— ¿Cuándo pasé de ser una invitada a una prisionera? Soy suficientemente adulta para pedir permiso — le reclamó Marlén a Elijah, sintiéndose frustrada. Respirando con fuerza, Elijah agarró a Marlén del brazo y empezó a caminar con ella en dirección a su estudio privado.Aún estaba enfurecido por el traumático momento que había vivido durante la extraña transformación que tuvo. Como alfa supremo consideraba que aquello fue un golpe directo a su ego, dado que estaba convencido de que Marlén, con su naturaleza diferente y misterioso poder, a propósito lo había convertido en un perrito.Marlén forcejeaba tratando de liberarse de su agarre, sintiendo una mezcla de confusión y enfado. No podía comprender qué tipo de persona era Elijah, y mucho menos entender cómo podía tratarla de esa manera, siendo ella la madre de su hijo.— ¿Qué clase de persona eres? El hecho de que tengamos un hijo no te da derecho a tratarme como te plazca. ¡Suéltame inmediatamente! —le gritaba furiosa.Cuando llegar
«También quiero saber por qué tienes esos poderes», recordaba Marlén lo que le había dicho Elijah antes de apartarse de ella, como si quisiera mantener una barrera entre ambos. A pesar de la explicación de Elijah, Marlén se negaba a creer que existieran seres sobrenaturales, ya que era algo que su cabeza no asimilaba.—¡Dios!, hasta donde llega la locura de estas personas. ¿Seres superiores? ¡Eso es absurdo!—soltó Marlén riendo sin parar mientras caminaba hacia los límites de la manada. Aunque Elijah se negaba a que ella saliera, claramente no le daría el gusto.—¿Por qué este lugar es tan seco? —murmuró en el momento en que notó la falta de vegetación y el entorno árido que contrastaba con la aparente modernidad del pequeño pueblo. Cautelosa, continuó caminando, viendo cómo las personas que estaban fuera de sus casas y realizando sus tareas diarias la observaban.Marlén se sentía observada, como si estuviera en un escaparate. Los ojos curiosos de los residentes se clavaban en ella,
Por su parte, Elijah se encontraba parado frente a la imponente sala de reuniones, un recinto alejado de su palacio donde se llevaría a cabo la asamblea.A pesar de ser un alfa supremo, contaba con consejeros, lobos antiguos con los que discutía todos los asuntos relativos a la manada, y aquellos que tenían el derecho de amonestarle si había hecho algo mal. Así que estaba esperando a su beta, quien había estado cumpliendo con un mandato suyo fuera de la manada. —Supremo, puedo sentir tu irritación. ¿Qué te ocurre? — le preguntó este cuando se acercó a él con ceño fruncido.—No tengo nada, y deja de hurgar en nuestra vinculación, beta fastidioso —, le reprochó Elijah mientras se peinaba el cabello en una coleta. —Sé que estás ocultando algo. Sabes que no es mi intención percibir lo que sientes, pero tú siempre te enojas o mantienes una frialdad inquebrantable. Desde hace años, tus emociones son como en blanco y negro —musitó Lucius, mirando hacia el suelo.Elijah, manteniendo las man
Elijah caminaba rápidamente hacia el palacio con una mirada férrea, dando pasos largos y apresurados que reflejaban la tormenta que rugía en su interior.Mientras, los habitantes de la manada lo observaban con curiosidad, cautela y temor, reconocían de inmediato la furia que lo envolvía, desatando sus propias especulaciones e intrigas en susurros nerviosos.—Es muy probable que el consejo le haya pedido a nuestro Supremo que convierta a esa humana en nuestra Luna Suprema.—El Supremo nunca se vincularía a una humana. Estoy seguro de que prefiere matarla y quedarse con el niño —opinaba uno y otro, cada uno con una suposición diferente.—¡Alaric siempre saca lo peor de mí! —gruñía Elijah entre dientes mientras soltaba resuellos audibles, incapaz de reprimir la intensidad que ardía dentro de él. —¡¿Cómo se atreve a cuestionarme?! ¡¡Carajos, soy su Supremo!! —A su espalda, Lucius curvó la cabeza sin opinar.Deteniendo sus pasos, Elijah se tomó un breve momento para atar su cabello desorde
~Su aroma es interesante. Me gusta ~, le comentó Atlas a Elijah, creando sonidos vibrantes en su pecho que él no podía controlar. Considerando que Marlén estaba provocando el apetito sexual de su lado lobuno de una manera incomprensible, Elijah luchaba consigo mismo para resistir el impulso de acercar el rostro a su cuello e inhalar su aroma.~Solo huele su piel, Elijah. Recuerda su textura y lo exquisita que fue esa noche en Kenia ~, le dijo Atlas, recordándole su encuentro y lo satisfactorio que fue tenerla en su cama. Sin embargo, Elijah se negaba a seguir sus instintos, buscando razones lógicas para resistirse.«Aún no descarto que ella sea un conejillo de indias de los brujos en busca de crear una distracción para los lobos. Debo evitar morderla», se decía a sí mismo.Por otro lado, Marlén sentía una fuerte tortura cada vez que Elijah la tocaba debido al calor que se concentraba en la marca de su vientre porque era como si le estuvieran cortando un pedazo de carne con una daga c
—Cuñada, ¿le tienes miedo a los gérmenes? — inquirió Tara, apuntando hacia las manos de Marlén con la punta del cuchillo con el que estaba cortando la carne.Marlén alzó la mirada y luego la volvió a bajar.—No — respondió secamente, y Tara chasqueó la lengua.—Te desagrado, ¿cierto? Siempre causo ese efecto en las personas, pero quiero ser tu amiga. Porque cuñada, eres la sensación del momento en esta manada y pronto lo serás en todas cuando se enteren de que eres la humana que logró concebir al hijo del supremo — agregó Tara, provocando que Marlén dejara de comer.—Disculpe, señora, pero no soy su cuñada y menos entiendo de lo que habla. Cuando se habla de manada, entiendo que se refiere a un conjunto de animales que andan reunidos — respondió Marlén, sin ser cortante, incomodándose con la insinuación de Tara. Esta última volteó el rostro para ver a su hermano con los ojos bien abiertos, y segundo después, estalló en carcajadas.—Hermana, será mejor que cierres ese hocico — la regañ
Marlén se quedó boquiabierta y sus ojos se abrieron tanto que casi parecían salirse de sus órbitas al ver cómo Elijah desaparecía en un destello de velocidad sobrehumana. Nunca antes había presenciado algo tan asombroso, tanto así que quedó paralizada por unos instantes, incapaz de procesar lo que acababa de presenciar.Mientras tanto, Elijah irrumpió en la habitación con tal ímpetu que la puerta se estrelló contra la pared, generando un estrépito ensordecedor que sacudió todo. El ruido repentino y amenazador asustó a Mateo, quien empezó a llorar desconsoladamente entre los brazos de Tara. El pequeño temblaba de miedo mientras sus lágrimas bañaban su rostro angelical.Lleno de agitación, Elijah arrebató a Mateo de los brazos de su hermana, sujetándolo con fuerza, mientras los ojos dorados de su lobo interior brillaban con una intensidad que hizo que ella temblara.—¿Qué haces, Tara? —. La voz de Elijah tenía un tono duro y receloso. No obstante, mientras sostenía a Mateo, su actitud c
—Iré a ver qué sucede — manifestó Caroline, en un intento por seguir a Elijah, pero Roy se interpuso en su camino.—Por favor, regrese a su casa, señora Caroline. El Supremo ha dicho que, si continúa con su comportamiento impertinente, no le quedará otra opción que encerrarla en la mazmorra durante dos lunas — le informó Lucius, el cual había salido del despacho mostrando su acostumbrada serenidad.Caroline se quedó boquiabierta, pero, rendida, elevó las manos.—Bien, díganle que ya sabe dónde encontrarme. Estaré esperándolo esta noche — dijo con un tono desafiante antes de irse, seguida de cerca por un guardia que la escoltó hasta la salida del palacio.Mientras tanto, Elijah encontró a Marlén, quien se dirigía por el pasillo que conducía a la habitación de Julia, temblando mientras miraba horrorizada a dos lobos jóvenes que se acercaban a ella, movidos por la curiosidad de ver a Mateo, el cual era resguardado por los brazos de Marlén.—¡No se acerquen! — le pedía con una mano extend