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Víctor se acerca a su hija. Le dice que es hora hacer los trámites del funeral. Luisa se separa del cuerpo de su madre, se seca las lágrimas y mira a su padre: “Está bien” responde. Salen de la morgue. Se suben al auto y se dirigen a la mansión. Buscan los papeles. Entre ellos los del seguro de vida. Salen de la mansión, se suben al auto y se dirigen a la sala velatoria.

Mientras Luisa termina de hacer los trámites, Víctor le avisa a los familiares, parientes, amigos y conocidos que su mujer ha fallecido. Una vez que está todo listo, el personal de sepelio va al hospital a buscar el cuerpo. Luisa y su padre también van para allá. Quieren estar presentes cuando saquen el cuerpo de la morgue. Allí se encuentran con los demás. Ellos les dan sus condolencias. Entre tanto, él cuerpo de Rose es retirado de la morgue. Lo ponen en el cajón y lo cierran. Lo suben a la combi y se lo llevan.

Todos los presentes van a la sala velatoria. Poco a poco van llegando más personas. Se acercan, le dan sus condolencias a Víctor y a su hija. Después se acercan a donde está él cajón. Sé persignan y toman asiento. No esperaban que algo así pudiera pasar. La salud de Rose parecía buena.

Más de uno lo comentan por lo bajo.

Mientras tanto, Luisa les sirve té y café a los presentes. También les ofrece unas galletas dulces, saladas y unos caramelos. Víctor por su parte, habla con unos amigos. Le comenta la situación. No sabe cómo seguir después de esto. Uno de ellos le advierte que está más preocupado por el futuro de Luisa que por él. Víctor le pregunta porqué. Su amigo le responde, que él ya tiene un futuro hecho, pero Luisa todavía no. Debería pensar en eso.

Víctor le cuenta que ella está estudiando. Le faltan solo dos años para terminar la carrera. Su amigo, es consciente de eso. Pero sigue sin ser suficiente. Puede que esté por terminar una carrera, y que él tenga riqueza. Incluso puede que sea el Rey de la manada de plata, pero ya nada será como antes. Nada de eso basta para llenar el vacío que Rose le ha dejado a su hija.

Victor lo piensa. Reflexiona. Es verdad. No está siendo del todo consciente. Cuando él muera, su hija va a heredar su riqueza, tendrá una profesión, un trabajo, pero no una familia. Un heredero. Alguien que mantenga vivo su legado cuando ella ya no esté. A eso se refiere su amigo. Luisa necesita sentar cabeza con un buen Alfa. Alguien que asegure su futuro al 100%. Pero, quién. ¿Quién puede ser ese Alfa?. Víctor lo piensa. En eso llega a la sala un Alfa. Jamás lo había visto antes. ¿Quién es?. Su amigo Sebastián se lo presenta.

Su nombre es Raúl. Ambos Alfas estrechan sus manos. Sebastián le comenta que Raúl es un Alfa de clase alta. Lleva años a cargo de la empresa de su padre. Una corporación que se encarga de elaborar automóviles de última generación. Espera no solo tener una de las corporaciones más grandes en todo el mundo; sino que también espera formalizar una relación para tener herederos, los cuales se encarguen de mantener vivo su legado cuando él ya no esté. Eso Víctor lo ve como una oportunidad. No para él; sino más bien para su hija. Cree que su futuro puede estar asegurado con él.

Al menos eso piensa. O mejor dicho, eso quiere creer…

****

Le hace señas. Su hija se acerca. Víctor se lo presenta a Raul. Ella lo saluda. El responde al saludo. Al mismo tiempo toma su mano y la besa. Ella se sonroja. Él sonríe levemente y elogia su belleza. Ella no puede evitar estar más sonrojada de lo que está. Su padre le cuenta que Raul es el dueño de una corporación. La misma se especializa en la creación y elaboración de automóviles de última generación. Luisa se sorprende. Más aún, cuando se entera que el auto de su padre fue fabricado en la corporación de Raul. Elogia el modelo del auto. Raúl le agradece. Después de eso sigue la ceremonia. Los presentes expresan sus emociones a través de lágrimas, las palabras y el silencio. Las horas pasan. Los presentes se retiran, menos Raul. El se queda. Quiere hacerle un poco más de compañía a la joven. Se acerca a ella. Posa su mano sobre el hombro derecho de ella. Luisa se percata de eso.

Dirige su mirada hacia él. Él sonríe levemente. Quiere que sepa que cuenta con su apoyo incondicional hoy y siempre. Ella se lo agradece y mira a su madre. El cajón sigue abierto. La apariencia de su madre ha cambiado en las últimas horas. Su rostro está más hinchado. El hedor que emana de su cuerpo es más fuerte que antes. Víctor le pide al personal que cierren el cajón.

Hecho eso, los tres tomaron asiento. Están dispuestos a pasar toda la noche en la sala velatoria. Cuando amanece, preparan el desayuno. Poco a poco los presentes ingresan a la sala. Se acercan al ataúd y se persignan. Saludan a Victor y a su hija. A las 11 de la mañana el personal se encarga de sacar el ataúd y lo suben a la carroza fúnebre. Victor, su hija y los demás se suben a sus respectivos autos. Luego se abren camino hacia la catedral. Allí se lleva a cabo la misa. Cuando termina, el cuerpo de Rose es trasladado al cementerio, donde es enterrado 2 metros bajo tierra. Los presentes se retiran. Todos menos Raúl.

Se acerca de nuevo a la joven: “Ya está hecho. Ahora solo…queda seguir adelante. Es difícil, pero no imposible. Piensa que…ella está en un mejor lugar. Te está cuidando, y está muy feliz de todo lo que has logrado”.

Luisa: “Si. Lo sé…”. Raul: “Si necesitas algo. Lo que sea. No dudes en pedirlo. Cuentas con mi apoyo hoy y siempre. Nos vemos, Luisa. Y espero de corazón, que estés bien”. Se aleja de la joven para acercarse a Víctor para saber como esta. Le pide que la cuide y que se convierta en su nuevo modelo a seguir, ya que siente que ella lo necesita. Mas ahora que Rose ya no está con ellos. Víctor se lo promete. Está dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance para que su hija esté bien. Raúl se queda tranquilo. Se despide de Victor y se retira del cementerio. Al poco tiempo Victor y Luisa también lo hacen.

A partir de aquí, comienza una nueva etapa en sus vidas.

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