¿Podrán sacar a esos Omegas sin ningun problema? ¿Malcolm verá a su hermano? ¿Gael hará algo? ¡Eso lo sabremos en los proximos capitulooos, mañana! no se lo pierdaaan! gracias por leer, comentar y votaaar!
Media hora después, el salón principal del monasterio bullía como un mercado, colmado de murmullos y especulaciones entre los druidas. Todos habían acudido, desde los aprendices más jóvenes hasta los más veteranos, congregados para la asamblea extraordinaria. Malcolm permanecía junto a la Druida Superiora, con su imponente figura destacándose entre las túnicas verdes de los demás druidas.Josephine entró con sus hijos, intentando pasar desapercibida, pero las miradas de todos se posaron inmediatamente sobre ellos. Algunos la saludaron, así como a los niños, pues a pesar de todo, los mellizos eran apreciados entre los druidas, y Josephine también, por ser una druida competente que nunca causaba problemas. Al llegar, se sentaron en un rincón apartado, aguardando el inicio de la reunión. Malcolm no pudo evitar seguirlos con la mirada, tanto a ella como a los niños, aunque cuando se percató de su propio escrutinio, desvió disimuladamente su atención hacia otro punto.Cuando todos estuviero
De inmediato, los ojos de Malcolm se clavaron en Josephine con intensidad, mostrando una combinación de sorpresa y algo más que ella no pudo descifrar. Mientras tanto, la Druida Superiora captó de inmediato la situación: sin duda alguna, el Druida Guardián había sido el responsable, él fue quien introdujo a los Omegas. Sin embargo, estaba involucrando a Josephine, quien solo parecía ser una madre intentando proteger a sus hijos. Si habían llevado comida o no a los Omegas ya no importaba, pero este era un momento que ella no podía dejar pasar.«Sacaré a esta mujer de aquí y a sus frutos pecaminosos por haber sido una golfa en Altocúmulo», pensó la Druida Superiora, quien durante todos esos años siempre había estado buscando el más mínimo error de ella, aunque principalmente de los niños, para expulsarlos del monasterio. Ellos eran lobos, jamás iban a poseer magia druídica. Comprendiendo que este era el momento perfecto para sacarlos de su Monasterio, se levantó de su asiento y dijo:—Es
Para cualquier otro habitante del distrito Corona de Niebla, aquel día de primavera transcurría con la misma rutina apacible de siempre. Como todos los días, el aroma de las flores silvestres se mezclaba con el vapor de las calderas en las calles empedradas, mientras los comerciantes pregonaban sus mercancías bajo el tibio sol matutino. Sin embargo, para Josephine Fletcher y sus hijos, cada segundo del reloj marcaba el inicio de un viaje que jamás habían planeado emprender: el exilio hacia Altocúmulo, la ciudad flotante que Josephine jamás pensó pisar, y menos con sus hijos.—Caminen —ordenó el capitán que los llevaba con voz cortante, señalando hacia la salida del salón con un gesto brusco de su mano enguantada.Josephine y sus niños obedecieron, mientras que la rubia caminaba con la cabeza erguida y los hombros firmes, aunque por dentro sentía que su mundo se desmoronaba por segunda vez en su vida. Sin embargo, antes de que alcanzaran la salida del salón de la asamblea, una figura fa
Tiempo después, los guardias sacaron a los prisioneros del depósito y los llevaron a uno de los patios exteriores del monasterio. Era un espacio abierto cerca de la salida principal, rodeado por antiguos muros de piedra parcialmente cubiertos de enredaderas. Sobre ellos, se podía ver claramente el cielo de esas horas de la mañana, casi mediodía.En el instante que Malcolm llegó al patio vio que ya tenían a los Omegas alineados y asegurados, listos para partir. El aire fresco del exterior contrastaba con el ambiente viciado del depósito donde los habían encontrado. Aunque los informes se lo habían advertido —informes que él había recibido con escepticismo hasta el último momento— ver a su hermano menor Gael en persona, de pie entre los demás prisioneros en ese espacio abierto, fue como recibir un puñetazo en el estómago.Ahí estaba, atado de manos junto a otros dos Alfas degradados a la condición de Omega, pero inconfundible a pesar de su estado lamentable. Malcolm cruzó el empedrado, m
—Si lo vi, es un mocoso plebeyo con pésimos modales —replicó Malcolm con un tono defensivo que traicionaba su inquietud ante la pregunta de Gael—. Y en cuanto al parecido que tenemos, cualquiera puede tener el cabello rizado y la piel canela. Nuestros rasgos no son únicos...Un rayo de luz que se filtraba entre las nubes iluminó el rostro de Gael, resaltando la sangre seca en la comisura de sus labios y la chispa maliciosa en sus ojos cafés.—Sí, es cierto —respondió, sonriendo con un placer que le costaba disimular. Sabía perfectamente que Malcolm no podía percibir los aromas de esos niños, ni reconocer a Josephine si alguna vez se hubieran cruzado en el monasterio. La pérdida del olfato licántropo y el lazo era como arrancarle una parte del alma a un hombre lobo.Sin embargo, a Gael le resultaba deliciosamente irónico que su hermano, quien lo “tenía todo”, realmente fuera tan miserable: castrado en sus sentidos, sin olfato y prácticamente ciego para las señales que cualquier otro lob
Mientras el guardia esperaba al otro lado de la puerta de la habitación de la Druida Fletcher, ella sentía un nudo en el estómago que se tensaba con cada latido. Sus manos temblorosas empacaban apresuradamente mientras intentaba mantener la calma ante sus pequeños. Metió en dos mochilas de cuero desgastado sus preciados frascos de pociones, translúcidos y con líquidos de colores que brillaban tenuemente bajo la luz que entraba desde la ventana. También guardó con cuidado los ingredientes para el inhibidor de olor que siempre usaba en sus hijos —vital para su supervivencia— junto con varios libros que consideró más importantes, sintiéndose triste porque no podía llevarse todos.Josie dobló con ternura la ropita que estaba en mejores condiciones de sus hijos: pequeñas camisas remendadas pero limpias, pantalones que habían resistido el paso del tiempo y un par de capas para protegerlos del frío que seguramente encontrarían en Altocúmulo. No olvidó las muñecas de trapo de Lyra, con sus so
Con esa decisión tomada, salieron de la habitación cogiendo las dos mochilas con sus pertenencias. Zacary, queriendo demostrar su valía, insistió en llevar la más pesada a pesar de que sus pequeños hombros se doblaban ligeramente bajo el peso. Josephine cargaba la que contenía sus preciadas botellas con pociones y otros elementos frágiles, protegiéndolos como si fueran extensiones de su propio ser.Al salir al pasillo donde aguardaba su escolta el capitán Alfa, Josephine se aclaró la garganta antes de hablar:—Señor capitán, ¿podemos ir a buscar algo de comer? Los niños y yo no hemos desayunado —solicitó, manteniendo la dignidad a pesar de sentirse vulnerable en aquel vestido ajeno a su identidad de druida.El capitán exhaló un suspiro fastidiado y cuando estaba a punto de responder, el sonido de pasos apresurados llenó el corredor. Aparecieron cinco druidas, avanzando con prisa hacia ellos. Entre el grupo destacaba Helen, la mujer que había sostenido la mano de Josephine durante el d
El tiempo pareció estirarse mientras salían del pueblo. Cuando finalmente llegaron al punto de embarque del dirigible, divisaron a Malcolm en la distancia. Estaba cruzado de brazos, con su silueta recortada contra el cielo algo nublado, esperándolos en el exterior del transporte volador. El viento azotaba con fuerza en aquella área elevada, ubicada en un punto alto fuera del pueblo del Distrito Corona de Niebla. Josephine reconoció el lugar con un escalofrío que recorrió su espalda: era exactamente el mismo punto desde donde la habían arrojado once años atrás, cuando la lanzaron a su suerte en las Tierras Bajas.La ironía no escapaba a su entendimiento. Ahora era Malcolm quien la llevaba de vuelta, once años después, con los hijos que él desconocía como suyos. Él se había convertido en otra persona, en un Lord Alfa, un hombre lobo de poder. La situación no podía ser más extraña desde su perspectiva; ni en sus sueños más descabellados hubiera imaginado eso que estaba viviendo ahora.Co