―Algún día deberás decidirte y ese día quiero que sea hoy. ―Nahil miró a su chica con seriedad. ―No puedo estar viniendo y yendo, tengo responsabilidades con la manada, bebé. ―La tomó del brazo y la detuvo. ―Desde siempre te lo dejé en claro, una vez te reclamaba debías venir conmigo a nuestro hogar
―Está sufriendo. ―Miró a su amiga al escuchar su voz. ―Él de verdad te quería, amiga. ―Huilén no podía sentirse mal por él, las cosas son como son y ella tiene a su pareja, nada puede hacer contra eso. ―Algún día encontrará a su destinada, tiene apenas cincuenta años, eso en años lobunos no es nada
Huilén se separó de Hugo y limpió sus lágrimas, aquella voz gruesa provocó que su corazón se exaltara. Nahil por su lado apretó los puños con fuerza, ella no se inmutó en buscarlo para solucionar las cosas, al contrario, ahí estaba en un club con ese imbécil. ―Cielo. ―Se puso en pie con una sonrisa
―Dame un mes. ―Susurró. ―Buscaré un reemplazo para que se encargue de los niños y me iré contigo, cumpliré la promesa que te hice y… ―Huilén… ―No lo hago por obligación. ―Lo cortó. ―Lo hago porque quiero, tampoco ha sido fácil para mí estar lejos de ti. ―Lo miró a los ojos. ―Te acompañaré al reino
Nahil admiró el cuerpo de su mujer y su erección vibró con descontrol al llegar a su sexo. Ella duerme plácidamente, no es consiente del estado de su esposo, de ese hombre que no puede estar cerca de ella sin sentir la necesidad de hacerla suya de todas las maneras que existan. Enloquecido por sent
Tanik saltó de un pie al ver llegar a su hermana y cuñado, desde siempre había querido vivir en el mundo sobrenatural y ahora que tiene la oportunidad no piensa desaprovecharla. Con maleta en mano corrió hacia ellos. ―¡Hora de irnos! ―Tanok miró a su hija con reproche, jamás había visto a uno de su
Huilén como reflejo tiró de su hermana para que retrocediera, ¿Qué hacía ese hombre ahí si su madre cedió su poder y su propia vida por cerrar el mundo de los Dioses? ¿Qué estupidez había hecho Shadog? Nahil se paró frente a su mujer y a su cuñada, sabe de lo que el hombre es capaz, su alfa está vi
―Nena. ―Enola desnuda y manchada de sangre debido a que le desgarró el cuello al lobo, se acercó a su hija. ―¿Qué está pasando, hija? Háblame, por favor. ―Le rogó tratando de distraerla del cuerpo inerte en el piso. ―Había tres de ellos, ¿Vendrán más? ―Tanik miró a su madre. ―Mamá. ―Enola pudo perc