|Alaric Kaiser| Vuelvo a la mansión después de otro día perdido. Todo fue una distracción sin sentido, y Gerd prácticamente tuvo que tomar las riendas de todo en las reuniones. No podía enfocarme en nada; su imagen, sus palabras, todo de ella estaba tallado en mi cabeza, incapaz de dejarme en paz.
Suelto un suspiro pesado, casi como si intentara dejar que el cansancio se deslizara fuera de mi cuerpo. La corbata cae, sin destino, sobre el suelo, y el saco no tiene mejor suerte: lo abandono en el piso, sin mirarlo. La camisa me la arranco con desgana y la dejo caer sobre la cama. Los zapatos, i
Lo supe desde el principio. Algo cambió en mí después de ese viaje. Algo se apoderó de mí, y no fue de una forma sana ni correcta. El hecho de que ni siquiera pudiera mirar a otra mujer que no fuera esa cría inocente ya era suficiente señal de que algo andaba mal conmigo. No me equivoqué, nunca lo h
Sigo los pasos de sangre que me llevan hacia ella, desesperado, sosteniendo la toalla alrededor de mi cintura mientras el agua gotea de mi cabello y resbala por mi cuerpo. Pero no llego a tiempo; ella se encierra en su habitación, y puedo escuchar su llanto del otro lado mientras su amiga Dorothea r
Margaret tiene razones para sospechar, para querer defender su territorio. Quiere estar en mi cama, convencida de que vamos a compartir una vida. No sabe la verdadera razón de mi rechazo. Pero, ¿por qué demonios Aisling estaba aquí justo en ese momento? ¿De verdad venía a verme? ¿Y ese jarrón con r
—¿Qué? —Thea levanta la cabeza, indignada, aunque sigue limpiando mis heridas con cuidado, procurando no dejarse llevar por el enojo para no lastimarme más—. ¿Cómo sucedió? ¿Cómo llegaste ahí y por qué terminaste así? Cuéntamelo despacio. Tomo aire otra vez; mi barbilla y mis labios tiemblan. Solo
Mi corazón se acelera. Ese maldito está aquí, tan temprano. Anoche me escribió, pero ni siquiera leí su mensaje ni atendí su llamada insistente. Estaba con Aisling, enfocada en ella, sin ánimo para lidiar con el tira y afloja de ese hombre. ¿Ha venido aquí a propósito?. Bajo el último peldaño de
—¿Tú…? —se vuelve hacia mí, todavía incrédulo—. ¿Tú me acabas de pegar?. —¿Ves a alguien más aquí?. Se me queda mirando, lleva una mano a su mejilla, como si no supiera cómo procesar lo que acaba de suceder. ¿En serio lo dejé sin palabras con un solo golpe? ¿Soy tan fuerte? Ni que le hubiera afloj