Al servicio del alfa
Al servicio del alfa
Por: Angela-Rossi23
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Está inquieta. Le preocupa su madre. Llama a su padre por celular, pero no contesta. Se pregunta: ¿estará todo bien?. Mira por la ventana. Espera ansiosa a que su padre regrese. Pero nada. No hay ni rastros de él por ninguna parte. Los minutos se convierten en horas. Y las horas se convierten en días. ¿Qué estará pasando? se pregunta. Sale de su habitación. Camina por el pasillo y se detienen.

Mira a su izquierda. En la pared hay colgado un cuadro. Es su madre. Se acerca. Acaricia la imagen. De sus ojos salen unas pequeñas lágrimas. Quiere llorar, pero se contiene. Escucha que alguien abre la puerta. Se apresura. Sabe que es su padre. Llega a donde está él. Lo saluda con un Hola y un beso en la mejilla. Le pregunta si está todo bien.

El le dice que su madre sigue en terapia, pero muestra signos de mejora. Luisa se alegra. Tiene la esperanza de que su madre salga adelante. Por otro lado, su padre aún tiene dudas de eso. Pero no se lo cuenta a ella. No la quiere preocupar más de lo que está. Le da un beso en la frente y sube las escaleras. Va a su habitación. Se saca la ropa y va al baño para darse una ducha con agua caliente. Por su parte Luisa va a la cocina. Prepara una comida deliciosa para ambos. La sirve en la mesa y espera a que su padre salga del baño. Está feliz. Siente que la mejoría de su madre es una buena señal. Una señal de que muy pronto estará de nuevo en casa.

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Sale del baño. Camina hacia su habitación. Se pone ropa cómoda y sale del cuarto. Camina por el pasillo. Baja las escaleras y se dirige a la cocina. Entra en ella y ve a su hija sentada en la mesa. Observa la comida. Luego la mira a ella y sonríe. Ella le responde de igual manera. Lo invita a tomar asiento. Ambos comienzan a disfrutar del almuerzo, sin decir una palabra. Quizás porque ninguno sabe qué decir o que preguntar, por lo que se genera un silencio incómodo. Tampoco se miran. Tan solo comen en silencio.

Eso a Luisa le preocupa. Piensa que su padre le está ocultando algo. ¿Pero qué?. Ante la incertidumbre decide preguntar: ¿Vas a ir de nuevo al hospital?. Su padre le responde: Debo hacerlo. Ella me va a estar esperando. Ante la respuesta Luisa le pregunta si ella también puede ir, a lo que su padre le responde que sí. No hay problema con eso. Luisa se alegra. Se levanta de su asiento y camina hacia su padre. Lo abraza y él le corresponde.

Quiere llorar, pero no puede. No puede mostrar debilidad. Mucho menos delante de su hija. Menos en un momento como este. Se contiene. Luisa le agradece. Sabe que está haciendo todo lo posible para que su madre salga adelante. Pero Victor sabe que eso no es suficiente. El último diagnóstico que le dio el médico no es bueno. Teme lo peor. Aun así, recuerda las palabras del médico: “aún es demasiado pronto para estar sentados en la vereda llorando”. Hace un esfuerzo y se mantiene tranquilo. Se separaron del abrazo.

Luisa ocupa de nuevo su lugar y siguen comiendo. Cuando terminan ambos se levantan de la mesa. Victor sube las escalera para ir a su habitación y recostarse en su cama para descansar. Luisa se queda en la cocina limpiando y ordenando todo lo que habían ensuciado.

Sale de la cocina. Sube las escaleras. Revisa la habitación de su padre. Ve que está dormido y lo arropa con una manta gruesa. Le da un beso en la mejilla y sale del cuarto para ir al suyo. Se recuesta en la cama pero no para dormir. No tiene sueño. Su mente no deja de divagar y de dar vueltas en lo mismo. Se imagina a su madre entrando a su habitación completamente recuperada y esbozando una bella sonrisa.

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