Sonreía ahora, retomando su habitual actitud despreocupada. Alaric frunció ligeramente el ceño. ¿Por qué actuaba así?. —Sí, vamos —respondió, notando un atisbo de amargura crecer en su interior. Animada, Aisling pasó a su lado, saliendo de la habitación. Alaric la observó mientras se alejaba, sint
—Está bien, pero no te alejes de mí —cedió, irritado. Aisling sonrió ampliamente, satisfecha. Salió de la habitación caminando delante de él, mientras Alaric no le quitaba la mirada de encima, siguiéndola de cerca. Al final, estaba bien. Él estaba ahí, y aunque otros la miraran, eso era todo lo que
—¿Es tu pareja? —preguntó una de las rubias, señalando a Aisling con la mirada—. ¿O es pariente?. —Es mi tutor —respondió Aisling rápidamente, sin darle tiempo a él para contestar—. Es soltero y está disponible. Alaric se volvió hacia la chica, con los ojos enfurecidos. ¿Qué demonios acababa de sa
—¿Hablando? —lo interrumpió, sin apartar la mirada de los chicos y sin soltar su muñeca—. ¿De verdad crees que estos gusanos querían entablar una conversación?. —¿Cómo nos llamaste, imbécil? —espetó el castaño, furioso—. ¿Quieres problemas?. En ese momento, el estruendo de varios pasos resonó. En
—¡Aisling, abre la puerta! —rugió Alaric, golpeando con fuerza, la furia vibrando en su voz. No hubo respuesta, ni un solo sonido al otro lado. La impotencia crecía en su pecho—. ¡Aisling!. —Señor, ¿qué ocurre? —Gerd, su asistente, apareció en ese momento, alerta. —Ve a la recepción y consigue la
—Está bien —dijo finalmente, su tono resignado antes de alejarse hacia su habitación. El portazo resonó en el pasillo, seco y detonando enojo. Aisling, aún acurrucada en su lugar, dejó escapar un suspiro. Limpió con rabia las lágrimas que había derramado, más enfadada consigo misma que con él. No q
—De ninguna manera, Aisling. ¿Por qué querrías ir con él? —espetó Alaric, su tono oscilando entre la irritación y el desconcierto. Aisling se incorporó lentamente en la cama, clavando su mirada en la de él sin pronunciar palabra. Aunque aún sentía el temor latente de desafiarlo, sabía que él mismo
A la mañana siguiente, Aisling se despertó tras apenas cuatro horas de sueño. Se había quedado desvelada hasta tarde, esperando el regreso de Alaric, pero él no apareció, y eventualmente el agotamiento la venció. Ahora, el amargor que sentía era más intenso que antes. ¿De verdad había pasado la no