Despierto con unas fuertes ganas de vomitar, así que me levanto como un rayo sintiendo un fuerte mareo, pero sin importar, corro hacia el baño depositando todo lo que había comido. - ¡Mia! - escucho hablar a Paolo desde la entrada de la habitación. - Aquí estoy - este entra al baño y al verme tirada en el suelo, me toma en brazos y me lleva a la cama. - ¿Estás mejor? - lo miro y luego miro hacia la ventana, no quiero tener contacto visual porque sé que voy a llorar. - Sí - digo seca y sin dejar de mirar a la ventana, pero este toma mi rostro con delicadeza y hace que lo mire. - No me mientas, Mia. Sé que no estás bien, solo que te haces la fuerte. - ¿Qué quieres que haga? ¡¿Quieres que te diga que me siento como una m****a, que odio esta situación?! Desde que apareció Izac, no tengo ni un puto día de tranquilidad y eso me está matando - una lágrima cae por mi mejilla y Paolo rápidamente la limpia. - Nena, escúchame, yo te prometí que te iba a proteger, los voy a proteger - posa
Cuarto mes de embarazo Observo mi figura en el espejo apreciando cada cambio que el embarazo ha hecho en mí. Mis pechos están más grandes, mi cadera está más ancha y ahora tengo una pancita de cuatro meses. Cuatro meses que no han sido fáciles, ya que los síntomas eran horribles, aunque lo bueno fue que pude tener tranquilidad durante este tiempo, ya que Izac no ha aparecido y Paolo se ha encargado de cuidarme y darme mucho amor. Termino de cambiarme, ya que hoy tengo revisión con la ginecóloga. Hoy por fin sabremos qué son nuestros bebés. - ¿Amor, estás lista? - Paolo entra y sonríe al verme acariciar mi vientre. - Estás preciosa - posa sus manos en mi vientre mientras me da un casto beso. La verdad, durante este tiempo Paolo se ha portado como un príncipe conmigo. Todos los días me hace sentir la mujer más hermosa y amada del mundo, y eso lo valoro mucho. - Gracias, amor. Ahora vamos, ya quiero saber qué son. - Bueno, ¿quieren saber los sexos? - dice la médica mientras pasa el a
Despierto sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Cuando toco mi cabeza, veo que tengo una venda y al abrir mis ojos no logro reconocer dónde estoy, solo veo una habitación grande. Alguien abre la puerta, dejando ver a un hombre alto, con unos ojos increíbles. - Hola, mi vida. - ¿Qué me pasó? - ¿No te acuerdas de lo que pasó? - Niego con la cabeza. Él llama al médico y, al rato, éste entra y me pregunta: - ¿Cuál es tu nombre? - ¿Cómo me llamo? ¿Por qué m****a no lo recuerdo? - Yo... yo no lo sé. - El médico mira al hombre y me pregunta: - ¿Sabes qué día es hoy? - Fecha, piensa, piensa. - No, no sé. - Bueno, al parecer presentas un cuadro de amnesia. No sabemos si será temporal o será para siempre. - ¿No voy a recordar nada? - Pregunto sorprendida. - Tal vez lo hagas, pero no sé si en su totalidad. - Sale, dejándome con aquel sujeto que se sienta a mi lado. - ¿No te acuerdas de mí? - No. - Soy Izac, tu esposo, y el padre de estas criaturas. - Ahí me percato de que tengo mi vie
La cita con la médica fue muy bien, aunque ella se percató de mis golpes, pero no dijo nada, solo me miró con lástima. Ya estamos otra vez en casa y él me dice que me arregle, que me quiere lista en una hora. Así fue, en una hora ya estaba vestida, maquillada y peinada. -Estás bellísima - me dice Izac mientras se acerca y me intenta dar un beso, pero yo me niego, así que él toma con fuerza mi mentón y me besa a la fuerza. -Espero que te comportes, no querrás que pase lo que pasó ayer - pienso, cada día te estoy odiando más. -Como sea, ya vamos - dice Izac mientras maneja hasta llegar a un salón enorme. Durante este tiempo, Izac se la ha pasado hablando con un hombre de unos 50 años, y se nota que tiene cara de malo. -Izac, voy al tocador, ya regreso - tomo su mano y me da una mirada de advertencia. Llego al baño, hago mis necesidades y siento unas patadas en mi vientre. Sonrío al pensar que tengo vida dentro de mí. -Las amo tanto - susurro. -Y yo a ustedes, mi ángel... Paolo N
Veo fotos de Paolo y mías en el baño teniendo la conversación y hay otras donde él me estaba dando un beso. - ¿Me crees estúpido? - me toma más fuerte del cabello. - Izac, ese hombre vino y me dijo cosas. Yo no sé quién es. - ¿Qué m****a te dijo? - Que no me llamo Penélope, que no eres mi esposo y tampoco padre de mis hijas. - Este hace que lo mire y veo en sus ojos ira. - Con que eso te dijo... pues sí, tienes razón en todo lo que dijo, pero tú eres mía y antes te prefiero muerta que verte con él. - Él tenía razón, Izac me mintió. Por eso nunca logré sentir nada por él. - ¿Por qué lo hiciste? - Varias lágrimas salen mientras lo golpeo en el pecho, pero este levanta su mano y me da una cachetada que me deja aturdida. - Eres mía y solo mía. Ahora te enseñaré a respetarme, m*****a perra. - Este me tira al suelo y comienza a darme golpes. Siento un tirón fuerte en mi vientre y de inmediato pienso en mis bebés. - ¡Basta, Izac, me duele el vientre! - Este está fuera de sí, no escuch
Un mes después... Creo que la muerte de un hijo es la peor sensación que uno puede experimentar. Cuando la doctora nos informó que una de las bebés había muerto, sentí como si algo dentro de mí se quebrara en mil pedazos. Ese mismo día sacaron a mi bebé de mi vientre y luego me cerraron para que la otra bebé siguiera formándose. Ahora ha pasado un mes y creo que ha sido el mes más duro de todos. Desde que llegamos a Francia, me encerré en mi habitación y no dejé que nadie entrara, ni siquiera Paolo. No tolero la presencia de nadie y comer se ha convertido en una tarea difícil, ya que no siento hambre, pero tengo que comer por el bien de mi bebé. -Ángel, ¿puedo pasar? - Veo entrar a Paolo con una bandeja llena de comida. Después de un mes, decido ver a Paolo a la cara y al verlo, me sorprendo por el estado en el que se encuentra. Ha perdido kilos y tiene unas ojeras terribles. -¿Cómo estás? -Pone su mano encima de la mía y la acaricia. -Bien -Le dedico una media sonrisa, pero esa so
-Pronto serás la señora Lombardi - me dice mientras me atrae hacia él y une nuestros labios en un tierno beso. Pero mi hija se hace presente dando varias pataditas, lo que nos hace sonreír a los dos. Paolo se agacha y toca mi vientre mientras pega sus labios a él. -Hola, mi princesa. Ahora sí, papá y mamá van a estar juntos y nunca más se van a separar - dice. Varias lágrimas empiezan a caer de mis ojos y Paolo rápidamente las quita. -¿Por qué lloras, mi amor? -Sabes que el embarazo me pone muy sensible. Todo esto es maravilloso, amor. Quiero que estemos así para siempre". -Yo me encargaré de que eso suceda -Esa noche, mis suegros nos felicitan y acordamos que la boda se realizaría dos meses después del nacimiento de mi pequeña. Llegamos a casa y Paolo me dice -Amor, mañana voy a hacer una pequeña reunión en la casa para informar a nuestros allegados que nos vamos a casar -Oh, claro, me parece perfecto -respondo. Siento cómo Paolo me toma de la cintura y me pega a su cuerpo. -¿Qu
Mía, ¿por qué demoras tanto? Odio cuando Paolo me acosa, más aún cuando él sabe lo difícil que es para mí arreglarme estando embarazada. -¡Paolo, deja de joder! Me termino de maquillar y luego me echo un poco de perfume. Bajo las escaleras con cuidado y veo que todo está perfectamente decorado en el jardín. Todos ya están sentados y muero de vergüenza porque debería estar sentada en este momento. -Hola, buenas noches - digo con algo de pena. -Hola, Mía - todos saludan formalmente. -Disculpen la tardanza, pero sabrán que en mi estado es una misión arreglarse - todos se ríen mientras yo me siento. -No te preocupes, querida, suele pasarle a todas. La noche la pasamos entre risas y anécdotas de todos, hasta que Paolo se para y da pequeños golpes a la copa para llamar la atención de todos. -Bueno, quise hacer esta reunión porque Mía y yo queríamos darles una noticia - Paolo extiende su mano para ayudarme a parar. Lo veo con nerviosismo, pero él me sonríe para que me tranquilice. -Y