esa magia lo alcanzó, cayendo sobre su anatomía. Elijah no sabía qué estaba ocurriendo, pero empezó a sentir un cosquilleo extraño recorriendo su cuerpo y, de repente, su forma física cambió. En lugar de ser un imponente hombre, o un lobo alfa, se convirtió en un adorable perrito.~Atlas, ¿qué significa esto? ~Intentó comunicarse con Atlas, a través del vínculo mental, pero no percibía nada. Era como si no compartiera su alma con el espíritu de su lobo.Desconcertado y confundido, miró a su alrededor y se dio cuenta de su nueva apariencia. Tenía un pelaje suave y esponjoso, unas patita
— ¿Cuándo pasé de ser una invitada a una prisionera? Soy suficientemente adulta para pedir permiso — le reclamó Marlén a Elijah, sintiéndose frustrada. Respirando con fuerza, Elijah agarró a Marlén del brazo y empezó a caminar con ella en dirección a su estudio privado.Aún estaba enfurecido por el traumático momento que había vivido durante la extraña transformación que tuvo. Como alfa supremo consideraba que aquello fue un golpe directo a su ego, dado que estaba convencido de que Marlén, con su naturaleza diferente y misterioso poder, a propósito lo había convertido en un perrito.Marlén forcejeaba tratando de liberarse de su agarre, sintiendo una mezcla de confusión y enfado. No podía comprender qué tipo de persona era Elijah, y mucho menos entender cómo podía tratarla de esa manera, siendo ella la madre de su hijo.— ¿Qué clase de persona eres? El hecho de que tengamos un hijo no te da derecho a tratarme como te plazca. ¡Suéltame inmediatamente! —le gritaba furiosa.Cuando llegar
«También quiero saber por qué tienes esos poderes», recordaba Marlén lo que le había dicho Elijah antes de apartarse de ella, como si quisiera mantener una barrera entre ambos. A pesar de la explicación de Elijah, Marlén se negaba a creer que existieran seres sobrenaturales, ya que era algo que su cabeza no asimilaba.—¡Dios!, hasta donde llega la locura de estas personas. ¿Seres superiores? ¡Eso es absurdo!—soltó Marlén riendo sin parar mientras caminaba hacia los límites de la manada. Aunque Elijah se negaba a que ella saliera, claramente no le daría el gusto.—¿Por qué este lugar es tan seco? —murmuró en el momento en que notó la falta de vegetación y el entorno árido que contrastaba con la aparente modernidad del pequeño pueblo. Cautelosa, continuó caminando, viendo cómo las personas que estaban fuera de sus casas y realizando sus tareas diarias la observaban.Marlén se sentía observada, como si estuviera en un escaparate. Los ojos curiosos de los residentes se clavaban en ella,
Por su parte, Elijah se encontraba parado frente a la imponente sala de reuniones, un recinto alejado de su palacio donde se llevaría a cabo la asamblea.A pesar de ser un alfa supremo, contaba con consejeros, lobos antiguos con los que discutía todos los asuntos relativos a la manada, y aquellos que tenían el derecho de amonestarle si había hecho algo mal. Así que estaba esperando a su beta, quien había estado cumpliendo con un mandato suyo fuera de la manada. —Supremo, puedo sentir tu irritación. ¿Qué te ocurre? — le preguntó este cuando se acercó a él con ceño fruncido.—No tengo nada, y deja de hurgar en nuestra vinculación, beta fastidioso —, le reprochó Elijah mientras se peinaba el cabello en una coleta. —Sé que estás ocultando algo. Sabes que no es mi intención percibir lo que sientes, pero tú siempre te enojas o mantienes una frialdad inquebrantable. Desde hace años, tus emociones son como en blanco y negro —musitó Lucius, mirando hacia el suelo.Elijah, manteniendo las man
Elijah caminaba rápidamente hacia el palacio con una mirada férrea, dando pasos largos y apresurados que reflejaban la tormenta que rugía en su interior.Mientras, los habitantes de la manada lo observaban con curiosidad, cautela y temor, reconocían de inmediato la furia que lo envolvía, desatando sus propias especulaciones e intrigas en susurros nerviosos.—Es muy probable que el consejo le haya pedido a nuestro Supremo que convierta a esa humana en nuestra Luna Suprema.—El Supremo nunca se vincularía a una humana. Estoy seguro de que prefiere matarla y quedarse con el niño —opinaba uno y otro, cada uno con una suposición diferente.—¡Alaric siempre saca lo peor de mí! —gruñía Elijah entre dientes mientras soltaba resuellos audibles, incapaz de reprimir la intensidad que ardía dentro de él. —¡¿Cómo se atreve a cuestionarme?! ¡¡Carajos, soy su Supremo!! —A su espalda, Lucius curvó la cabeza sin opinar.Deteniendo sus pasos, Elijah se tomó un breve momento para atar su cabello desorde
~Su aroma es interesante. Me gusta ~, le comentó Atlas a Elijah, creando sonidos vibrantes en su pecho que él no podía controlar. Considerando que Marlén estaba provocando el apetito sexual de su lado lobuno de una manera incomprensible, Elijah luchaba consigo mismo para resistir el impulso de acercar el rostro a su cuello e inhalar su aroma.~Solo huele su piel, Elijah. Recuerda su textura y lo exquisita que fue esa noche en Kenia ~, le dijo Atlas, recordándole su encuentro y lo satisfactorio que fue tenerla en su cama. Sin embargo, Elijah se negaba a seguir sus instintos, buscando razones lógicas para resistirse.«Aún no descarto que ella sea un conejillo de indias de los brujos en busca de crear una distracción para los lobos. Debo evitar morderla», se decía a sí mismo.Por otro lado, Marlén sentía una fuerte tortura cada vez que Elijah la tocaba debido al calor que se concentraba en la marca de su vientre porque era como si le estuvieran cortando un pedazo de carne con una daga c