Veo a Paolo en la orilla con cara de pocos amigos. Nado hacia donde está y salgo del lago. Él me tapa con una toalla rápidamente y nos dirigimos otra vez a la casa. Cuando llegamos a la habitación, se desata la guerra. - ¿Por qué m****a te metiste casi desnuda al lago? - pregunta él. - Quería relajarme un poco. Además, les pedí que se voltearan. No creo que con un jefe como tú se arriesguen a ver - respondo. Él, con un rápido movimiento, me aprisiona contra la pared, pero con suavidad. - Eres mía y solo mía - comienza a besarme, pero yo no soy capaz de corresponderle porque recuerdo a la zorra con la que se estaba follando, así que me separo de golpe. - Basta, Paolo. No puedo más con esto - me siento en la cama mientras él se queda parado observándome. - Mi amor, sabes por qué lo hago - intenta explicar. - No es la manera. ¿Sabes cómo me siento? ... Me siento humillada. Les dices a todos que me amas y mil mierdas, pero luego vas y te follas a otra. ¿Crees que eso es justo para mí
Despierto sintiendo una molestia en mi brazo y escuchando una máquina pitar. Abro mis ojos lentamente y me doy cuenta de que tengo una intravenosa en mi brazo y de que me encuentro en un hospital. Al darme cuenta de que estoy en un hospital, me levanto como un resorte cuando recuerdo que estaba sangrando. - ¡Los bebés! - veo que Paolo entra mientras yo me toco el vientre. - Mia, tranquila. - ¡Los bebés, Paolo, dime que están bien! ¡Dímelo! - Sí, cariño, están bien, tranquila. - Me largo a llorar en ese momento, creo que la peor sensación que he sentido en mi vida. Si vuelvo a perder un hijo, creo que ya no me sobrepondría a este golpe. Siento los brazos cálidos de Paolo rodear mi cintura mientras me da varios besos en la frente. - Tranquila, amor, debes estar tranquila. Eso no les hace bien a los bebés. Por eso estás aquí. - En ese momento entra una doctora. - Qué bueno que ya despertó, señora Lombardi. - ¿Perdón? ¿Desde cuándo soy la señora Lombardi? - ¿Mis bebés están bien? -
- Fóllame... - Nena, no creo que...- Él se calla cuando mi mano comienza a acariciar su miembro por encima de la tela, hasta sentirlo duro en mi mano. - Dios mía, no hagas eso. - ¿Por qué no? - Digo con una sonrisa malvada, y con poco esfuerzo saco su miembro del boxer mientras comienzo a acariciarlo de arriba a abajo, ejerciendo un poco de presión. - Ahh, nena...- Él desabrocha mi sostén y con agilidad me lo quita. Toma uno de mis senos en la boca y con la otra mano comienza a darle masajes al otro. - Fóllame, fóllame...- Digo gimiendo, sintiendo cómo él aprieta con fuerza mis pezones. Él deja libre mis pezones y baja a mi entrepierna, corriendo mi ropa interior, y con mucho cuidado se introduce en mí. - Oh, Dios... Ahh... - Tiro mi cabeza hacia atrás disfrutando de las embestidas lentas de Paolo. Él vuelve a meterse un pezón en la boca y comienza a morderlo y chuparlo. - Ahh, Paolo... Dame más...- Grito al sentir cómo Paolo se entierra con fuerza haciéndome rozar el orgasmo. M
Despierto con unas fuertes ganas de vomitar, así que me levanto como un rayo sintiendo un fuerte mareo, pero sin importar, corro hacia el baño depositando todo lo que había comido. - ¡Mia! - escucho hablar a Paolo desde la entrada de la habitación. - Aquí estoy - este entra al baño y al verme tirada en el suelo, me toma en brazos y me lleva a la cama. - ¿Estás mejor? - lo miro y luego miro hacia la ventana, no quiero tener contacto visual porque sé que voy a llorar. - Sí - digo seca y sin dejar de mirar a la ventana, pero este toma mi rostro con delicadeza y hace que lo mire. - No me mientas, Mia. Sé que no estás bien, solo que te haces la fuerte. - ¿Qué quieres que haga? ¡¿Quieres que te diga que me siento como una m****a, que odio esta situación?! Desde que apareció Izac, no tengo ni un puto día de tranquilidad y eso me está matando - una lágrima cae por mi mejilla y Paolo rápidamente la limpia. - Nena, escúchame, yo te prometí que te iba a proteger, los voy a proteger - posa
Cuarto mes de embarazo Observo mi figura en el espejo apreciando cada cambio que el embarazo ha hecho en mí. Mis pechos están más grandes, mi cadera está más ancha y ahora tengo una pancita de cuatro meses. Cuatro meses que no han sido fáciles, ya que los síntomas eran horribles, aunque lo bueno fue que pude tener tranquilidad durante este tiempo, ya que Izac no ha aparecido y Paolo se ha encargado de cuidarme y darme mucho amor. Termino de cambiarme, ya que hoy tengo revisión con la ginecóloga. Hoy por fin sabremos qué son nuestros bebés. - ¿Amor, estás lista? - Paolo entra y sonríe al verme acariciar mi vientre. - Estás preciosa - posa sus manos en mi vientre mientras me da un casto beso. La verdad, durante este tiempo Paolo se ha portado como un príncipe conmigo. Todos los días me hace sentir la mujer más hermosa y amada del mundo, y eso lo valoro mucho. - Gracias, amor. Ahora vamos, ya quiero saber qué son. - Bueno, ¿quieren saber los sexos? - dice la médica mientras pasa el a
Despierto sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Cuando toco mi cabeza, veo que tengo una venda y al abrir mis ojos no logro reconocer dónde estoy, solo veo una habitación grande. Alguien abre la puerta, dejando ver a un hombre alto, con unos ojos increíbles. - Hola, mi vida. - ¿Qué me pasó? - ¿No te acuerdas de lo que pasó? - Niego con la cabeza. Él llama al médico y, al rato, éste entra y me pregunta: - ¿Cuál es tu nombre? - ¿Cómo me llamo? ¿Por qué m****a no lo recuerdo? - Yo... yo no lo sé. - El médico mira al hombre y me pregunta: - ¿Sabes qué día es hoy? - Fecha, piensa, piensa. - No, no sé. - Bueno, al parecer presentas un cuadro de amnesia. No sabemos si será temporal o será para siempre. - ¿No voy a recordar nada? - Pregunto sorprendida. - Tal vez lo hagas, pero no sé si en su totalidad. - Sale, dejándome con aquel sujeto que se sienta a mi lado. - ¿No te acuerdas de mí? - No. - Soy Izac, tu esposo, y el padre de estas criaturas. - Ahí me percato de que tengo mi vie
La cita con la médica fue muy bien, aunque ella se percató de mis golpes, pero no dijo nada, solo me miró con lástima. Ya estamos otra vez en casa y él me dice que me arregle, que me quiere lista en una hora. Así fue, en una hora ya estaba vestida, maquillada y peinada. -Estás bellísima - me dice Izac mientras se acerca y me intenta dar un beso, pero yo me niego, así que él toma con fuerza mi mentón y me besa a la fuerza. -Espero que te comportes, no querrás que pase lo que pasó ayer - pienso, cada día te estoy odiando más. -Como sea, ya vamos - dice Izac mientras maneja hasta llegar a un salón enorme. Durante este tiempo, Izac se la ha pasado hablando con un hombre de unos 50 años, y se nota que tiene cara de malo. -Izac, voy al tocador, ya regreso - tomo su mano y me da una mirada de advertencia. Llego al baño, hago mis necesidades y siento unas patadas en mi vientre. Sonrío al pensar que tengo vida dentro de mí. -Las amo tanto - susurro. -Y yo a ustedes, mi ángel... Paolo N
Veo fotos de Paolo y mías en el baño teniendo la conversación y hay otras donde él me estaba dando un beso. - ¿Me crees estúpido? - me toma más fuerte del cabello. - Izac, ese hombre vino y me dijo cosas. Yo no sé quién es. - ¿Qué m****a te dijo? - Que no me llamo Penélope, que no eres mi esposo y tampoco padre de mis hijas. - Este hace que lo mire y veo en sus ojos ira. - Con que eso te dijo... pues sí, tienes razón en todo lo que dijo, pero tú eres mía y antes te prefiero muerta que verte con él. - Él tenía razón, Izac me mintió. Por eso nunca logré sentir nada por él. - ¿Por qué lo hiciste? - Varias lágrimas salen mientras lo golpeo en el pecho, pero este levanta su mano y me da una cachetada que me deja aturdida. - Eres mía y solo mía. Ahora te enseñaré a respetarme, m*****a perra. - Este me tira al suelo y comienza a darme golpes. Siento un tirón fuerte en mi vientre y de inmediato pienso en mis bebés. - ¡Basta, Izac, me duele el vientre! - Este está fuera de sí, no escuch