*Loren*
Lo peor de mis pesadillas se había vuelto una realidad, sabía que en algún momento esa mujer volvería a nuestras vidas, pero lo que menos me esperaba es que fuera de este modo. Nunca me imaginé que seguía tan cerca de nosotros y que por desgracia su querida hija vaya a la misma escuela que la nuestra, si hubiera sabido desde un principio que estaban en la misma ciudad le hubiera suplicado a Max irnos lejos, a otra parte para no poder tentar a la suerte. Ahora que ha vuelto y de la peor manera no puedo dejar que Max se entere de que esa niña es su hija, eso pondría en peligro todo por lo que he luchado todo este tiempo y sigo haciendo. Era perfectamente consciente de que no podían divorciarse por culpa del abuelo de Max, aun sabiéndolo deseaba con todas mis fuerzas que ese matrimonio no fuera real.
Ahora que estoy en la vida de Max dejé a un lado todo contacto con mi padre, sabía que no podía seguir siendo su títere y que me utilizara a su antojo para su beneficio y mucho menos que se interpusiera en mi vida ahora que tenía a mi hija, yo me prometí no ser como mis padres, dejaría que mi hija decidiera a quién amar, a que eligiera su propio destino. Quiero que tengas muchas más posibilidades de las que yo tuve, que sea feliz y por todo lo que he visto estos últimos años, Max me ha demostrado que es un buen padre y enseñará muchas cosas a Lara el día de mañana.
Mi padre me solía mandar de vez en cuando algunos mensajes para preguntar por mí y por la niña, otras veces solo mandaba alguna postal y felicitaciones de Navidad y eso me irritaba mucho, sobre todo porque cada vez que recibía noticias de él yo discutía con Max. Con las únicas personas con las que tengo contacto son con mis hermanos y mi madre, a veces me voy con ella a comer para que pueda ver a la niña, no le tengo tanto odio a mi madre y, además, es la única amiga que tengo, sé que ella solo sigue las órdenes de mi padre y una sumisa ante sus exigencias.
Cuando salí del despacho volví a la sala para estar presente en el cumpleaños, quería olvidarme de mi conversación con Max por un buen rato porque sabía que es lo que iba a hacer, le conocía perfectamente.
*Maxwell*
He estado dándole vueltas todo este tiempo, no sé si estoy preparado para saber todo lo que ha estado haciendo Emma en su vida, pero tengo que estar seguro de si esa niña es mi hija, antes de abrir el correo que me ha mandado mi investigador le di un gran sorbo al vaso de whisky. Aunque no quería saber nada de lo que había estado haciendo todo este tiempo, me aseguré de que la investigaran hasta que yo decidiera tener su información, en el fondo sabía que en algún momento lo necesitaría.
<<La señorita Davis parece tener una gran afición por las armas de fuego, cuando dio a luz al poco tiempo comenzaron a impartirles clases para su mejoría. Ha comprado un edificio con la ayuda de su hermano, James Bernard, donde claramente han puesto una empresa de asesoría, por lo que he podido averiguar tienen muy buenos clientes de empresas muy importantes. Aparte de llevar una vida monótona tiene una gran devoción por el cuidado de sus hijos, su hija nació el 10 de septiembre en el Hospital Sumer Col, a sus dos años de edad muestra una gran inteligencia>>
Su hija nació el mismo día que Lara y ha desaparecido el mismo día de su cumpleaños, puedo imaginarme por el mal momento que está pasando. Continué bajando el mensaje y me fijé en todas las fotos que había recibido, Emma, sus amigos, su hija… la cual… es idéntica, a mí. Di un gran salto de la silla sin despegar la vista de la pantalla, no era casualidad, su tez clara hacía resaltar sus hermosos ojos claros, era preciosa y alegre; con el corazón a mil por hora y la adrenalina por las nubes me acerqué a un armario en donde tenía algunas fotos de cuando era pequeño. Llorar era lo menos que me esperaba, darme cuenta de que esa niña era mi hija y no haberla visto nacer hizo que mis lágrimas se convirtieran en fuego, estaba furioso y estrellé todo lo que había por mi paso. En estos momentos estaba odiando a Emma, me ha mentido todo este tiempo y no ha sido capaz de decirme la verdad cuando nos volvimos a encontrar apenas hace unas horas, pero esto no se iba a quedar así.
Les contesté a los que tenían a mi hija retenida, dios sabe dónde, quería recuperarla, quería verla por primera vez, me daba igual lo que tenía que pagar, pero quería que me la dieran y tengo todo el derecho del mundo querer estar con mi hija.
<<Quiero que me la entreguéis antes de las doce, si no lo hacéis no hay trato>>
Esperé y al instante me contestaron.
<<Hecho, le daremos las indicaciones, queremos el dinero en menos de una hora>>
Me levanté de la silla yendo directo al perchero, al salir del despacho no contesté a lo que me estaba hablando los demás, solo cogí y salí de mi casa, tenía que ir a uno de mis pisos para buscar todo ese dinero que esos malditos me están pidiendo, pero todo esto del secuestro no me lo creo, todo está siendo muy sencillo y a mi pesar siento que Vitale está detrás de todo esto.
*Emma*
Me estaba volviendo loca sin tener ninguna noticia de mi hija, solo pensaba en su seguridad y en su vida, si fuera un secuestro ya me habrían llamado para pedir alguna compensación o algo, pero nada de eso, solo me castigan sin tener información y temo que no vuelva a ver a mi hija nunca más. Hoy en día hay muchas organizaciones que venden a personas para vender sus órganos, otros para cosas más turbias o simplemente vender a otras familias de otros países, puedo esperarme cualquier cosa. Tyler ha llegado con los ojos hinchados de tanto llorar y nervioso, mucho más que yo, los demás están muy preocupados en casa y les he pedido que no le contaran nada a Daniel de lo que está pasando, en estos momentos pensaba que me iba a desmayar de tanta rabia acumulada.
Las horas pasaban y seguíamos sin poder hacer nada, la noche había llegado y mi hija no estaba conmigo en mis brazos, no veo el momento de volver a verla, hay momentos en los que me pongo a pensar en si irme y actuar por mi cuenta, pero si llegase a hacer tal cosa James no me lo perdonaría nunca. Estoy tan agobiada que necesitaba salir al balcón para tomar un poco de aire, estaba mirando el pasar de la gente por las calles cuando siento una mano cálida tocar mi hombro, Tyler venía a consolarme una vez más.
— Vas a coger frío, ten —me da su chaqueta.
— No hace falta, estoy bien —terminé de decir con un gran suspiro—. Si paso frío significa que estoy sintiendo algo —sus ojos se clavaron en los míos.
— No tienes por qué hacerte esto, estoy seguro —negué con la cabeza interrumpiéndole.
— No lo entiendes —me apoyé en la barandilla de metal—. Crees entenderme, pero no lo haces. Sé que quieres a Tara como si fuera tu propia hija, pero en algún momento…
— ¿Esto tiene que ver con la vuelta de Maxwell? —dijo apretando los dientes.
— No.
— Admítelo, podrían cambiar las cosas ahora que ya sabe que —fruncí el ceño.
— Él no sabe que Tara es su hija y nunca lo sabrá —me froté mis brazos descubiertos.
— ¿Y si se llega a enterar? ¿Qué crees que sucederá? —esperaba que eso nunca pasase.
— No lo hará, estoy segura —o eso me decía a mí misma.
— Voy a volver, deberías entrar o te congelarás.
— Me quedaré aquí un rato más —le lancé una sonrisa fingida.
— Claro.
Aunque no quisiera admitirlo, Tyler tenía razón, si Max se entera de que Tara es su hija podría reclamarme muchas cosas y yo no estaría preparada para ello, no sabría qué contestar ni cómo actuar, a lo mejor incluso diría mentiras o mismamente huiría del país.
Dejando a un lado mis pensamientos, sentí una leve vibración que procedía de mi bolsillo izquierdo, saqué el teléfono y me fijé que ya era las once de la noche, miré las notificaciones y no había nada, salvo algunos mensajes y uno en concreto de ¿Max?, no creo recordar haberle dado mi número de teléfono.
<<Emma, necesito que vengas a mi casa, es importante. Ven sola, si vienes con alguien más lo sabré>>
Era muy misterioso, al momento me mandó la ubicación de su casa, aunque la verdad es que mirando bien seguía viviendo en la misma casa de la última vez, así que sabía dónde quedaba.
<<Ok>>
Contesté y volví a entrar, esperaba que fuera algo importante como para que me hiciera ir hasta su casa a estas horas de la noche.
— ¿Vas a algún lado? —me preguntó James.
— Sí, necesito dar una vuelta, si me quedo aquí me voy a volver loca.
— ¿Quieres que te acompañe? —Tyler me sujeta de la mano y yo se la quité levemente.
— No, prefiero ir sola.
— Espero que no vayas a hacer ninguna locura —frunce el ceño James.
— Que poca confianza —me burlo alzando la ceja.
— Sabes que…
— Mira, me voy —le interrumpí.
No podía perder más el tiempo en esta casa, tenía una corazonada de que Max sabe algo de mi hija, pero no sé por qué tanto misterio. La verdad es que estoy pensando en la conversación que tuve antes con Tyler, ahora que Max ha vuelto a aparecer en nuestras vidas no hay nada seguro, puede que en algún momento se dé cuenta de la verdad.
No tardé mucho en llegar a su edificio, no lo recordaba tan elegante, esa gran entrada y los grandes ventanales no pasan desapercibidos entre los demás edificios. El portero me recibió inmediatamente y uno de los que supongo que será su seguridad, la subida hasta la penúltima planta, se me hizo eterna sin contar la odiosa música de fondo que te hacía sentir como si estuvieras en la sala del dentista. No me había parado a pensar que estaba a punto de entrar en la casa en donde vive su hija y Loren, no me gustaría encontrarme con ella y que se hiciera ideas equivocadas. Al llegar a la entrada avisaron de que me encontraba ahí y me hicieron pasar a su despacho, se notaba que ahí estaba viviendo una mujer porque antes no tenía tantos decorados y estaba todo menos alegre, ahora hasta tiene un toque acogedor. Estaba empezando a oler su perfume desde la puerta, era tal y como lo recordaba, tan embriagador que te daban ganas de seguir oliendo todo el día. Al entrar, Max se encontraba sentado en su silla apoyando los codos a cada extremo del apoyabrazos.
— ¿Para qué me has hecho venir? —dije una vez que su hombre saliera del despacho—. ¿Qué es eso tan importante que tenías que decirme? —esperé respuesta, pero no decía nada, solo se quedaba en silencio mirándome fijamente.
— ¿Sabes? —se levanta y se pone a menos de un metro de distancia—. Nunca me hubiera imaginado que fueras capaz de hacer tal cosa —fruncí el ceño, no entendía nada de lo que estaba pasando aquí.
— Maxwell, no estoy aquí para tus juegos, mi hija está secuestrada por ahí y yo…—desistí, me giré, pero antes de llegar a la puerta empezó a hablar.
— ¿Cuántos años tiene Tara? —me paré en seco sin darme la vuelta—. ¿Pensabas que no me iba a enterar nunca? —mi corazón latía tan fuerte que era lo único que se podía escuchar en esta habitación.
— No sé de qué me estás hablando, ni que tiene que ver mi hija en esto —le miré.
— ¿Vas a seguir ocultándomelo? Hacerte la loca como si nada ha pasado —sabía a lo que se refería, se había enterado, pero nunca me imaginé que pasase ahora—. Me has ocultado durante dos años a mi hija —me miró con rabia mientras se acercaba a mí.
— Yo no…
— ¡Cállate! —me sorprendí—. Me he perdido dos años de su vida y a ti no te ha importado nada, la has alejado de mí.
— No tienes el derecho de reclamarme nada porque no es tu hija—dije con ira—. Tú nunca quisiste tener ningún hijo, Maxwell. No vengas con el cuento de hombre dolido porque eso no sirve de nada.
— Ahora vienes con esas excusas —se ríe—. Soy su padre.
— ¡Mi hija ya tiene un padre y ella es muy feliz!
— ¿Ese imbécil de Tyler?
— Ese imbécil como tú lo llamas ha sido el mejor padre que Tara hubiera podido tener nunca, a mi hija no le falta nada, ni amor, ni dinero, ni nada de nada. Así que puedes ahorrarte todo tu discursito y olvidarte de que existimos.
— Aún sigues siendo mi esposa y por derecho esa niña es de mi sangre, no quieras enfadarme —notaba como empezaba a notarse su vena del cuello.
— Seguimos casados, no por elección propia, sino por obligación —me acerco más a él—. Si hubiera sabido cuáles eran los términos nunca me hubiera casado contigo, te aprovechaste de mí, jugaste con mis sentimientos y, aun así, no te importó como acabaría. Ocultarte a Tara no es lo peor que te he hecho en comparación con lo que tú me hiciste a mí.
— Eso no tiene nada que ver ahora.
— Oh, sí, yo creo que sí —me giré dándole la espalda—. Me marcho de aquí porque me estás haciendo perder el tiempo.
— No creo que sea buena idea —me giro para ver como su sonrisa malévola no se despegaba de su cara—. Tara se encuentra en un cuarto durmiendo tranquilamente.
— ¿Qué? —lo primero que se me vino a la mente fue pensar que él la secuestró desde un principio—. ¿Tú la?
— No, he pagado su rescate y se encuentra sana y salva.
— ¿Dónde está? Llévame con ella —comencé a dar vueltas por la habitación.
— No.
Max estaba agotando mi paciencia, tenía el descaro de reclamarme que le haya ocultado la existencia de nuestra hija y ahora no quería llevarme junto a ella.
— ¿Qué coño estás diciendo? —le agarré por la camisa.
— Deja que duerma aquí.
— Ni muerta voy a dejarte a mi hija —me reí.
— Bien, si no quieres por las buenas…
— ¿Me estás amenazando? —me fijé que tenía una pistola en la mesa y la cogí rápidamente apuntándole a la cabeza—. No me obligues a hacerlo.
— ¿Piensas matarme? No eres capaz y si lo haces iras a la cárcel, dejarás a nuestra hija sola, sin su madre, creo que la cadena perpetua no te favorecería —al despistarme me quitó la pistola tumbándome en el suelo.
— Suéltame.
— ¡Quieta! Puedes seguir forcejeando, pero sigo siendo más fuerte que tú —le miré fijamente a los ojos, relajé mi cuerpo y salí de su agarre poniéndome encima inmovilizándolo.
— Puede que seas más fuerte, pero yo soy más lista, y rápida —sonreí desde mis adentros.
En ese momento alguien entra en la habitación, cuando miramos hacia la puerta vi a esa mujer rubia que hacía tiempo que no veía.
— ¿Qué está pasando aquí? —dijo más bien en modo de reclamo al mirarnos.
— Nada —contesté levantándome dejando libre a Max.
— Solo estábamos discutiendo algunas cosas —menciona él.
— ¿Discutiendo mientras ella está encima de ti? —yo me quedé callada, no tenía más ganas de discutir—. ¿Cómo te atreves a venir a mi casa para seducirle? —llega hasta a mí.
— Loren, basta ya, déjame un minuto —le hace una señal para que salga del despacho.
— Como quieras —le fulmina con la mirada. Apuesto a que me estará maldiciendo en estos momentos.
— ¿Y bien? Quiero que me des a mi hija, si en dos minutos no está aquí te puedo asegurar que será peor para ti —dije mientras se colocaba la camisa.
— ¿Y si no quiero? Podría quitártela y no la volverías a ver nunca, como tú hiciste.
— No quieras empezar una guerra que no vas a poder ganar —le advierto.
— Yo siempre gano las guerras —me reta con la mirada. Luego va hacia la puerta y habla con su guardia para que traigan a mi hija.
— Has hecho bien —dije con los brazos posados en mis caderas.
— Por el momento se va hasta la mesa para darle un sorbo a su copa. Eso se piensa él.
A los pocos minutos llega mi hija en brazos de la nana, me aseguro de que está sana y completa, solo tiene algunos rasguños, pero está conmigo y eso es lo único que me importa ahora mismo. Lloré tanto de verla que incluso la desperté de su sueño, pero ella sonreía de verme, era obvio que ella también me había echado de menos.
— Aquí ya no hacemos nada —cogí en brazos a Tara—. Espero no volver a verte nunca —dije medio susurrando, aunque él lo escuchó.
— Eso va a ser difícil —veo como sonríe.
Con mi hija en brazo y el corazón tranquilo me marché a casa, estaba sana y salva por fin conmigo y ahora no la iba a dejar sola, llamé por teléfono a todos para que supieran que la niña se encontraba conmigo y para que estuvieran más tranquilos. Al poco rato de llegar todos se encontraban en el salón esperándonos, hasta Daniel estaba despierto.
— ¿Qué hacéis todos aquí? Es muy tarde.
— No podíamos irnos a casa sin asegurarnos de que de verdad estaba bien —dijo Tamy abrazándonos.
— Emma, déjame que vea que la niña está bien —Eva sacando siempre su instinto médico.
— Claro.
— ¿Cómo es que la tienes? ¿Qué ha pasado? —pregunta James, preocupado.
— Ahora mismo no quiero hablar del tema, lo único que me importa es que ya la tenemos con nosotros —intenté esquivar un poco el tema.
Tyler comenzó a llorar al ver a Tara, su amor por ella es incondicional y me duele pensar que ahora esa relación entre padre e hija sea interrumpido por Max, ahora que sabe la verdad no sé cuál es su plan, pero si quiere jugar, pues adelante porque va a perder.
Después de un buen rato los demás se marcharon a casa y yo me quedé con Tyler mientras veíamos como Tara se volvía a dormir, no me imagino una vida sin mis hijos, son lo más importante que tengo porque sin ellos yo no sería la mujer quién soy ahora. Es increíble cómo el mundo es tan pequeño que hace encontrarte con personas de tu pasado, aunque viviendo en la misma ciudad, tarde o temprano nos íbamos a encontrar, empiezo a pensar que hubiera sido mejor irnos a otra ciudad. Hoy había tenido mucha acción, demasiada para mi gusto, me sentía agotada física y mentalmente y necesitaba descansar, me marché a la cama cayendo en un profundo sueño.
Han pasado dos días desde que secuestraron a Tara, ahora que no podemos estar seguros de nada hemos reforzado la seguridad para todos, cada mañana me aseguro de ponerles a los niños un localizador. Cuando me enteré de que Max tenía a Tara se me pasaron muchas cosas por la mente y no precisamente buenas y ahora que sabe que es su hija estoy segura de que hará cualquier cosa para fastidiarme, al día siguiente de recuperarla, James vino a mi despacho para hablar de lo que había sucedido. No era fácil para mí decirle la verdad, pero tenía que saberlo, él se llenó de rabia y quería ir a pegarle un tiro en la cabeza, pero al fin y al cabo fue Max quién la recuperó y en cierto modo se lo debemos. Le devolvimos el dinero que tuvo que pagar para recuperar a la niña, pero ese dinero se nos fue devuelto y a mí me llegó una nota, en él decía que no quería nuestro dinero, lo único que quería era recuperar el tiempo perdido con su hija, eso me puso la piel de gallina.Con todo esto de la desaparici
Al llegar a casa lo primero que hice fue ver a mis hijos, ellos eran lo que más me importaban en el mundo y si les pasara algo yo me moriría, aunque estuviera cansada o triste, sus risas y tonterías eran mi subidón de adrenalina. Tyler era consciente de que estaba más rara de lo normal, ni siquiera contesté a las llamadas que me había hecho esta tarde, pero no me apetecía hablar con él en ese momento, cuando la nana cogió a los niños yo me metí en el cuarto para coger mi ropa y meterme a la ducha. Necesitaba refrescarme y pensar en la propuesta de Max, me siento tan presionada que no sé exactamente qué hacer, en cierto modo siempre quise que mi hija conociera a su verdadero padre, pero, por otro lado… no estoy tan segura de ello y sé que sea la decisión que tome, a Tyler no le hará ninguna gracia. Al entrar al baño sabía que Tyler me seguiría, a veces era habitual ducharnos juntos que luego acababa con sexo, pero ahora todo es diferente, tenía muchas cosas en la cabeza de que pensar.
Me está costando centrarme en el trabajo el día de hoy, han pasado varias semanas desde el cumpleaños y ahora empezamos con el duro trabajo en la empresa, tenemos la suerte de tener nuevos contratos con dos empresas importantes y no he dejado de revisar papeles sin parar. Mi sueño era ser empresaria, pero nunca me imaginé que fuera tan difícil, con razón muchos empresarios tienen caras largas y arrugadas de lo frustrados que pueden llegar a estar, yo espero no llegar a estar como ellos nunca. Tyler está en el departamento financiero pendiente de todo mientras yo manejo los contratos, reuniones con posibles socios y etc.… esto la verdad que es un sin parar, sin embargo, me siento orgullosa de todo lo que estoy logrando, bueno lo que estamos logrando en tan poco tiempo, eso me anima cada día a trabajar más. Pero últimamente me refugio mucho más en el trabajo para no tener que estar pensando en… en Max, ahora no deja de visitar a Tara y de traer a su hija Lara, la verdad es que no había
Esa rubia escuálida me había dejado con ganas de decirle unas cuantas cosas en la cara, pero para ser sincera prefiero callarme las cosas porque no soy tan mala persona como ella. Tyler al verme llegar se me abalanzó sobre mí dándome un fuerte abrazo y un beso, eso me hizo sentir mejor y aunque estuviera un poco distante con él le agradecía que estuviera ahí conmigo. Fui al vestidor al momento para poder cambiarme, esta noche solo asistiré con James y Tamy a la fiesta, Tyler se queda con los niños en casa para poder estar pendientes de ellos. Al salir de la ducha me puse una lencería negra de encaje, lo había comprado hace un tiempo y ahora tenía la oportunidad de ponérmelo, al ponerme el vestido me sentí como una diosa digna del olimpo, me cogí uno de mis tacones favoritos, en realidad esos tacones me los había regalado Max, pero eso ahora no importa, seguí arreglándome.— Voy a tener que replantearme seriamente eso de dejarte ir así de guapa —oigo que me dice Tyler apoyado en la
Al llegar a casa quería quitarme la ropa, sentía que me estaba asfixiando y necesitaba un golpe de agua fría sobre mi piel, no sé qué narices estoy haciendo con todo esto, ni siquiera he podido contenerme y separar a Max de mí. Bajo el agua fría, reflexiono en cómo esto cambia las cosas, no puedo dejar que esto me afecte tanto y mucho menos dejar que Max me manipule con sexo y palabras baratas, tengo que ser más astuta y actuar antes que él, lo quiero fuera de mi vida cuanto antes y buscaré la forma de hacerlo. Estuve un buen rato en la ducha cuando escuché que abrían la puerta del baño, Tyler se había despertado y notado mi presencia, me sorprendió lo que estaba haciendo y es que a medida que iba avanzando hacía la ducha se iba quitando la ropa tirándola al suelo, se dejaba ver desnudo al completo con su pecho marcado, abrió la mampara y entró conmigo.— ¿Qué haces? —era una pregunta tonta porque sabía cuáles eran sus intenciones.— Esto —se abalanza sobre mis labios con un a
Volver a la rutina es algo de lo que nunca me acostumbraré, eso de tener que madrugar tanto para estar puntual en tu trabajo cuando eres la jefa no me hace mucha gracia, ahora que posiblemente tengamos nuevos posibles socios me anima mucho más a trabajar duro cada día. Hoy Mario me ha estado ayudando con algunos documentos para las reuniones que han sido programadas para los siguientes días y algunos de los eventos que me han invitado, aunque me sorprende después de haber sido tan criticada en Daysun. Así que después de trabajar y varias reuniones aún me faltaban muchas cosas por hacer, tenía que hablar con recursos humanos para comentar algunos aspectos de contratación, cogí algunas cosas de mi mesa y salí de mi despacho cuando Mario me detiene. — Señorita Davis —frunzo el ceño. — ¿Pasa algo? — Alguien ha venido a verla. — ¿Tenía programada alguna reunión? —dije mirando mi reloj. — No, pero me gustaría poder concertarla con usted —alguien dijo a mis espaldas,
Las semanas se pasaron volando y los días en la oficina cada día se volvían más intensas, nuevos clientes y muchas reuniones por asistir, Mijail desde que tomó la iniciativa de ser nuestro cliente ahora está más presente en la empresa, a Tyler no le da mucha confianza, pero no podemos perder a nadie ahora que nos está yendo tan bien. Ahora estoy bastante estresada porque en unos días se acerca la boda de Liam y Eva y aún tenemos que ayudarla con los últimos preparativos, hoy me he tomado la libertad de cogerme el día libre para poder verla con el vestido de novia que le ha hecho Tamy, lleva volcada en él desde que nos enteramos de que se iban a casar y en cierto modo entiendo que quisiera despejar su mente con ello. Dejando aparte todos los problemas que hemos tenido, ahora es un buen momento para celebrar algo tan bonito como una boda y la unión de dos personas que se aman es algo especial que todos deberíamos de presenciar. Ellos no lo saben, pero les he regalado la luna de miel a Pa
Era justo lo que me temía, tenía miedo de enfrentarme a Tyler en cuanto llegara a casa y no me veía capaz de hablar con él, ni siquiera de contarle la verdad sobre lo que había hecho, en cuanto crucé el salón me fui directa a mi despacho, me daba vergüenza mirarle a la cara. Supongo que él entendió la indirecta y no me siguió, era lo mejor, no podía dejar de pensar, me dolía la cabeza y el corazón, me siento una mala persona; la copa que tenía en mi mano era claro ejemplo de no querer afrontar las cosas y esta noche dormiría en el sofá de mi despacho.A la mañana siguiente todo lo que sentía se había magnificado, dolor de cabeza, el sentimiento de culpabilidad, todo se estaba derrumbando una vez más y yo no era capaz de controlarlo. No me había dado cuenta de lo tarde que se me había hecho, que el fuerte sonido del móvil me tambaleó en la cabeza, me costó encontrarlo y me caí del sofá, pero lo pude coger.— ¿Diga? —dije con la voz aún dormida.— Señorita Davis, va a llegar tar