Llevo encerrada en este lugar durante 2 semanas sin recibir la luz del día. Paolo viene y me trae comida, pero siempre recibo uno que otro golpe, ya que no consumo alimento ni le hablo, cosa que le molesta. - Hola preciosa, te traje tu comida - deja la charola con la comida sobre una mesa y me mira. - ¿Cómo estás, mi amor? - cínico, ¿cómo crees que estoy? - Tú qué crees, Paolo - respondo seca y destilando odio. Este me toma con fuerza del cabello. - ¡A mí no me hables así! Quiero respeto de parte tuya - me tira a la cama y yo rápidamente me siento. - El respeto te lo debes ganar, imbécil - estampa su puño en mi cara, haciendo que mi labio inferior se abra empezando a sangrar, varias lágrimas empiezan a caer por mis ojos. - Y yo que pensaba dejarte salir hoy, pero con esto es mejor que te quedes más tiempo para que recapacites - ¡No! No quiero quedarme más aquí. - ¡No, Paolo, déjame salir! - este niega y sale, dejándome encerrada. Comienzo a golpear la puerta y a gritar mientras
Mía Hoy por fin salgo del maldito hospital. Ya quería salir de aquí, aunque lo que en realidad quería era estar muerta. Paolo se ha quedado estos dos días a mi lado y es un maldito martirio porque odio su presencia, pero lo que más odio es que me pida perdón, porque sé que nunca le perdonaré todo lo que me ha hecho. -Vamos, preciosa - tomo mi bolso y salgo con Paolo de la habitación. -Te tengo una sorpresa, te encantará -no respondo, solo me dedico a ver el paisaje hasta que llegamos a casa. Antes de cruzar esa puerta, me detengo en la entrada con mucho terror de lo que pueda pasar apenas entre. -No puedo - hablo en un susurro y él se acerca a mí. -Cariño, todo estará bien, lo prometo -Paolo me habla con tanta dulzura que creo que es mentira todo. -Vamos, entra. Tienes que darte un baño y alimentarte - él me entra a la casa, pero cada paso que doy es como si estuviera caminando directo al infierno. Entro a la habitación y me siento en la cama mientras Paolo acomoda todo. -Ve, da
Escucho el sonido de mi despertador que me indica que ya es hora de levantarme; son las 7:30 am y tengo clase a las 9, así que tengo tiempo. Salto de la cama y me meto a la ducha, tardando 10 minutos. Cuando salgo, busco algo que ponerme en el armario y cuando lo encuentro, comienzo a vestirme. Cuando ya estoy lista, bajo a desayunar. - ¡Qué hermosa estás! - Paolo me sobresalta al sentirlo por detrás. - Paolo, Dios, casi me matas de un susto. - Lo siento - veo una leve sonrisa y este me indica que me siente. - Come para que tengas energía - yo asiento y comienzo a comer. - Mia, tengo que decirte algo - lo miro con atención. - Vas a tener a dos guardaespaldas. - ¿Qué? ¡No, Paolo, ni loca! No quiero tener a dos gorilas siempre conmigo. - Mia, es por tu bien y además ellos van a mantener una distancia. Por favor, Mia, colabora con esto, ¿sí? - En ese momento me acuerdo de la amenaza que hay con los rusos. - Está bien, pero que mantengan su distancia. - Perfecto, ven a conocerlo
Estoy acostada en la cama, esperando a que venga la enfermera y me haga la curación de la herida que me hizo ese desgraciado ayer. Desafortunadamente, no pude ir a la universidad, pero tengo amigos muy buenos que me dijeron que me pasarían los apuntes, así que por esa parte estoy tranquila. Me levanto para darme un baño, pero cuando estoy solo en ropa interior, veo esa horrible marca en mi pierna. -M*****a marca, ahora nunca se quitará. -No digas eso.- La voz de Paolo me sobresalta, haciendo que por instinto tome la toalla y me tape con ella. -Haré todo lo posible por borrar esa marca de tu preciosa pierna -Él me sienta en el lavado y luego toma mi pierna, la que tiene la marca, y comienza a darle besos, haciendo que mi centro se concentre en leves descargas. .-¿Qué haces, Paolo?- digo con dificultad. -Quiero consentirte - Vuelve a lo suyo, así que me rindo y me dejo hacer. Paolo comienza a besar la parte interna de mis piernas, abriéndome un poco para tener mejor acceso a esa par
¿Irme de viaje? No creo que sea una buena idea irme con Paolo. Además, apenas entré a la universidad, no puedo faltar una semana. - Paolo, no creo que se pueda. Hace poco entré a la universidad, no quiero faltar. - Amor, hablamos con el decano, de seguro él nos colabora con eso. Por favor, Mia, vámonos, tomémonos un tiempo lejos de todo para estar solos tú y yo. Tal vez sea una buena idea. - Está bien - digo con una sonrisa. - ¡Genial! - dice emocionado y se para de la cama desnudo. - ¿A dónde vas? - pregunto tapando mi desnudez. - Voy a alistar todo, salimos mañana. - ¿Y a dónde vamos a ir? - ¿Qué te parece si vamos a las islas de Tailandia? - Tailandia? Nunca esperé ir a ese lugar ni en mis más remotos sueños. - ¿En serio? - hablo emocionada y él asiente. - Sí, amor, así que empaca que salimos en 3 horas para viajar en la noche - él sale y yo comienzo a empacar todo lo que tengo, incluyendo mis vestidos de baño costosísimos que Paolo me regaló. Estamos dentro del avión hac
Las pequeñas vacaciones en Tailandia han sido las mejores, todo gracias a Paolo que ha estado súper pendiente de mí, cuidándome y consintiéndome. - Amor, ¿lista para ir a la isla? - Me estoy colocando la parte de arriba del traje de baño y cuando termino salgo. - Estoy lista, amor - él voltea y me mira, repasando cada parte de mi cuerpo hasta que su mirada se vuelve oscura. - Ni lo pienses, quiero ir a esa isla y si nos quedamos aquí no habrá tiempo - él bufa mientras tomamos las cosas. Paolo conduce hasta cierta parte porque ya la otra parte Paolo alquiló un yate solo para ir hasta esa isla. - Sabes, pudimos haber ido en lancha como todos - digo mientras me subo al yate. - Lo sé, pero acuérdate con quién hablas, nena, con Paolo Lombardi, el mafioso más temido de Italia y pronto será del mundo - volteo los ojos y el barco empieza a navegar. Yo empiezo a ver distintas islas, pero ninguna es la que le dije a Paolo que quería hasta que de lejos la veo. - Mira, Paolo, ¡ahí está! - Pa
Me estoy preparando para verme con Rose, aprovecho que Paolo está en la oficina para encontrarme con ella sin ningún problema. Me pongo unos pantalones y una chaqueta intentando ocultar los moretones que Paolo me dejó. Bajo las escaleras con cuidado para asegurarme de que nadie me vea. Cuando llego a la puerta, observo que no hay nadie, así que corro rápidamente, pero veo de lejos a los guardaespaldas de Paolo que comienzan a perseguirme. Tomo el ascensor y antes de que lleguen, éste se cierra. “Gracias, Dios”, llego al primer piso y salgo corriendo hasta llegar al lugar donde Rose y yo quedamos en vernos. Me siento en una mesa algo alejada y piso un mocaccino. -Hola, Mia – alzo la vista y veo a una radiante Rose. -¡Rose! Qué bueno verte – ella sonríe, pero veo cómo comienza a observar mis morados que se alcanzan a ver, así que rápidamente los tapo. -No tienes necesidad de tapar algo que ya es notorio – dice Rose, haciendo que me encogiera de hombros. -Paolo sigue pegándote, ¿ver
Me separo de golpe al ver a Paolo parado en la puerta con su cara roja. Lina me mira y se empieza a reír, así que yo me uno. - ¡Mía! – grita Paolo, pero es inútil, ambas estamos muy drogadas y cualquier cosa que dijera hacía que nos diera más risa. Veo cómo Paolo posa su mirada en el polvito regado y, sin esperarlo, me toma fuerte del brazo. - ¿Te drogaste? – Lina se queda helada al ver la reacción de Paolo. - Sí, ¿y qué? – Esta noche me siento fuerte y bastante valiente. - M*****a zorra, lárgate de aquí si no quieres que te dé un tiro en la cabeza – Lina lo mira pálida y, sin pensarlo, sale. - Eres una m*****a irresponsable. - Ya, para, Paolo. A mí me vale un carajo lo que pienses. - Te crees valiente porque estás drogada, eres una tonta, Mía. Te juro que apenas estés sobria te va a ir peor. - Haz lo que se te dé la puta gana – salgo del baño y detrás de mí sale Paolo. Este me lleva al carro y arrancamos. Al llegar a casa, subo a la habitación y comienzo a quitarme la ropa, qu