—¿Cuándo te gustaría partir? —le preguntó, alejando esos pensamientos lujuriosos. —Lo más pronto posible —respondió, algo apenada por no querer parecer desesperada—. Podría ser... ¿mañana?. —Mañana, entonces. *** Aisling volvió a su habitación después del desayuno, ya que Alaric se había marchad
—Me iré de viaje, Marcus —anunció Aisling en voz baja, sosteniendo su móvil mientras estaba en su habitación. Acababa de terminar sus clases de piano y había visto varios mensajes de él, aunque sabía perfectamente que podían comunicarse por otro teléfono—. Partimos mañana. Te escribiré cuando regres
—¡Me encanta!. —Excelente, te espero abajo. Le dio una última mirada de pies a cabeza antes de marcharse. Aisling cerró la puerta, sonriendo, sin darse cuenta de que su forma de mirarla había cambiado desde el día anterior. Aisling corrió al baño para tomar una ducha rápida. Al salir, con una toa
Aisling se removió incómoda sobre algo duro. Con la mano, palpó algo que no debía mientras intentaba acomodarse. Al escuchar un sonido extraño y sentir una respiración rozando su oído, abrió los ojos de golpe y se incorporó. El pavor la invadió al darse cuenta de que estaba recostada sobre las pier
En lugar de explorar, Aisling fue directamente a su maleta y sacó el teléfono casi a escondidas, lanzando miradas furtivas hacia la puerta del baño, asegurándose de que Alaric no saliera aún. Lo encendió rápidamente y, con nerviosismo, envió un mensaje a Marcus para decirle dónde estaba, esperando
**Momentos antes** Cuando Alaric salió del baño, la vio ahí, tendida en la cama. Su mano descansaba sobre su abdomen, y la corta blusa dejaba parte de su piel expuesta, al igual que sus piernas, cubiertas apenas por esos shorts diminutos. Él ya estaba cambiado, porque a ella le incomodaba verlo ca
Aisling regresó a la habitación a toda prisa, agitada, con los pulmones ardiendo por la carrera que había hecho para escapar de ese lugar. Al cerrarse dentro, los guardaespaldas se acercaron rápidamente, llamando a su puerta y preguntando si estaba bien. Ella respondió con rapidez que sí, que todo e
Sus ojos se dirigieron a la esquina de la habitación, donde Alaric estaba sentado en un sillón individual, con una copa de vino en la mano, observándola de pies a cabeza. Las palabras se le atoraron en la garganta. ¿Lo sabía? ¿Sabía que había estado allí? Ya no podía mirarlo sin que las imágenes vol