Sentía la rabia recorrer todo mi cuerpo; este me temblaba y lágrimas salían a montones.- Puedo explicarlo -dice Paolo tratando de llegar a mí.- ¡¿Cómo m****a lo vas a explicar?! Eres un maldito desgraciado -este se acerca a mí y trata de tocarme, pero yo me alejo.- Ni se te ocurra, Lombardi.- Mía, déjame explicarte cómo fueron las cosas.- ¿Explicarme qué?! ¡Te acostaste con esa mujer y para colmo le dijiste que estaba embarazada de dos bastardos! -la cara de Paolo se desfigura cuando digo eso.- ¡Yo nunca dije eso! Sí le dije que estabas embarazada, pero jamás dije que mis hijos fueran bastardos. ¡Son mis hijos, tan hijo de puta, ¿me crees?! -veo cómo se pasa la mano por el cabello caminando de un lugar a otro.- De ti, Paolo, ya espero lo peor.- Mía, si estuve con ella fue porque necesitaba llegar al imbécil de Izac -me paro en seco cuando menciona su nombre.- ¿Cómo es eso? -este se sienta en el sofá y palma su lado para que me siente a su lado, así que me siento, pero guardand
Paolo tiene agarrado del cuello a Samuel, levantándolo sin dificultad. - Paolo, ¡suéltalo, lo matarás! - Este me mira con sus ojos inyectados de furia. - ¿Lo estás defendiendo?! - Solo déjalo. - Este lo suelta y le da una patada cuando está en el suelo. Me agacho para ver que esté bien, pero Paolo me detiene. - Vístete y ni sueñes que esas fotos serán publicadas. - Me río secamente. - Tarde, ya fueron publicadas. - ¡Déjala ya! - Samuel se levanta del suelo adoptando una postura de defensa. - Déjala tranquila. - ¡Que me lo diga ella! - Grita Samuel. - Ella es mía, y escúchame bien, vamos a tener dos hermosos bebés. - Samuel deja de mirar a Paolo y luego posa su mirada en mí. - ¿Es verdad eso? - Ganas de llorar es lo que siento. - Sí, Samuel. - Este da un golpe a la pared. - Durante años te rogué que estuviéramos juntos y llega este y, sin pensarlo, te acuestas con él ¡dándole hijos! - No, Samuel, las cosas... - ¡Cállate! Claro, como tiene más dinero... - Lágrimas comienzan
-No llores, mi amor, él no vale la pena. Estoy en completo shock. Tengo enfrente mío a Izac con una mirada pasiva, como si no hubiera pasado nada. - Ven, vamos, te ayudaré. - Él me ayuda a pararme, pero yo me suelto de un jalón. - ¡No me toques! - Penélope, tú debes estar a mi lado. - ¡Por Dios, Izac, estás loco! Yo no soy tu Penélope, ella está muerta, ¡entiéndelo! - Él, con un rápido movimiento, me pega contra la pared de manera brusca. - Nunca vuelvas a decir eso, ¿me entendiste? - Yo asiento algo asustada por si cambia de humor, y me pregunto dónde estarán los hombres de Paolo, porque no vienen a ayudarme. - Ahora quiero que tomes mi brazo y camines junto a mí hasta la puerta. - ¿Y si no quiero? - Él me sonríe y saca una jeringa. - Sé que estás embarazada, y si te inyecto esto en tu vientre, será letal para los bebés, así que tú decides. - Trago duro y veo esa jeringa de la cual le salen algunas gotas, cuando decido dar el primer paso, unas risas nos detienen, y al voltearm
Veo a Paolo en la orilla con cara de pocos amigos. Nado hacia donde está y salgo del lago. Él me tapa con una toalla rápidamente y nos dirigimos otra vez a la casa. Cuando llegamos a la habitación, se desata la guerra. - ¿Por qué m****a te metiste casi desnuda al lago? - pregunta él. - Quería relajarme un poco. Además, les pedí que se voltearan. No creo que con un jefe como tú se arriesguen a ver - respondo. Él, con un rápido movimiento, me aprisiona contra la pared, pero con suavidad. - Eres mía y solo mía - comienza a besarme, pero yo no soy capaz de corresponderle porque recuerdo a la zorra con la que se estaba follando, así que me separo de golpe. - Basta, Paolo. No puedo más con esto - me siento en la cama mientras él se queda parado observándome. - Mi amor, sabes por qué lo hago - intenta explicar. - No es la manera. ¿Sabes cómo me siento? ... Me siento humillada. Les dices a todos que me amas y mil mierdas, pero luego vas y te follas a otra. ¿Crees que eso es justo para mí
Despierto sintiendo una molestia en mi brazo y escuchando una máquina pitar. Abro mis ojos lentamente y me doy cuenta de que tengo una intravenosa en mi brazo y de que me encuentro en un hospital. Al darme cuenta de que estoy en un hospital, me levanto como un resorte cuando recuerdo que estaba sangrando. - ¡Los bebés! - veo que Paolo entra mientras yo me toco el vientre. - Mia, tranquila. - ¡Los bebés, Paolo, dime que están bien! ¡Dímelo! - Sí, cariño, están bien, tranquila. - Me largo a llorar en ese momento, creo que la peor sensación que he sentido en mi vida. Si vuelvo a perder un hijo, creo que ya no me sobrepondría a este golpe. Siento los brazos cálidos de Paolo rodear mi cintura mientras me da varios besos en la frente. - Tranquila, amor, debes estar tranquila. Eso no les hace bien a los bebés. Por eso estás aquí. - En ese momento entra una doctora. - Qué bueno que ya despertó, señora Lombardi. - ¿Perdón? ¿Desde cuándo soy la señora Lombardi? - ¿Mis bebés están bien? -
- Fóllame... - Nena, no creo que...- Él se calla cuando mi mano comienza a acariciar su miembro por encima de la tela, hasta sentirlo duro en mi mano. - Dios mía, no hagas eso. - ¿Por qué no? - Digo con una sonrisa malvada, y con poco esfuerzo saco su miembro del boxer mientras comienzo a acariciarlo de arriba a abajo, ejerciendo un poco de presión. - Ahh, nena...- Él desabrocha mi sostén y con agilidad me lo quita. Toma uno de mis senos en la boca y con la otra mano comienza a darle masajes al otro. - Fóllame, fóllame...- Digo gimiendo, sintiendo cómo él aprieta con fuerza mis pezones. Él deja libre mis pezones y baja a mi entrepierna, corriendo mi ropa interior, y con mucho cuidado se introduce en mí. - Oh, Dios... Ahh... - Tiro mi cabeza hacia atrás disfrutando de las embestidas lentas de Paolo. Él vuelve a meterse un pezón en la boca y comienza a morderlo y chuparlo. - Ahh, Paolo... Dame más...- Grito al sentir cómo Paolo se entierra con fuerza haciéndome rozar el orgasmo. M
Despierto con unas fuertes ganas de vomitar, así que me levanto como un rayo sintiendo un fuerte mareo, pero sin importar, corro hacia el baño depositando todo lo que había comido. - ¡Mia! - escucho hablar a Paolo desde la entrada de la habitación. - Aquí estoy - este entra al baño y al verme tirada en el suelo, me toma en brazos y me lleva a la cama. - ¿Estás mejor? - lo miro y luego miro hacia la ventana, no quiero tener contacto visual porque sé que voy a llorar. - Sí - digo seca y sin dejar de mirar a la ventana, pero este toma mi rostro con delicadeza y hace que lo mire. - No me mientas, Mia. Sé que no estás bien, solo que te haces la fuerte. - ¿Qué quieres que haga? ¡¿Quieres que te diga que me siento como una m****a, que odio esta situación?! Desde que apareció Izac, no tengo ni un puto día de tranquilidad y eso me está matando - una lágrima cae por mi mejilla y Paolo rápidamente la limpia. - Nena, escúchame, yo te prometí que te iba a proteger, los voy a proteger - posa
Cuarto mes de embarazo Observo mi figura en el espejo apreciando cada cambio que el embarazo ha hecho en mí. Mis pechos están más grandes, mi cadera está más ancha y ahora tengo una pancita de cuatro meses. Cuatro meses que no han sido fáciles, ya que los síntomas eran horribles, aunque lo bueno fue que pude tener tranquilidad durante este tiempo, ya que Izac no ha aparecido y Paolo se ha encargado de cuidarme y darme mucho amor. Termino de cambiarme, ya que hoy tengo revisión con la ginecóloga. Hoy por fin sabremos qué son nuestros bebés. - ¿Amor, estás lista? - Paolo entra y sonríe al verme acariciar mi vientre. - Estás preciosa - posa sus manos en mi vientre mientras me da un casto beso. La verdad, durante este tiempo Paolo se ha portado como un príncipe conmigo. Todos los días me hace sentir la mujer más hermosa y amada del mundo, y eso lo valoro mucho. - Gracias, amor. Ahora vamos, ya quiero saber qué son. - Bueno, ¿quieren saber los sexos? - dice la médica mientras pasa el a