Emma quien ya conocía bastante a Huilén, no dejaba de hacerle notar lo mucho que Nahil la miraba, ya no era un secreto que él era su destinado, después de todo lo gritó en una discusión que ambos tuvieron por el comportamiento confianzudo de Hugo. ―¿Es a su cabaña que huyes todos los días? ―Huilén
Nahil, salió del lugar furioso y dolido, se siente patético y usado. ¿Cómo pudo ella jugar de esa manera con él? Ahora entendía muchas cosas y la furia incrementó mucho más. Pensó que ella lo consideraba como su igual, consideró que esa mujer usaría su poder con cualquiera, menos con él, por un mald
―Es una pesadilla. ―Aluhe mantuvo la barrera. ―¿Acaso algo en nuestra familia puede ser fácil?―No seriamos los mejores si fuera así. ―Kunak sonrió con arrogancia. ―Lo fácil no vuelve fuerte, querido tío. ―Le guiñó.―Bien, niños. ―Emma se pudo en pie. ―Los ancianos nos han iluminado con su sabiduría
Dolor, un agonizante, ardiente y descomunal dolor es lo que siente Huilén por la humillación que su destinado le hizo para que ella sintiera un poco de lo que él había sentido al darse cuenta de que le borró la memoria siempre que la hacía suya. Nahil la dejó sufrir por unos segundos y después le a
―Claro, por un buen sexo, ¿Qué no haces? ―Se puso en pie. ―Pues claro… yo sí disfruto de los placeres de la vida. ―Huilén carcajeó, esa mujer realmente estaba loca. El día fue tan lento y aburrido como el último mes, sus estudiantes son una ternura, por supuesto, pero ella simplemente no estaba do
Huilén frunció el ceño al escuchar esa voz y su corazón se desbocó cuando finalmente sus ojos se posaron en ese hombre alto, musculoso, de ojos dorados, que tiene su corazón sufriendo como en los últimos años. ―¿Nahil? ―Él, que la había extrañado muchísimo, se acercó a ella y la abrazó para calmar
―Pero no juntos. ―Le recordó. ―No me vale estar cerca de ti y no poder tenerte. ―Se puso en pie. ―No me importa si me apoyan o no, yo voy a luchar por mi pareja, es lo que se hace, ¿No? ―Al no tener respuesta, salió de la sala enojada, ella no puede ser una cobarde, no puede perder al hombre que el
―Tu padre me va a matar. ―Huilén gruñó. ―Deja de hablar de mi padre en un momento como este. ―Nahil presionó su mandíbula. ―Bebé, por favor, basta. No acaricies mi pierna de esa manera. ―Le pidió cerrando los ojos, esa mujer lo tensa por completo con cada cosa que hace o dice. ―Dioses. ―Gruñó fas