Pobre Josephine, ¿que pasó con ella despues de eso? ¡Justo lo sabrás en el siguiente capitulooo! no se lo pierdas :D
HACE ONCE AÑOS ATRÁS: DISTRITO CORONA DE NIEBLAYa no importaba lamentarse. Necesitaba encontrar un lugar donde refugiarse, y eso fue lo que se propuso hacer, porque, aunque estaba destrozada por dentro y por fuera, Josephine no tenía intención de rendirse ante la muerte. El instinto de supervivencia latía con más fuerza que el dolor.Cuando entró al Distrito Corona de Niebla, las miradas de los transeúntes se clavaron en ella como flechas. No era de extrañar: debía presentar una imagen lamentable, con el cuero cabelludo expuesto y maltratado, el rostro deformado por los golpes, caminando encorvada y usando un saco raído como única protección contra su desnudez. La vergüenza ardía en sus mejillas con cada mirada, con cada susurro a su paso.Y eso era precisamente lo que Lady McTavish había deseado. La cabeza rapada en una mujer era un símbolo universal de humillación pública, una marca que la identificaba como una prostituta sorprendida en el acto, una "golfa asquerosa" a los ojos de t
TIEMPO CUANDO JOSEPHINE LLEGÓ AL MONASTERIO NIEBLA:La Druida Superiora exhaló pesadamente después de oír las palabras de esa druida desterrada, como si el peso de esta decisión la agobiara.—No importa. No puedo echarte. Eres una druida... —dijo con resignación—. Si no rechazamos a los humanos comunes ni a cualquiera que solicite nuestra ayuda, menos puedo hacerlo contigo. Te quedarás en el monasterio. Espero que demuestres tu valía, Druida Fletcher.Los dos Druidas que flanqueaban a la Superiora, testigos silenciosos de aquel intercambio, asintieron con solemnidad. Sus rostros permanecían impasibles, ocultos parcialmente bajo sus capuchas verdes.—Llévenla a una de las habitaciones vacías —ordenó la Superiora—. Que se dé un baño, dele algo de comer y proporciónenle un par de túnicas verdes nuevas. —Su voz se endureció al añadir—: Pero no curen sus heridas. Que sanen de forma natural. Eso le recordará que los Druidas debemos comportarnos con nuestros superiores...Una vez más, Josephi
Los druidas intercambiaron miradas de sorpresa antes de volver a sus posiciones con una nueva urgencia en camino. Siete minutos de esfuerzo más, que a Josephine le parecieron una eternidad, y un segundo llanto se unió al primero. Un varón, más pequeño que su hermana, pero con pulmones igualmente potentes, anunció su llegada al mundo.Solo entonces Josephine sintió que podía relajarse. Un suspiro profundo escapó de sus labios mientras se hundía en las almohadas empapadas. La paz la inundó por primera vez en meses, a pesar del dolor y el agotamiento que atenazaban cada fibra de su ser.La Druida Superiora había permanecido en un rincón de la sala, observando todo el proceso con expresión impasible. Cuando el segundo bebé nació, sus labios se fruncieron con evidente disgusto. No era uno, sino dos hijos fruto de lo que ella consideraba un acto de fornicación impura.Sin permitir siquiera que Josephine disfrutara de estos primeros momentos con sus hijos, la Superiora se acercó al lecho con
Josephine se giró hacia su hijo y le ofreció una sonrisa que no alcanzó a iluminar sus ojos azulados. Su preocupación no tenía que ver con la reacción de los Omegas ante la comida. Lo que atormentaba su mente era imaginar cómo Malcolm lograría sacar a esos hombres de allí sin causar un alboroto. En silencio, elevaba plegarias a los dioses, suplicando que ninguno de esos Omegas fugitivos fuera Gael, el hermano de Malcolm. Solo deseaba que todo transcurriera en calma, que Malcolm regresara sano y salvo a su hogar, y que ella pudiera continuar con su vida, con las preocupaciones cotidianas que se centraban en su labor como druida y en la interminable tarea de convencer a la Druida Superiora de que, en cualquier momento, Lyra y Zacary manifestarían poderes druídicos.Esa era la única razón por la que les permitían quedarse en el monasterio. Aunque Josephine sabía, con la certeza dolorosa de quien ha aprendido a leer entre líneas, que cuando sus hijos cumplieran dieciséis años, probablement
El pequeño Zacary no esperó una segunda advertencia. Salió corriendo del depósito, con el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas. Sus manos, ligeramente temblorosas, aseguraron el cerrojo de la puerta al salir. Luego, con la agilidad propia de su naturaleza, colgó la antorcha en su soporte en la pared. La llama proyectó sombras sobre los muros de piedra mientras él corría hacia donde Lyra y Josephine lo esperaban, ocultas entre las sombras del pasillo, lejos del alcance del olfato de los lobos.Cuando el niño llegó, Josephine se abalanzó sobre él. Sus manos recorrieron ansiosamente el rostro y los brazos de su hijo, buscando cualquier señal de daño.—No me hizo nada, mamá —protestó Zacary, apartándose con impaciencia—. No me trates como un pequeñito.Josephine frunció el ceño y la preocupación dio paso a una ligera irritación maternal.—Eres un pequeño todavía, lo quieras o no —respondió con firmeza—. Bueno, vámonos de aquí. Es peligroso permanecer cerca de esos Omegas… deb
El camino hacia las habitaciones pareció eterno para Josephine y sus mellizos. Mientras avanzaban por los pasillos apenas iluminados por antorchas, la mente de la druida no paraba de pensar y pensar en sus nuevas preocupaciones. Una parte de ella urgía a buscar inmediatamente a la Druida Superiora para informarle sobre los Omegas que estaban ocultándose en el depósito, pero sus párpados pesados por el cansancio, y los pasos cansados de sus hijos la hicieron reconsiderar su decisión.«Puedo hablar con la Druida Superiora mañana temprano», pensó Josephine mientras observaba a Lyra bostezar disimuladamente y a Zacary rascarse los ojos. «Los Omegas no irán a ninguna parte esta noche, no con la comida que les hemos dado».Entonces, en el instante que llegaron a su habitación, Josephine cerró la puerta con alivio. El espacio era modesto pero acogedor: tres camas pequeñas, un armario compartido donde guardaba sus túnicas verdes y un par de vestidos viejos junto con las ropitas de sus hijos, u
En el momento que Josephine terminó de peinarle el cabello a Lyra, siguió con un misteriosamente callado Zacary, Josephine no quería tocar más el tema, por eso no le preguntó la razón de su silencio, sin embargo, Lyra sí.—¿Y a ti que te pasa? —preguntó la niña, arropada hasta el cuello.—Quisiera ser fuerte, eso estoy pensando, ese lobo malo me dio mucho miedo, porque sé qué soy débil, pero si fuera fuerte, lo hubiese podido enfrentar.Josephine suspiró.—Serás el Alfa Druida más fuerte de todos, pero por ahora, no te preocupes por eso, mi niño —dijo Josephine con ternura mientras terminaba de peinar a su hijo.Luego, se inclinó para darle un beso en la mejilla, pero Zacary, intentando aparentar madurez, se apartó y se limpió el rostro con exagerada indignación.—¡Mamá, no me des besos en la mejilla! Ya no soy un niño —protestó, irguiendo los hombros con orgullo.—¡Claro que sí lo eres, tonto! —exclamó Lyra desde su cama, sacándole la lengua a su hermano.La reacción fue inmediata. Za
Media hora después, el salón principal del monasterio bullía como un mercado, colmado de murmullos y especulaciones entre los druidas. Todos habían acudido, desde los aprendices más jóvenes hasta los más veteranos, congregados para la asamblea extraordinaria. Malcolm permanecía junto a la Druida Superiora, con su imponente figura destacándose entre las túnicas verdes de los demás druidas.Josephine entró con sus hijos, intentando pasar desapercibida, pero las miradas de todos se posaron inmediatamente sobre ellos. Algunos la saludaron, así como a los niños, pues a pesar de todo, los mellizos eran apreciados entre los druidas, y Josephine también, por ser una druida competente que nunca causaba problemas. Al llegar, se sentaron en un rincón apartado, aguardando el inicio de la reunión. Malcolm no pudo evitar seguirlos con la mirada, tanto a ella como a los niños, aunque cuando se percató de su propio escrutinio, desvió disimuladamente su atención hacia otro punto.Cuando todos estuviero