El silencio que sigue a su declaración es casi insoportable. Siento cómo todos me observan, esperando una reacción, alguna respuesta, pero mis palabras se atoran en la garganta. Margaret le aprieta el brazo en un nuevo intento de hacerlo razonar, pero él la ignora, completamente enfocado en mí y en
—El señor Kaiser de seguro no está de acuerdo porque aún no quiere ver partir a su pequeña paloma —dice sarcástica, mirando a Alaric directamente —. No creo que haya algo más detrás de todo esto, solo un profundo aprecio, ¿verdad?. La mandíbula de Alaric se tensa, y sus ojos pasan de Thea a mí, lue
|Alaric Kaiser| ¿Debería matarlo? Artem lo haría sin pensarlo dos veces. Para él, hacer desaparecer a un mocoso no sería más complicado que aplastar a una cucaracha. Podría arreglarlo todo para que pareciera un maldito “accidente”. Y así, adiós problema. Pienso en las mil formas de deshacerme de e
En dos zancadas me planto frente a ella y agarro su rostro con mis manos ensangrentadas. Aisling suelta un jadeo de sorpresa cuando estrello mi boca contra la suya en un beso brutal. Quiero borrar cada rastro de ese maldito niño, quiero que su boca solo conozca mi marca y que ningún otro la toque ja
—No… detente… —murmuro, negándome a aceptar lo que estoy oyendo. Esto no puede estar pasando… —Es la verdad, Alaric —sigue, dándome puñaladas con cada palabra—. Marcus estuvo primero que tú, igual que Margaret estuvo antes que yo. Tú la elegiste a ella, y yo lo elegí a él. Fue mi primer beso, mi pr
—Si querías que fuera el ángel en tu vida —su voz es un susurro desgarrado—, primero debiste crear un cielo para mí. Los ángeles no viven en el infierno, Alaric. Sus palabras caen sobre mí como un golpe final, aplastando lo poco que quedaba de mí. La veo, como si estuviera frente a un reflejo de to
Su agarre se hace más firme alrededor de mi cuerpo, y cuando sus sollozos suaves resuenan en mi espalda, siento cómo mi pecho se contrae. Me doy la vuelta de inmediato y la veo. Está llorando. Retrocede un par de pasos, bajando la mirada como si quisiera esconder las lágrimas que resbalan por sus m
No sé cuánto tiempo pasa. Solo sé que, en algún momento, ha terminado de vendar mis manos, y yo no dejé de mirarla ni un segundo. Ella también se ha dado cuenta. Nuestros ojos se han encontrado un par de veces, y, a pesar de la sangre en mis manos, sus mejillas están sonrojadas, como si fuera la pri