Tomo un bolso pequeño y, antes de salir, dejo un beso en la frente de Lin. Ella no dice nada, y se lo agradezco. No necesito otra charla de moral. Me despido de mis padres, quienes me recuerdan no llegar tarde. Piensan que tomaré un chófer, pero ambos sabemos que no es cierto. Artem tiene su propio
Deja mis pechos para concentrarse en mi cuello, y yo le doy total acceso, inclinándolo para que haga lo que quiera. No pierde el tiempo: me muerde con fuerza, sus dientes se clavan en mi piel, luego chupa con ganas, dejando besos agresivos que marcan cada centímetro de mis hombros y clavícula. Mient
—Más duro… —ruego con la voz entrecortada—. Más, Artem, dame más. Con un movimiento feroz, me estampa contra la pared, sus dedos enredándose en mi cuello mientras me besa con furia. La presión de su mano me deja sin aliento, y el ahogo mezclado con la intensidad de sus embestidas me lleva al límite
—¿Qué? —me incorporo de inmediato, la incredulidad invadiendo cada fibra de mi ser—. ¿Fuiste tú, entonces? Dios, Artem, ¿en serio?. —¿No te dije la última vez que no fui yo? —su tono se tensa, y también se incorpora—. Déjame explicarte antes de acusarme. —Habla —exijo, mi impaciencia tomando el co
—Pues ya ves que no pasó. Él mismo me lo contó todo. —Estoy orgullosa de ti. Eres fuerte —tomo sus manos entre las mías—. Déjale a Artem el trabajo de desenmascarar a esa mujer. No te involucres más con ellos. Aisling asiente en silencio, digiriendo la información. Esto la ha tomado por sorpresa,
|Artem Zaitsev| Sonrío al leer el mensaje de mi Kukla. Nunca es amable. Nunca una palabra dulce. Solo un "púdrete" tras usar mi cuerpo anoche. Y, joder, sé que le gusto. Lo sé por cómo me mira cuando cree que no la veo, por cómo me llama solo para insultarme, por cómo cierra las piernas cuando me
—¡Claro que lo es! —espeta, su voz temblando de indignación. —Entendido, no te pongas así —le digo con un tono burlón. Margaret busca apoyo en Alaric, pero él guarda silencio. Su mirada sigue fija en mí porque sabe que esto es solo el aperitivo. Sabe que estoy jugando. —Bien, bien —digo, sacando
—Alaric, por favor... —Margaret no puede evitar que las lágrimas broten, su voz quebrada por el miedo—. No lo hice. Estoy embarazada, esperamos un hijo... ¿Por qué yo haría algo tan horrible?. No sé qué intentaba hacer Alaric, pero justo en ese preciso instante, el sonido persistente de mi celular