Tenía claro que mi vida no sería fácil, estaba rodeada de obstáculos, algunos los saltaba y otros simplemente los esquivaba, pero estoy orgullosa en la mujer que soy hoy en día, tengo todo lo que pueda necesitar y aunque parezca mentira estoy agradecida de que me haya pasado todas las cosas malas de mi pasado. Aún tenía que mejorar muchos aspectos de mí, pero cada día los voy mejorando y esforzando.
Hace dos años mi vida cambió tan bruscamente que no me di tiempo a conocer mundo, ha conocerme mejor a mí misma, no hacía mucho, había llegado a New York con la esperanza de encontrar una mejor vida para mi hijo y para mí, para poder coger experiencia y el día de mañana comenzar a crear mi propia empresa. Pero eso iba a tardar, primero tenía que conocer al hombre que me dejaría sin aliento cada vez que me miraba, el que no tenía ningún reparo en ser cruel con quién se cruzara en su camino, él era puro fuego y yo la leña que le mantenía vivo, pero al final terminamos consumiéndonos. Decidí separarme de todo lo que me relacionara con él, pero eso no podía pasar, había algo mucho más fuerte y grande que nos seguía uniendo, aunque no quisiera, Tara, nuestra hija, esa misma que él no conoce. Era obvio, el causante de mi corazón roto, Maxwell Miller había dejado un gran vacío en mi pecho, pero lo mejor para los dos era alejarme, no quería que mis hijos se vieran envueltos es sus dramas mafiosos y mucho menos tener que soportar a la madre de su bebé, Loren. No podía permitir tal humillación ante el mundo, mi marido, el que solo me casé con él para ayudarle a mantener su empresa, me había engañado con su amante justamente el mismo día que me encontraba en el hospital, prácticamente casi sin vida. Me juré no volver a verle y a nunca perdonarle por tanto daño, tanto es así que mentí de que había perdido a nuestro bebé para que pudiera desprenderse de mí más fácilmente.
Ahora que han pasado dos años todo va a mejor, estoy rodeada de la gente a quien quiero y estoy consiguiendo todo lo que me había propuesto cuando era pequeña, ahora que sé quién soy y de dónde vengo, puedo con todo lo que me deparé en la vida. Cuando me enteré de que tenía un hermano y que procedíamos de un linaje de jefes de la mafia italiana no quería creérmelo, yo tuve una vida y unos padres y era imposible que fuera hija de un mafioso muy respetado, pero con el tiempo, los viajes y toda la información acepté mi ser como parte de la mafia. Mi hermano James se había hecho cargo del negocio cuando murió nuestro padre y ahora yo le ayudo en lo que podía, sé que suena un poco hipócrita por haber dicho que no quería verme relacionada con el negocio de Maxwell, pero esto era distinto, era mi familia, sangre de mi sangre y mataría por proteger a cada uno.
Después de que mi mejor amiga Tamy y James se casaran se mudaron a una de los Penthouse más elegantes y caros de la ciudad, estaban dispuestos a formar una familia, aunque Tamy tuviera problemas para quedarse embarazada, llevaban todo este tiempo intentando tener un bebé y eso les frustraba bastante y aunque mi hermano ya tuviera dos hijos con su anterior esposa eso no era ningún impedimento para ellos. En el fondo me daba miedo que no llegaran a conseguirlo, temía por la salud mental de mi amiga y siempre hacía lo posible para apoyarla en este proceso, ella siempre me apoyó desde que éramos pequeñas, ella era como si fuera mi hermana.
Por otro lado, mi ex, el padre de mi hijo Daniel, se acaba de comprometer con su novia Eva, una chica encantadora que se ha convertido en una de mis mejores amigas, cuando la conocí no me imaginé que fuera una persona tan buena y pura, Tamy y yo nos convertimos en sus damas de honor al igual que otras amigas de ella y como nuestro deber teníamos que ayudarla en los preparativos y en todo lo que tiene que ver con la celebración.
En mi ámbito personal seguía saliendo con Tyler, se había convertido en una persona muy importante para mí y me hacía feliz, llegué a quererle de verdad y comencé a tener sentimientos nuevos. Él nunca se dio por vencido, me ayudaba, me quería y se había convertido en un padre para Tara; decidí ponerle su apellido ante su insistencia porque sabía que amaba a mi hija como si fuera propia. Ahora habíamos formado una pequeña familia y nos mudamos a otro Penthouse, pero más modesto, cerca de las escuelas de los niños y de nuestro trabajo, sobre todo porque ahora trabajaba también con Tyler en mi empresa y nos estaba generando muy buenos ingresos, bastante para haber comenzado hace poco. Tenía muchos nuevos clientes importantes y muchas personas con las que querían hacer negocios conmigo, eso me llenaba de alegría.
Hoy es el cumpleaños de mi pequeña Tara, el 10 de septiembre nació convirtiéndose en otra parte de mi corazón, dos años llenos de felicidad y de amor, es una niña tan alegre que te contagia hasta su risa, tiene los mismos ojos verdes que Max hasta el mismo cabello castaño. He salido antes de la empresa para poder ir a la escuela, James insistió en que la llevara a la mejor escuela de toda la ciudad, daban muy buenas clases y ayudaban a desarrollar la inteligencia desde que son muy pequeños, en cierto modo eso es lo que me convenció. Le tenemos en casa una gran fiesta con globos y disfraces, una gran tarta y algún que otro regalo, esto solo era un adelanto de su fiesta este fin de semana, Tamy insistió en organizar una gran fiesta y no me pude negar, está muy emocionada. Dejé un cupcake de fresa en el maletero y un globo para llevárselo a la escuela, sé que le hará mucha ilusión, cuando me senté para empezar mi camino, a veces odiaba esta ciudad por su tráfico, lo que puede ser un viaje de diez o quince minutos se convierte en un trayecto de media hora larga. Mientras me metía por los espacios libres que dejaban algunos de los coches, recibí una llamada de Tamy, era tan insistente con las celebraciones que seguro me piensa decir algo sobre ello.
— ¡Hola, bombón! —dice con entusiasmo—. Dime que estás de camino para recoger a mi preciosa sobrina.
— ¡Hola, caramelito! —me hacía mucha gracia como empezamos a saludarnos así—. Sí, en ello estoy.
— Bueno… hablando de la cumpleañera, le tengo un vestido m-a-g-n-i-f-i-c-o te va a encantar —seguramente ahora estará haciendo uno de sus bailecitos—. ¡Ah! Y por supuesto le tengo un traje genial a Daniel, este estoy segura de que sí le va a gustar.
— Estás como una cabra, quiero ver cómo le intentas convencer para que se lo ponga.
Tengo que aclarar una cosa, a Daniel no le suele gustar las prendas que le hace su tía Tamy, dice es algo… extravagante, además ya tiene seis años, es normal que ya quiera ir cambiando su estilo y decida lo que quiera ponerse, él es más bien, básico.
— Qué aguafiestas, es tan finolis como su madre —se ríe—. Por cierto, creo que ya estás llegando tarde, ¿no? —miré la hora, era cierto, ya iba un poco tarde.
— Sí, lo sé, pero no quieras ver cuánto tráfico hay hoy. Es horrible.
— Bueno, entonces suerte en la aventura.
— Tranqui, Jeff y Leo están en la entrada esperándome, si llego tarde me esperarán en el coche con Tara.
Jeff y Leo son unos de mis guardias, los contratamos para que vigilaran a Tara y todo lo que hay en su alrededor, sí, lo sé, suena un poco excesivo, pero tengo que asegurarme de que sale y entra bien a la escuela.
— Bueno, en ese caso te cuelgo, tengo que volver a trabajar en un proyecto —sé a qué se refiere.
— Ese proyecto… ¿No será el segundo vestido de Eva? ¿Verdad? —dije con vacile.
— Oh, venga ya, se suponía que era una sorpresa —escucho como se decepciona.
— Y lo es, ella aún no tiene ni idea —reí—. Bueno, nos vemos luego.
— Chau bombón.
No me podía creer todo lo que estaba tardando en salir de la misma calle, solo me encontraba a dos manzanas, me lleve las manos a la cabeza de lo frustrada que estaba, odio llegar tarde a los sitios. Un minuto más tarde recibo otra llamada, era James, seguro que para preguntarme alguna cosa relacionada con la fiesta.
— Hola, ¿Qué pasa? —pregunté.
— Tengo una gran duda —se queda en silencio.
— Venga, dispara.
— Tenemos la tarta y las bebidas, pero ¿Qué es lo que falta? No me he traído la lista —dice algo alterado.
— James… tranquilo, creo que faltaba algún aperitivo que otro, pero ¿No va a ser mucha comida?
— Qué va, solo lo justo y lo necesario —miré la pantalla y me fijé que me estaban llamando, pero esta vez era Jeff.
— Oye, James, no cuelgues. Dame un minuto que me está llamando Jeff.
— Claro.
Puse en espera a James y contesté a la llamada, se me hacía raro porque ya habíamos hablado antes de salir de la oficina, no debía de llamarme si no fuera importante.
— ¿Qué pasa, Jeff?
— Señorita Davis, tenemos un problema —se quedó en silencio.
— ¿A qué te refieres?
— Es la niña, ha desaparecido —¿Había escuchado bien?, ¿mi hija había desaparecido?
— ¿Qué estás diciendo, Jeff? Eso no es verdad.
— Tiene que venir cuanto antes, señorita Davis.
— Escúchame bien, no dejes que nadie salga de la escuela y si se niegan amenázales —agarraba tan fuerte el volante que quería arrancarlo. Colgué la llamada para volver a hablar con James.
— ¿Pasa algo? —pregunta cuando percibe mi ausencia.
— Tara ha desaparecido, James —cogí mi bolso y el teléfono y salí corriendo por la calle—. Estoy corriendo para llegar, estoy a una manzana —dije agitada y con el corazón en la mano, sentía que me quedaba sin aire.
— Tranquila, salgo para allá ahora mismo, no estoy lejos.
— Vale.
En lo que estaba corriendo me partí la punta del tacón haciéndome caer al suelo, pero no me importaba, tenía que seguir corriendo para ir a buscar a mi hija, temía que le hubiera pasado algo malo, esperaba que solo se hubiera quedado dentro en el baño o que las monitoras se han despistado. Tenía tantas cosas en la mente, me imaginaba todas las escenas posibles para no tener que pensar en lo que de verdad creía, algo de mis adentros me decía que ellos habían actuado, que me habían quitado a mi bebé, solo me venía a la mente la cara de Luan Coleman, esa m*****a mujer que ha sido parte para destrozar mi vida.
Cuando llegué a la escuela estaban algunos de nuestros hombres ahí afuera esperándome, me vieron tan agitada que me tuvieron que sujetar para mantenerme de pie. Al instante me incorporé y los miré con seriedad.
— ¿Están todos dentro? —pregunté al más alto.
— Sí, señorita Davis.
— Bien, espero que no haya salido nadie de aquí.
— No, señorita Davis —dice el que estaba a su lado.
— Bien, ¿En dónde están?
— Hemos metido a todos en el gimnasio —me dice mientras caminamos hacia la entrada de la escuela.
Una vez dentro fui directa a Jeff y a Leo, mi primer impulso fue darles un bofetón, estaba enfadada, estaba decepcionada y tenía miedo.
— Se supone que vuestro deber es proteger a mi hija y no lo habéis hecho, ¿Dónde coño estabais?
— Lo sentimos mucho, señorita Davis.
— Espero que no tengáis que lamentarlo más tarde —sé que parezco desagradable, pero he aprendido a no ser tan delicada con los demás, se trata de mi hija.
Me giro y veo que James entra corriendo por la puerta, me abraza tan fuerte y yo no puedo evitar llorar.
— He venido lo más rápido que pude —me dice al oído.
— Tranquilo, acabo de llegar —se separa y habla con Leo, más bien le coge por la camisa.
— ¿Qué coño ha pasado?
— James —dije para tranquilizar, este me mira y le suelta.
— Señor Bernard, nosotros estábamos en nuestra posición de siempre, pero en cuanto vimos que la niña no salía nos alarmamos.
— ¿Habéis revisado las cámaras? —pregunta.
— Sí, pero dejaron de funcionar cinco minutos antes —íbamos caminando por el pasillo para ver que todos estaban en el gimnasio.
La directora se acercó indignada por tenerles retenidos sin explicación alguna, al ver que se trataba de nosotros bajo el tono de voz, en cierto modo sabía quiénes éramos.
— Señorita Davis, Señor Bernard —nos saluda—. ¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué nos tienen encerrados aquí?
— Debería de saberlo ya —dije con indiferencia—. Se supone que nuestros hijos están a salvo de cualquier peligro que pueda surgir en la escuela y no veo que sea así.
— No la entiendo —agacha la mirada.
— Míreme cuando le estoy hablando. Mi hija ha desaparecido, la han secuestrado y no creo que haya sido por pura casualidad.
— Yo… no… no tengo ni idea de que ha podido pasar —se le notaba nerviosa, algo me decía que tenía que ver con todo esto.
— Acompáñeme —dice Jeff para investigarla.
Nos quedamos en el pasillo revisando las grabaciones y preguntando a algunas profesoras si habían visto lo que había pasado, pero nadie sabía nada, solo que la hora de salir una mujer que nadie conocía le dijo a una de las profesoras que la niña tenía que ir al baño, aunque casi no pueda hablar le estuve enseñando desde hacía mucho ir al baño para que no utilizara pañal.
*Maxwell*
Tengo suerte de seguir vivo para ver crecer a mi hija Lara, en el momento en que la vi supe que tenía que cuidarla costara lo que costara, no me importaba lo que dijeran las revistas sobre mi desliz con Loren, al fin y al cabo, era la madre de mi hija y no podía dejarla a la intemperie. Aún tengo presente a Emma, pero me obligué a no pensar más en ella, ni siquiera me molesté en buscar información de ella y mucho menos la buscaba estuviera donde estuviera, manipulé a la prensa para que no sacaran nada de su vida, aunque no estuviéramos juntos aún quería protegerla.
Hoy mi princesa cumple dos años, nació varias semanas antes y era muy pequeña, estaba muy asustado, Loren no conoció a la niña hasta dos días más tarde, había perdido mucha sangre y se quedó inconsciente hasta entonces. Yo era el típico hombre que no estaba preparado para tener hijos tan pronto, no quería tener una responsabilidad tan grande a mi cargo, hice una prueba de paternidad y resulto que de verdad era mi hija, claro que, no podía fiarme de las palabras de Loren, ya me había mentido en varias ocasiones. Desde que llegó Lara a mi vida dejé a un lado mi miedo a la paternidad y comencé a ser un buen padre, se parecía tanto a mí, salvo por su pelo rubio que era como el de su madre, pero sus ojos eran de mí mismo color, éramos iguales.
Siempre pienso en Emma y en cómo pudo haber sido nuestro bebé, si no lo hubiera perdido, si no hubiera sucedido nada malo, pero las cosas pasan por un motivo. Hoy me había tomado el día libre para prepararle una fiesta sorpresa a Lara, Loren y yo nos coordinamos para elegir la tarta perfecta y el regalo perfecto, quería que mi hija tuviera todo lo que podría permitirme. Mientras estábamos en el salón colocando los globos recibo una llamada de mi ama de llaves, se me hizo extraño y viendo la hora que era pensé que ya estarían de camino.
— ¿Pasa algo? —dije al coger la llamada.
— Señor, no puedo hablar muy alto, pero nos tienen retenidos en el gimnasio.
— ¿Por qué narices os tienen ahí?
— Al parecer ha desaparecido alguien o eso he escuchado. Será mejor que venga y nos saque de aquí, la niña está asustada y no es la única.
— Salgo enseguida.
Colgué el teléfono y exploté uno de los globos de mala leche, quién narices se atrevía a retener a mi hija sin mi consentimiento, se iban a enterar de quién era yo.
— ¿Qué pasa, Max? —pregunta Loren con el ceño fruncido.
— Nada, quédate aquí. Voy a solucionar algo.
— Pero —me marché sin escucharla.
Me metí en el coche mientras uno de mis hombres conducía, tenía la sangre hirviendo de la rabia que llevaba dentro, quería averiguar qué estaba pasando. No tardamos en llegar y en cuanto salimos del coche me fije que había varios hombres en la entrada haciendo escudo, no les había visto en mi vida, ni sabía quién eran ni para quién trabajaban, pero iban a dejarme a pasar o si no tendrían un gran problema.
— No puede pasar —dice uno de los gorilas.
— Será mejor que te apartes si no quieres que te vuele la cabeza —dice mostrando mi pistola.
— No le tenemos ningún miedo, no sabe con quién se está metiendo.
— Eso me gustaría verlo —dije con vacile.
— O me dejáis pasar o yo mismo me encargaré de quitaros del medio.
— Será mejor que hagáis caso a lo que dice —dice uno de mis hombres.
— Mire, aunque quisiéramos no podemos, ha desaparecido una niña y nadie puede entrar ni salir de aquí —dice el otro que estaba a su lado, fruncí el ceño, esta escuela era la mejor de la ciudad, no es posible que desaparezca una niña así porque sí.
— Yo puedo ayudar —dije.
Después de una pequeña charla con esos de ahí afuera, pude entrar por la puerta, al fondo del pasillo pude ver cómo había varias personas agrupadas, mientras me iba acercando juré reconocer a uno de los hombres, escuche el llanto de una mujer desesperada, en el momento que escuché su voz supe que era ella, me quedé quieto, mi corazón iba cada vez más rápido.
— Solo quiero saber dónde está mi hija, me da igual a quien tengáis que matar, pero la necesito conmigo —decía Emma, pero no conseguía verla.
En ese momento los hombres de James se dio cuenta de mi presencia y la de dos de mis hombres, su cara paso a ser puro odio, aunque aún tuviéramos negocios juntos, no teníamos mucho contacto. Emma dejó de llorar por un minuto al levantar la vista para encontrar sus ojos con los míos, no podía creer que la estuviera viendo, sigue estando preciosa aún con los ojos hinchados de llorar.
— Emma —solté al verla.
— ¿Qué coño haces aquí? —James se pone a mi altura cogiéndome de la camisa.
— Eso mismo me gustaría saber —me zafé de su agarre—. Tenéis retenida a mi ama de llave y a mi hija.
— Pues cógelas y lárgate de aquí —pero yo no quería irme, quería saber qué pasaba, había escuchado que había desaparecido una niña, ¿Acaso Emma ha tenido un hijo con ese capullo de Tyler?
— ¿Qué ha pasado?
— Nada, lárgate —pero esta vez veo que Emma le toca el hombro a James para calmarlo y se acerca.
— Mi hija ha desaparecido, se la ha llevado Luan y Fabrizio, ahora que ya lo sabes puedes coger a tu hija y a su nana y marcharos de aquí.
Me sorprendí como me hablaba con tanta frialdad, me miraba con odio y rencor, lo podía notar, pero no podía dejar que me hablase de esa manera, aunque ya no estemos juntos y haya pasado mucho tiempo, quiero ayudarla, siento la necesidad de ayudarles a encontrar a esa niña. Temía que en algún momento Vitale actuara en algún momento, pero no voy a permitir que le pase nada a su hija.
— Déjame que os ayude, si se trata dé.
— No —me interrumpe James—. Sabes que no necesitamos tu ayuda.
— Por favor —esta vez miré a los ojos de Emma, sabía que ella en algún momento cedería—. Sé que podemos hacer algo al respecto.
— Emma… —James sabía que Emma estaba a punto de aceptar.
— Está bien —dice sin mostrar algún sentimiento alguno hacia mi persona—. Pero harás todo lo que te digamos, no puedes ir por tu cuenta, se trata de mi hija, no de cualquiera.
— Entendido.
Y después de dos años sin ver a la mujer a la que amo me la encuentro en el lugar que nunca me habría imaginado, había hecho volver a latir mi corazón, había encendido esa llama que pensaba que se estaba apagando por completo, ahora tenía la oportunidad de ayudarla a recuperar a su hija, hacer algo por su familia, sé que esto no cambiara nada, pero quiero tener una tregua con ellos.
Solo la idea de saber que mi hija está en manos de Luan y Fabrizio me hace pensar en mil cosas a la vez, me gustaría saber en dónde se encuentran e ir como una loca a por mi hija. Tengo tanta mala suerte que ahora a mi vida ha vuelto Max, pero para ser sincera no tengo tiempo de pensar en lo que pienso al respecto, solo quería que se marchara de la escuela y no volviera, pero en el fondo nos viene bien su ayuda. Nos hemos repartido en varias partes, hemos mandado a nuestros hombres a revisar las cámaras de la zona, los hombres de Max están colaborando en hablar con las personas por si alguien había visto algo, pero es imposible preguntar a tantas personas. No estaba muy segura de lo que estaba haciendo, pero haría lo que hacía falta para encontrarla, había aprendido muchas cosas estos dos últimos años, he mejorado en defensa personal, aprendiendo nuevos trucos y he aprendido a manejar todo tipo de arma y no se me da nada mal, creo que en cierto modo lo llevo en la sangre. Nosotros aho
*Loren*Lo peor de mis pesadillas se había vuelto una realidad, sabía que en algún momento esa mujer volvería a nuestras vidas, pero lo que menos me esperaba es que fuera de este modo. Nunca me imaginé que seguía tan cerca de nosotros y que por desgracia su querida hija vaya a la misma escuela que la nuestra, si hubiera sabido desde un principio que estaban en la misma ciudad le hubiera suplicado a Max irnos lejos, a otra parte para no poder tentar a la suerte. Ahora que ha vuelto y de la peor manera no puedo dejar que Max se entere de que esa niña es su hija, eso pondría en peligro todo por lo que he luchado todo este tiempo y sigo haciendo. Era perfectamente consciente de que no podían divorciarse por culpa del abuelo de Max, aun sabiéndolo deseaba con todas mis fuerzas que ese matrimonio no fuera real.Ahora que estoy en la vida de Max dejé a un lado todo contacto con mi padre, sabía que no podía seguir siendo su títere y que me utilizara a su antojo para su beneficio y mucho menos
Han pasado dos días desde que secuestraron a Tara, ahora que no podemos estar seguros de nada hemos reforzado la seguridad para todos, cada mañana me aseguro de ponerles a los niños un localizador. Cuando me enteré de que Max tenía a Tara se me pasaron muchas cosas por la mente y no precisamente buenas y ahora que sabe que es su hija estoy segura de que hará cualquier cosa para fastidiarme, al día siguiente de recuperarla, James vino a mi despacho para hablar de lo que había sucedido. No era fácil para mí decirle la verdad, pero tenía que saberlo, él se llenó de rabia y quería ir a pegarle un tiro en la cabeza, pero al fin y al cabo fue Max quién la recuperó y en cierto modo se lo debemos. Le devolvimos el dinero que tuvo que pagar para recuperar a la niña, pero ese dinero se nos fue devuelto y a mí me llegó una nota, en él decía que no quería nuestro dinero, lo único que quería era recuperar el tiempo perdido con su hija, eso me puso la piel de gallina.Con todo esto de la desaparici
Al llegar a casa lo primero que hice fue ver a mis hijos, ellos eran lo que más me importaban en el mundo y si les pasara algo yo me moriría, aunque estuviera cansada o triste, sus risas y tonterías eran mi subidón de adrenalina. Tyler era consciente de que estaba más rara de lo normal, ni siquiera contesté a las llamadas que me había hecho esta tarde, pero no me apetecía hablar con él en ese momento, cuando la nana cogió a los niños yo me metí en el cuarto para coger mi ropa y meterme a la ducha. Necesitaba refrescarme y pensar en la propuesta de Max, me siento tan presionada que no sé exactamente qué hacer, en cierto modo siempre quise que mi hija conociera a su verdadero padre, pero, por otro lado… no estoy tan segura de ello y sé que sea la decisión que tome, a Tyler no le hará ninguna gracia. Al entrar al baño sabía que Tyler me seguiría, a veces era habitual ducharnos juntos que luego acababa con sexo, pero ahora todo es diferente, tenía muchas cosas en la cabeza de que pensar.
Me está costando centrarme en el trabajo el día de hoy, han pasado varias semanas desde el cumpleaños y ahora empezamos con el duro trabajo en la empresa, tenemos la suerte de tener nuevos contratos con dos empresas importantes y no he dejado de revisar papeles sin parar. Mi sueño era ser empresaria, pero nunca me imaginé que fuera tan difícil, con razón muchos empresarios tienen caras largas y arrugadas de lo frustrados que pueden llegar a estar, yo espero no llegar a estar como ellos nunca. Tyler está en el departamento financiero pendiente de todo mientras yo manejo los contratos, reuniones con posibles socios y etc.… esto la verdad que es un sin parar, sin embargo, me siento orgullosa de todo lo que estoy logrando, bueno lo que estamos logrando en tan poco tiempo, eso me anima cada día a trabajar más. Pero últimamente me refugio mucho más en el trabajo para no tener que estar pensando en… en Max, ahora no deja de visitar a Tara y de traer a su hija Lara, la verdad es que no había
Esa rubia escuálida me había dejado con ganas de decirle unas cuantas cosas en la cara, pero para ser sincera prefiero callarme las cosas porque no soy tan mala persona como ella. Tyler al verme llegar se me abalanzó sobre mí dándome un fuerte abrazo y un beso, eso me hizo sentir mejor y aunque estuviera un poco distante con él le agradecía que estuviera ahí conmigo. Fui al vestidor al momento para poder cambiarme, esta noche solo asistiré con James y Tamy a la fiesta, Tyler se queda con los niños en casa para poder estar pendientes de ellos. Al salir de la ducha me puse una lencería negra de encaje, lo había comprado hace un tiempo y ahora tenía la oportunidad de ponérmelo, al ponerme el vestido me sentí como una diosa digna del olimpo, me cogí uno de mis tacones favoritos, en realidad esos tacones me los había regalado Max, pero eso ahora no importa, seguí arreglándome.— Voy a tener que replantearme seriamente eso de dejarte ir así de guapa —oigo que me dice Tyler apoyado en la
Al llegar a casa quería quitarme la ropa, sentía que me estaba asfixiando y necesitaba un golpe de agua fría sobre mi piel, no sé qué narices estoy haciendo con todo esto, ni siquiera he podido contenerme y separar a Max de mí. Bajo el agua fría, reflexiono en cómo esto cambia las cosas, no puedo dejar que esto me afecte tanto y mucho menos dejar que Max me manipule con sexo y palabras baratas, tengo que ser más astuta y actuar antes que él, lo quiero fuera de mi vida cuanto antes y buscaré la forma de hacerlo. Estuve un buen rato en la ducha cuando escuché que abrían la puerta del baño, Tyler se había despertado y notado mi presencia, me sorprendió lo que estaba haciendo y es que a medida que iba avanzando hacía la ducha se iba quitando la ropa tirándola al suelo, se dejaba ver desnudo al completo con su pecho marcado, abrió la mampara y entró conmigo.— ¿Qué haces? —era una pregunta tonta porque sabía cuáles eran sus intenciones.— Esto —se abalanza sobre mis labios con un a
Volver a la rutina es algo de lo que nunca me acostumbraré, eso de tener que madrugar tanto para estar puntual en tu trabajo cuando eres la jefa no me hace mucha gracia, ahora que posiblemente tengamos nuevos posibles socios me anima mucho más a trabajar duro cada día. Hoy Mario me ha estado ayudando con algunos documentos para las reuniones que han sido programadas para los siguientes días y algunos de los eventos que me han invitado, aunque me sorprende después de haber sido tan criticada en Daysun. Así que después de trabajar y varias reuniones aún me faltaban muchas cosas por hacer, tenía que hablar con recursos humanos para comentar algunos aspectos de contratación, cogí algunas cosas de mi mesa y salí de mi despacho cuando Mario me detiene. — Señorita Davis —frunzo el ceño. — ¿Pasa algo? — Alguien ha venido a verla. — ¿Tenía programada alguna reunión? —dije mirando mi reloj. — No, pero me gustaría poder concertarla con usted —alguien dijo a mis espaldas,