―Tu padre me va a matar. ―Huilén gruñó. ―Deja de hablar de mi padre en un momento como este. ―Nahil presionó su mandíbula. ―Bebé, por favor, basta. No acaricies mi pierna de esa manera. ―Le pidió cerrando los ojos, esa mujer lo tensa por completo con cada cosa que hace o dice. ―Dioses. ―Gruñó fas
―Amor. ―Abrió más las piernas para que pudiera acomodarse mejor, necesita sentirlo por completo. ―No es justo que yo esté desnuda y tú, vestido. ―Le reprochó dejándose mimar. ―No te he prohibido desnudarme. ―Le mordió el labio inferior. ―Así que, estoy con ropa porque así tú lo quieres. ―Huilén no
―Aquí no vamos a matar a nadie. ―Tanok lo miró a los ojos. ―Han pasado siglos, ya no queda un miembro de su familia, ha demostrado que es fiel a mí y con ello a cualquier criatura sobrenatural. -Miró al resto. ―Es uno de nosotros ahora. ―Déjame cuestionar tus palabras. ―El hombro no se conmovió ni
―¡Tu esposa sí! ―Gritó el hombre también acercándose. ―¡Era ella la Diosa Luna! ―No por ser una Diosa puedo hacer las cosas como me plazcan. ―Enola lo miró con incredulidad. ―Hay un orden en el mundo, todos nos tenemos que regir sin importar lo poderosos que seamos. ―Miró al resto. —Mi hija lo ha d
―¿Te engañó? ―Enarcó una ceja y al verlo negar asintió. ―Bien, no hubo consecuencias. ―Huilén rodó los ojos, su padre es un caso ya perdido. Una vez en la manada, Tanik le hizo un tercer grado a sus hermanos y sobrino para que le dijeran todo lo que había pasado. Al ser la única que se crio totalme
―Algún día deberás decidirte y ese día quiero que sea hoy. ―Nahil miró a su chica con seriedad. ―No puedo estar viniendo y yendo, tengo responsabilidades con la manada, bebé. ―La tomó del brazo y la detuvo. ―Desde siempre te lo dejé en claro, una vez te reclamaba debías venir conmigo a nuestro hogar
―Está sufriendo. ―Miró a su amiga al escuchar su voz. ―Él de verdad te quería, amiga. ―Huilén no podía sentirse mal por él, las cosas son como son y ella tiene a su pareja, nada puede hacer contra eso. ―Algún día encontrará a su destinada, tiene apenas cincuenta años, eso en años lobunos no es nada
Huilén se separó de Hugo y limpió sus lágrimas, aquella voz gruesa provocó que su corazón se exaltara. Nahil por su lado apretó los puños con fuerza, ella no se inmutó en buscarlo para solucionar las cosas, al contrario, ahí estaba en un club con ese imbécil. ―Cielo. ―Se puso en pie con una sonrisa