―Dios. ―Se llevó la mano a la boca. ―Sigue divirtiéndote, no tardo. ―Salió corriendo al interior de la casa, Aluhe sonrió como un tonto. ―Esa sonrisa de idiot4 me da asco. ―Kunak se burló de él. ―Tanto huir para quedar peor que Tahiel. ―Aluhe se encogió de hombros. ―Esta naturaleza de los hombres
David había muerto misteriosamente, todos en la aldea estaban impactados por ese hecho, pero Zulema estaba furiosa con su hija, ¿Cómo se descuidó de esa manera? Se supone que el único muerto que debía haber era Aluhe. Gazania estaba bajo el foco de su madre, ahora querían adelantar los planes, la v
―Es precioso. ―Susurró acariciándolo. ―Ya quiero tenerlo todo el tiempo en mi dedo. ―Se emocionó. ―Pero antes debemos seguir con nuestro plan. ―Aluhe asintió. ―No debo sentirme mal, ¿Cierto? ―Lo miró a los ojos. ―Yo le di la oportunidad, ¿Verdad? Fui buena hija. ―Has sido buena en todo, amor. ―Besó
―¿Qué significa todo esto? ―Zulema se paró de su puesto al ver como su hija corría prácticamente para pararse al lado de Aluhe y estar del lado de los Nukak. ―Zulema Bannock, perderás la magia y con ello tu poder, serás sentenciada al exilio y a una vida común como la de cualquier humano. ―La señal
―De hecho, no me he estado sintiendo bien. ―Suspiró con dificultad. ―Todo se me hace más difícil. ―Enola se puso en pie. ―Iré a prepararte un té, no tardo. ―Corrió a la cocina. ―Dos sobrinos más. ―Huilén no se lo podía creer, a pesar de estar lejos, ella llamaba y se mantenía informada, pero verlo
La batalla en el Norte era sangrienta, la ira dominó a los Nukak tras la muerte de Ikal, por supuesto todas las criaturas se retiraron después de unos días, pero los Nukak no estaban dispuestos a dejarlos vivos, así que invadieron reinos completos, masacraron y mataron sin miramientos. La luna de A
—Típico de tu tía. —Tahiel bromeó. —Tan buena y bondadosa que comprarte el dolor. —Ambos rieron divertidos. Enola estaba preocupada por Gazania, cada vez los gritos de la chica se hacían más agonizantes. La tienen atada y estaba en labor de parto, pero no le permitían ayudarla. —¿Cómo pueden dejar
―¡No! ―Enola trató de evitar que Christian tomara al bebé, pero una bofetada la obligó a ceder. ―Por favor, por lo menos déjame abrigar a mi nieto. ―Sigue, saca al otro. ―Exigió mirando a la criatura con una sonrisa. ―No es como que vivirá tanto. ―Enola al escuchar el quejido de Gazania, volvió con