capitulo 37
Camino rápidamente dejando al tarado de Paolo ahí parado mientras se toca la mejilla. No puedo creerlo, soy una idiota. ¿Cómo pude creerle que había cambiado? Pero me equivoqué, siempre me equivoco con él. Me paro en una esquina y me siento dejando que las lágrimas broten, dejando salir todo mi dolor, hasta que siento unas manos acariciar mi espalda, así que rápidamente me levanto y veo quién es.

- ¡No llores, ángel! ¿Vamos a casa, mi ángel? - ¡Idiota, eso es lo que es!

- ¡No! Yo contigo no voy a ningún lado. - Él toma una respiración.

- Mía, no acabes con mi paciencia.

- ¡ME VALE UNA M****A TU PUTA PACIENCIA! ¡ANDATE Y DEJAME SOLA! - Él, en un rápido movimiento, me carga como un costal de papas, haciendo que pegue un grito.

- ¡Bájame! ¡Que me bajes, idiota! - Golpeo su espalda, pero es inútil.

- Ya deja de portarte como una niña. - Aparecen las camionetas y él me sube a una camioneta y arrancamos. Durante todo el camino pienso en las diferentes formas de escaparme, pero es inúti
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