Un mes después... Creo que la muerte de un hijo es la peor sensación que uno puede experimentar. Cuando la doctora nos informó que una de las bebés había muerto, sentí como si algo dentro de mí se quebrara en mil pedazos. Ese mismo día sacaron a mi bebé de mi vientre y luego me cerraron para que la otra bebé siguiera formándose. Ahora ha pasado un mes y creo que ha sido el mes más duro de todos. Desde que llegamos a Francia, me encerré en mi habitación y no dejé que nadie entrara, ni siquiera Paolo. No tolero la presencia de nadie y comer se ha convertido en una tarea difícil, ya que no siento hambre, pero tengo que comer por el bien de mi bebé. -Ángel, ¿puedo pasar? - Veo entrar a Paolo con una bandeja llena de comida. Después de un mes, decido ver a Paolo a la cara y al verlo, me sorprendo por el estado en el que se encuentra. Ha perdido kilos y tiene unas ojeras terribles. -¿Cómo estás? -Pone su mano encima de la mía y la acaricia. -Bien -Le dedico una media sonrisa, pero esa so
-Pronto serás la señora Lombardi - me dice mientras me atrae hacia él y une nuestros labios en un tierno beso. Pero mi hija se hace presente dando varias pataditas, lo que nos hace sonreír a los dos. Paolo se agacha y toca mi vientre mientras pega sus labios a él. -Hola, mi princesa. Ahora sí, papá y mamá van a estar juntos y nunca más se van a separar - dice. Varias lágrimas empiezan a caer de mis ojos y Paolo rápidamente las quita. -¿Por qué lloras, mi amor? -Sabes que el embarazo me pone muy sensible. Todo esto es maravilloso, amor. Quiero que estemos así para siempre". -Yo me encargaré de que eso suceda -Esa noche, mis suegros nos felicitan y acordamos que la boda se realizaría dos meses después del nacimiento de mi pequeña. Llegamos a casa y Paolo me dice -Amor, mañana voy a hacer una pequeña reunión en la casa para informar a nuestros allegados que nos vamos a casar -Oh, claro, me parece perfecto -respondo. Siento cómo Paolo me toma de la cintura y me pega a su cuerpo. -¿Qu
Mía, ¿por qué demoras tanto? Odio cuando Paolo me acosa, más aún cuando él sabe lo difícil que es para mí arreglarme estando embarazada. -¡Paolo, deja de joder! Me termino de maquillar y luego me echo un poco de perfume. Bajo las escaleras con cuidado y veo que todo está perfectamente decorado en el jardín. Todos ya están sentados y muero de vergüenza porque debería estar sentada en este momento. -Hola, buenas noches - digo con algo de pena. -Hola, Mía - todos saludan formalmente. -Disculpen la tardanza, pero sabrán que en mi estado es una misión arreglarse - todos se ríen mientras yo me siento. -No te preocupes, querida, suele pasarle a todas. La noche la pasamos entre risas y anécdotas de todos, hasta que Paolo se para y da pequeños golpes a la copa para llamar la atención de todos. -Bueno, quise hacer esta reunión porque Mía y yo queríamos darles una noticia - Paolo extiende su mano para ayudarme a parar. Lo veo con nerviosismo, pero él me sonríe para que me tranquilice. -Y
2 días después del parto Llevo dos días con mi princesa en casa, Paolo y yo estamos felices con su presencia. Fue como si ella se hubiera encargado de llenar de luz nuestro hogar. Ahora sí puedo decir que valió la pena el dolor, porque dolió y mucho, pero ella lo valió. Acabo de bañarme y tengo en mis brazos a mi hermosa Julieta. Sí, como lo escuchan, Paolo y yo la llamamos Julieta. Es tan hermosa, es muy calmada, solo llora cuando tiene hambre, sueño o cuando su pañal está sucio, pero por lo demás es muy dormilona, así que nuestras noches son medio tranquilas. Igual, Paolo me ha apoyado mucho, ya que tengo que reposar por el parto, ya que, por ser de alto riesgo, tuvo que ser por cesárea. -No puedo creerlo, Dios, esta imagen la tengo que tener en mi celular - veo a Paolo sacar su celular mientras yo sonrío con Julieta en mis brazos. -Mira, Julieta, mira a papi - Julieta, a pesar de tener días de nacida, es muy auditiva, cada vez que escucha la voz de su padre mueve sus manitas y su
Me meto a la ducha despues de hablar con paolo trato de pensar en lo que le voy a decir y en como se lo voy a decir , salgo de la ducha y busco que ponermeSalgo del baño
Dos meses después Dios mío, mi boda es en dos días y estoy súper nerviosa pero a la vez muy feliz. Estos dos meses con Julieta han sido los mejores de todos, cada día aprendo algo nuevo de ella y me hace sentir que ambas tenemos una bonita conexión. Hoy iré con ella a visitar a papá a la oficina y luego a la tienda para adelantar unas cositas. Me arreglo y luego me visto a ella. -¡Pero qué hermosa estás, mi bebé! - le doy varios besos y luego la cargo. -Vamos a ver a papá. El chofer nos lleva hasta la oficina y como siempre todos están maravillados con Julieta. -Hola Lina, ¿Paolo está? -Claro, señorita mía, pase - le doy las gracias y paso, pero él no se da cuenta ya que está hablando por teléfono. -¿Qué dijeron, Matías? ¿Ya soy libre? - ¿De qué habla? -¡Eso! Mia estará más que feliz con esta noticia - entro del todo y le pregunto. -¿Qué noticia, amor? - este se voltea y cuelga la llamada. -Pero mira quién tenemos aquí, la princesa de papá - Paolo toma a Julieta en brazos y e
**El gran día: la boda** Me levanto al sentir unas manitas en mi cara, luego de unos balbuceos. Abro mis ojos y lo primero que veo es a mi princesa, que está cargada en los brazos de su padre. - Buenos días, futura esposa. - Buen día, futuro esposo - este me da un beso fugaz y luego me pasa a la nena para alimentarla. - Ya está bañada y cambiada. - Wow, qué milagro tú haciendo eso - este se ríe. - Quería ayudarte un poco. Ya me tengo que ir, por favor, no me dejes esperándote mucho tiempo. - Claro que no, te amo - me da un beso. - Yo a ti. - Bueno, mi amor, lista para ponernos bellas, hoy se casan mami y papi - me meto a la ducha y al salir me coloco una bata para estar cómoda. A los 15 minutos llega Matilda junto con un grupo de estilistas. - ¿Lista? - pregunta Matilda. - Más que lista - los estilistas comienzan arreglando mi cabello. Les dije que quería tener mi pelo suelto pero con algunas decoraciones en él. Mi suegra aparece con Julieta en brazos y esta llora. - Tiene
Paolo pasa sus manos por todo mi cuerpo mientras me besa el cuello y la espalda. Siento cómo baja el cierre de mi enterizo y comienza a quitármelo, dejándome en ropa interior de encaje. —Dios, mi amor, estás preciosa. Me encanta cómo se te ve esa ropa interior, pero sabes cómo me gustas más... desnuda —me volteo y comienzo a quitarle el traje. Luego, con manos temblorosas, desabrocho su camisa y él, con un rápido movimiento, se la quita. Pongo mis manos sobre su pantalón, bajo la cremallera y luego se lo quito, dejándolo solo en boxers. En un momento de atrevimiento, lo tumbó en la cama y me subo encima de él, moviendo mis caderas sobre su miembro, que ya está duro. Acaricio su pecho mientras muerdo mi labio inferior. —¿Me deseas, esposo? —digo, gimiendo. Él se levanta y hace que lo bese, devorando mis labios con desesperación. —Sí, y mucho, mi amor. Me vuelves loco —quita mi sostén y acuna mis senos en sus manos, dando masajes en ellos. Luego, se mete un pezón a la boca, haciéndom