Al final del destino
Al final del destino
Por: Vir
Capítulo 1

Tenía claro que mi vida no sería fácil, estaba rodeada de obstáculos, algunos los saltaba y otros simplemente los esquivaba, pero estoy orgullosa en la mujer que soy hoy en día, tengo todo lo que pueda necesitar y aunque parezca mentira estoy agradecida de que me haya pasado todas las cosas malas de mi pasado. Aún tenía que mejorar muchos aspectos de mí, pero cada día los voy mejorando y esforzando.

Hace dos años mi vida cambió tan bruscamente que no me di tiempo a conocer mundo, ha conocerme mejor a mí misma, no hacía mucho, había llegado a New York con la esperanza de encontrar una mejor vida para mi hijo y para mí, para poder coger experiencia y el día de mañana comenzar a crear mi propia empresa. Pero eso iba a tardar, primero tenía que conocer al hombre que me dejaría sin aliento cada vez que me miraba, el que no tenía ningún reparo en ser cruel con quién se cruzara en su camino, él era puro fuego y yo la leña que le mantenía vivo, pero al final terminamos consumiéndonos. Decidí separarme de todo lo que me relacionara con él, pero eso no podía pasar, había algo mucho más fuerte y grande que nos seguía uniendo, aunque no quisiera, Tara, nuestra hija, esa misma que él no conoce. Era obvio, el causante de mi corazón roto, Maxwell Miller había dejado un gran vacío en mi pecho, pero lo mejor para los dos era alejarme, no quería que mis hijos se vieran envueltos es sus dramas mafiosos y mucho menos tener que soportar a la madre de su bebé, Loren. No podía permitir tal humillación ante el mundo, mi marido, el que solo me casé con él para ayudarle a mantener su empresa, me había engañado con su amante justamente el mismo día que me encontraba en el hospital, prácticamente casi sin vida. Me juré no volver a verle y a nunca perdonarle por tanto daño, tanto es así que mentí de que había perdido a nuestro bebé para que pudiera desprenderse de mí más fácilmente.

Ahora que han pasado dos años todo va a mejor, estoy rodeada de la gente a quien quiero y estoy consiguiendo todo lo que me había propuesto cuando era pequeña, ahora que sé quién soy y de dónde vengo, puedo con todo lo que me deparé en la vida. Cuando me enteré de que tenía un hermano y que procedíamos de un linaje de jefes de la mafia italiana no quería creérmelo, yo tuve una vida y unos padres y era imposible que fuera hija de un mafioso muy respetado, pero con el tiempo, los viajes y toda la información acepté mi ser como parte de la mafia. Mi hermano James se había hecho cargo del negocio cuando murió nuestro padre y ahora yo le ayudo en lo que podía, sé que suena un poco hipócrita por haber dicho que no quería verme relacionada con el negocio de Maxwell, pero esto era distinto, era mi familia, sangre de mi sangre y mataría por proteger a cada uno.

Después de que mi mejor amiga Tamy y James se casaran se mudaron a una de los Penthouse más elegantes y caros de la ciudad, estaban dispuestos a formar una familia, aunque Tamy tuviera problemas para quedarse embarazada, llevaban todo este tiempo intentando tener un bebé y eso les frustraba bastante y aunque mi hermano ya tuviera dos hijos con su anterior esposa eso no era ningún impedimento para ellos. En el fondo me daba miedo que no llegaran a conseguirlo, temía por la salud mental de mi amiga y siempre hacía lo posible para apoyarla en este proceso, ella siempre me apoyó desde que éramos pequeñas, ella era como si fuera mi hermana.

Por otro lado, mi ex, el padre de mi hijo Daniel, se acaba de comprometer con su novia Eva, una chica encantadora que se ha convertido en una de mis mejores amigas, cuando la conocí no me imaginé que fuera una persona tan buena y pura, Tamy y yo nos convertimos en sus damas de honor al igual que otras amigas de ella y como nuestro deber teníamos que ayudarla en los preparativos y en todo lo que tiene que ver con la celebración.

En mi ámbito personal seguía saliendo con Tyler, se había convertido en una persona muy importante para mí y me hacía feliz, llegué a quererle de verdad y comencé a tener sentimientos nuevos. Él nunca se dio por vencido, me ayudaba, me quería y se había convertido en un padre para Tara; decidí ponerle su apellido ante su insistencia porque sabía que amaba a mi hija como si fuera propia. Ahora habíamos formado una pequeña familia y nos mudamos a otro Penthouse, pero más modesto, cerca de las escuelas de los niños y de nuestro trabajo, sobre todo porque ahora trabajaba también con Tyler en mi empresa y nos estaba generando muy buenos ingresos, bastante para haber comenzado hace poco. Tenía muchos nuevos clientes importantes y muchas personas con las que querían hacer negocios conmigo, eso me llenaba de alegría.

Hoy es el cumpleaños de mi pequeña Tara, el 10 de septiembre nació convirtiéndose en otra parte de mi corazón, dos años llenos de felicidad y de amor, es una niña tan alegre que te contagia hasta su risa, tiene los mismos ojos verdes que Max hasta el mismo cabello castaño. He salido antes de la empresa para poder ir a la escuela, James insistió en que la llevara a la mejor escuela de toda la ciudad, daban muy buenas clases y ayudaban a desarrollar la inteligencia desde que son muy pequeños, en cierto modo eso es lo que me convenció. Le tenemos en casa una gran fiesta con globos y disfraces, una gran tarta y algún que otro regalo, esto solo era un adelanto de su fiesta este fin de semana, Tamy insistió en organizar una gran fiesta y no me pude negar, está muy emocionada. Dejé un cupcake de fresa en el maletero y un globo para llevárselo a la escuela, sé que le hará mucha ilusión, cuando me senté para empezar mi camino, a veces odiaba esta ciudad por su tráfico, lo que puede ser un viaje de diez o quince minutos se convierte en un trayecto de media hora larga. Mientras me metía por los espacios libres que dejaban algunos de los coches, recibí una llamada de Tamy, era tan insistente con las celebraciones que seguro me piensa decir algo sobre ello.

—     ¡Hola, bombón! —dice con entusiasmo—. Dime que estás de camino para recoger a mi preciosa sobrina.

—     ¡Hola, caramelito! —me hacía mucha gracia como empezamos a saludarnos así—. Sí, en ello estoy.

—     Bueno… hablando de la cumpleañera, le tengo un vestido m-a-g-n-i-f-i-c-o te va a encantar —seguramente ahora estará haciendo uno de sus bailecitos—. ¡Ah! Y por supuesto le tengo un traje genial a Daniel, este estoy segura de que sí le va a gustar.

—     Estás como una cabra, quiero ver cómo le intentas convencer para que se lo ponga.

Tengo que aclarar una cosa, a Daniel no le suele gustar las prendas que le hace su tía Tamy, dice es algo… extravagante, además ya tiene seis años, es normal que ya quiera ir cambiando su estilo y decida lo que quiera ponerse, él es más bien, básico.

—     Qué aguafiestas, es tan finolis como su madre —se ríe—. Por cierto, creo que ya estás llegando tarde, ¿no? —miré la hora, era cierto, ya iba un poco tarde.

—     Sí, lo sé, pero no quieras ver cuánto tráfico hay hoy. Es horrible.

—     Bueno, entonces suerte en la aventura.

—     Tranqui, Jeff y Leo están en la entrada esperándome, si llego tarde me esperarán en el coche con Tara.

Jeff y Leo son unos de mis guardias, los contratamos para que vigilaran a Tara y todo lo que hay en su alrededor, sí, lo sé, suena un poco excesivo, pero tengo que asegurarme de que sale y entra bien a la escuela.

—     Bueno, en ese caso te cuelgo, tengo que volver a trabajar en un proyecto —sé a qué se refiere.

—     Ese proyecto… ¿No será el segundo vestido de Eva? ¿Verdad? —dije con vacile.

—     Oh, venga ya, se suponía que era una sorpresa —escucho como se decepciona.

—     Y lo es, ella aún no tiene ni idea —reí—. Bueno, nos vemos luego.

—     Chau bombón.

No me podía creer todo lo que estaba tardando en salir de la misma calle, solo me encontraba a dos manzanas, me lleve las manos a la cabeza de lo frustrada que estaba, odio llegar tarde a los sitios. Un minuto más tarde recibo otra llamada, era James, seguro que para preguntarme alguna cosa relacionada con la fiesta.

—     Hola, ¿Qué pasa? —pregunté.

—     Tengo una gran duda —se queda en silencio.

—     Venga, dispara.

—     Tenemos la tarta y las bebidas, pero ¿Qué es lo que falta? No me he traído la lista —dice algo alterado.

—     James… tranquilo, creo que faltaba algún aperitivo que otro, pero ¿No va a ser mucha comida?

—     Qué va, solo lo justo y lo necesario —miré la pantalla y me fijé que me estaban llamando, pero esta vez era Jeff.

—     Oye, James, no cuelgues. Dame un minuto que me está llamando Jeff.

—     Claro.

Puse en espera a James y contesté a la llamada, se me hacía raro porque ya habíamos hablado antes de salir de la oficina, no debía de llamarme si no fuera importante.

—     ¿Qué pasa, Jeff?

—     Señorita Davis, tenemos un problema —se quedó en silencio.

—     ¿A qué te refieres?

—     Es la niña, ha desaparecido —¿Había escuchado bien?, ¿mi hija había desaparecido?

—     ¿Qué estás diciendo, Jeff? Eso no es verdad.

—     Tiene que venir cuanto antes, señorita Davis.

—     Escúchame bien, no dejes que nadie salga de la escuela y si se niegan amenázales —agarraba tan fuerte el volante que quería arrancarlo. Colgué la llamada para volver a hablar con James.

—     ¿Pasa algo? —pregunta cuando percibe mi ausencia.

—     Tara ha desaparecido, James —cogí mi bolso y el teléfono y salí corriendo por la calle—. Estoy corriendo para llegar, estoy a una manzana —dije agitada y con el corazón en la mano, sentía que me quedaba sin aire.

—     Tranquila, salgo para allá ahora mismo, no estoy lejos.

 —     Vale.

En lo que estaba corriendo me partí la punta del tacón haciéndome caer al suelo, pero no me importaba, tenía que seguir corriendo para ir a buscar a mi hija, temía que le hubiera pasado algo malo, esperaba que solo se hubiera quedado dentro en el baño o que las monitoras se han despistado. Tenía tantas cosas en la mente, me imaginaba todas las escenas posibles para no tener que pensar en lo que de verdad creía, algo de mis adentros me decía que ellos habían actuado, que me habían quitado a mi bebé, solo me venía a la mente la cara de Luan Coleman, esa m*****a mujer que ha sido parte para destrozar mi vida.

Cuando llegué a la escuela estaban algunos de nuestros hombres ahí afuera esperándome, me vieron tan agitada que me tuvieron que sujetar para mantenerme de pie. Al instante me incorporé y los miré con seriedad.

—     ¿Están todos dentro? —pregunté al más alto.

—     Sí, señorita Davis.

—     Bien, espero que no haya salido nadie de aquí.

—     No, señorita Davis —dice el que estaba a su lado.

—     Bien, ¿En dónde están?

—     Hemos metido a todos en el gimnasio —me dice mientras caminamos hacia la entrada de la escuela.

Una vez dentro fui directa a Jeff y a Leo, mi primer impulso fue darles un bofetón, estaba enfadada, estaba decepcionada y tenía miedo.

—     Se supone que vuestro deber es proteger a mi hija y no lo habéis hecho, ¿Dónde coño estabais?

—     Lo sentimos mucho, señorita Davis.

—     Espero que no tengáis que lamentarlo más tarde —sé que parezco desagradable, pero he aprendido a no ser tan delicada con los demás, se trata de mi hija.

Me giro y veo que James entra corriendo por la puerta, me abraza tan fuerte y yo no puedo evitar llorar.

—     He venido lo más rápido que pude —me dice al oído.

—     Tranquilo, acabo de llegar —se separa y habla con Leo, más bien le coge por la camisa.

—     ¿Qué coño ha pasado?

—     James —dije para tranquilizar, este me mira y le suelta.

—     Señor Bernard, nosotros estábamos en nuestra posición de siempre, pero en cuanto vimos que la niña no salía nos alarmamos.

—     ¿Habéis revisado las cámaras? —pregunta.

—     Sí, pero dejaron de funcionar cinco minutos antes —íbamos caminando por el pasillo para ver que todos estaban en el gimnasio.

La directora se acercó indignada por tenerles retenidos sin explicación alguna, al ver que se trataba de nosotros bajo el tono de voz, en cierto modo sabía quiénes éramos.

—     Señorita Davis, Señor Bernard —nos saluda—. ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué nos tienen encerrados aquí?

—     Debería de saberlo ya —dije con indiferencia—.  Se supone que nuestros hijos están a salvo de cualquier peligro que pueda surgir en la escuela y no veo que sea así.

—     No la entiendo —agacha la mirada.

—     Míreme cuando le estoy hablando. Mi hija ha desaparecido, la han secuestrado y no creo que haya sido por pura casualidad.

—     Yo… no… no tengo ni idea de que ha podido pasar —se le notaba nerviosa, algo me decía que tenía que ver con todo esto. 

—     Acompáñeme —dice Jeff para investigarla.

Nos quedamos en el pasillo revisando las grabaciones y preguntando a algunas profesoras si habían visto lo que había pasado, pero nadie sabía nada, solo que la hora de salir una mujer que nadie conocía le dijo a una de las profesoras que la niña tenía que ir al baño, aunque casi no pueda hablar le estuve enseñando desde hacía mucho ir al baño para que no utilizara pañal.

*Maxwell*

Tengo suerte de seguir vivo para ver crecer a mi hija Lara, en el momento en que la vi supe que tenía que cuidarla costara lo que costara, no me importaba lo que dijeran las revistas sobre mi desliz con Loren, al fin y al cabo, era la madre de mi hija y no podía dejarla a la intemperie. Aún tengo presente a Emma, pero me obligué a no pensar más en ella, ni siquiera me molesté en buscar información de ella y mucho menos la buscaba estuviera donde estuviera, manipulé a la prensa para que no sacaran nada de su vida, aunque no estuviéramos juntos aún quería protegerla.

Hoy mi princesa cumple dos años, nació varias semanas antes y era muy pequeña, estaba muy asustado, Loren no conoció a la niña hasta dos días más tarde, había perdido mucha sangre y se quedó inconsciente hasta entonces. Yo era el típico hombre que no estaba preparado para tener hijos tan pronto, no quería tener una responsabilidad tan grande a mi cargo, hice una prueba de paternidad y resulto que de verdad era mi hija, claro que, no podía fiarme de las palabras de Loren, ya me había mentido en varias ocasiones. Desde que llegó Lara a mi vida dejé a un lado mi miedo a la paternidad y comencé a ser un buen padre, se parecía tanto a mí, salvo por su pelo rubio que era como el de su madre, pero sus ojos eran de mí mismo color, éramos iguales.

Siempre pienso en Emma y en cómo pudo haber sido nuestro bebé, si no lo hubiera perdido, si no hubiera sucedido nada malo, pero las cosas pasan por un motivo. Hoy me había tomado el día libre para prepararle una fiesta sorpresa a Lara, Loren y yo nos coordinamos para elegir la tarta perfecta y el regalo perfecto, quería que mi hija tuviera todo lo que podría permitirme. Mientras estábamos en el salón colocando los globos recibo una llamada de mi ama de llaves, se me hizo extraño y viendo la hora que era pensé que ya estarían de camino.

—     ¿Pasa algo? —dije al coger la llamada.

—     Señor, no puedo hablar muy alto, pero nos tienen retenidos en el gimnasio.

—     ¿Por qué narices os tienen ahí?

—     Al parecer ha desaparecido alguien o eso he escuchado. Será mejor que venga y nos saque de aquí, la niña está asustada y no es la única.

—     Salgo enseguida.

Colgué el teléfono y exploté uno de los globos de mala leche, quién narices se atrevía a retener a mi hija sin mi consentimiento, se iban a enterar de quién era yo.

—     ¿Qué pasa, Max? —pregunta Loren con el ceño fruncido.

—     Nada, quédate aquí. Voy a solucionar algo.

—     Pero —me marché sin escucharla.

Me metí en el coche mientras uno de mis hombres conducía, tenía la sangre hirviendo de la rabia que llevaba dentro, quería averiguar qué estaba pasando. No tardamos en llegar y en cuanto salimos del coche me fije que había varios hombres en la entrada haciendo escudo, no les había visto en mi vida, ni sabía quién eran ni para quién trabajaban, pero iban a dejarme a pasar o si no tendrían un gran problema.

—     No puede pasar —dice uno de los gorilas.

—     Será mejor que te apartes si no quieres que te vuele la cabeza —dice mostrando mi pistola.

—     No le tenemos ningún miedo, no sabe con quién se está metiendo.

—     Eso me gustaría verlo —dije con vacile. 

—     O me dejáis pasar o yo mismo me encargaré de quitaros del medio.

—     Será mejor que hagáis caso a lo que dice —dice uno de mis hombres.

—     Mire, aunque quisiéramos no podemos, ha desaparecido una niña y nadie puede entrar ni salir de aquí —dice el otro que estaba a su lado, fruncí el ceño, esta escuela era la mejor de la ciudad, no es posible que desaparezca una niña así porque sí.

—     Yo puedo ayudar —dije.

Después de una pequeña charla con esos de ahí afuera, pude entrar por la puerta, al fondo del pasillo pude ver cómo había varias personas agrupadas, mientras me iba acercando juré reconocer a uno de los hombres, escuche el llanto de una mujer desesperada, en el momento que escuché su voz supe que era ella, me quedé quieto, mi corazón iba cada vez más rápido.

—     Solo quiero saber dónde está mi hija, me da igual a quien tengáis que matar, pero la necesito conmigo —decía Emma, pero no conseguía verla.

En ese momento los hombres de James se dio cuenta de mi presencia y la de dos de mis hombres, su cara paso a ser puro odio, aunque aún tuviéramos negocios juntos, no teníamos mucho contacto. Emma dejó de llorar por un minuto al levantar la vista para encontrar sus ojos con los míos, no podía creer que la estuviera viendo, sigue estando preciosa aún con los ojos hinchados de llorar.

—     Emma —solté al verla.

—     ¿Qué coño haces aquí? —James se pone a mi altura cogiéndome de la camisa.

—     Eso mismo me gustaría saber —me zafé de su agarre—. Tenéis retenida a mi ama de llave y a mi hija.

—     Pues cógelas y lárgate de aquí —pero yo no quería irme, quería saber qué pasaba, había escuchado que había desaparecido una niña, ¿Acaso Emma ha tenido un hijo con ese capullo de Tyler?

—     ¿Qué ha pasado?

—     Nada, lárgate —pero esta vez veo que Emma le toca el hombro a James para calmarlo y se acerca.

—     Mi hija ha desaparecido, se la ha llevado Luan y Fabrizio, ahora que ya lo sabes puedes coger a tu hija y a su nana y marcharos de aquí.

Me sorprendí como me hablaba con tanta frialdad, me miraba con odio y rencor, lo podía notar, pero no podía dejar que me hablase de esa manera, aunque ya no estemos juntos y haya pasado mucho tiempo, quiero ayudarla, siento la necesidad de ayudarles a encontrar a esa niña. Temía que en algún momento Vitale actuara en algún momento, pero no voy a permitir que le pase nada a su hija.

—     Déjame que os ayude, si se trata dé.

—     No —me interrumpe James—. Sabes que no necesitamos tu ayuda.

—     Por favor —esta vez miré a los ojos de Emma, sabía que ella en algún momento cedería—. Sé que podemos hacer algo al respecto.

—     Emma… —James sabía que Emma estaba a punto de aceptar.

—     Está bien —dice sin mostrar algún sentimiento alguno hacia mi persona—. Pero harás todo lo que te digamos, no puedes ir por tu cuenta, se trata de mi hija, no de cualquiera.

—     Entendido.

Y después de dos años sin ver a la mujer a la que amo me la encuentro en el lugar que nunca me habría imaginado, había hecho volver a latir mi corazón, había encendido esa llama que pensaba que se estaba apagando por completo, ahora tenía la oportunidad de ayudarla a recuperar a su hija, hacer algo por su familia, sé que esto no cambiara nada, pero quiero tener una tregua con ellos.

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