- Definitivamente, eres una delicia – me levanto con un fuerte dolor de cabeza y veo a mi lado a Lina, que está completamente desnuda. - ¿Qué… qué pasó? – al bajar la mirada, veo que yo también estoy desnuda y eso me asusta. - ¿Acaso no te acuerdas lo bien que la pasamos? - ¡No puede ser, me acosté con Lina! Me acosté con una mujer. - Mía, tienes lo tuyo. Cuando quieras, lo podemos repetir. - ¡Estás loca, Lina! ¡Esto no debía pasar! - Hay, nena, eso no decías ahora cuando te la estaba chupando. - ¡Oh por dios, tuve sexo con una mujer, maldito licor y maldito polvito! - Me voy. – Me levanto y comienzo a vestirme. - Esto no volverá a pasar. – Lina se ríe. - Nena, tarde o temprano volverás a mí pidiendo lo que tanto te hace bien. – Veo cómo se mete una pastilla en la boca, así que rápidamente salgo del lugar sintiéndome una m****a. Al salir, noto por primera vez que ya es de noche y me doy cuenta del problema que voy a tener. Aunque sería mejor no volver, no puedo. Tengo que termi
Qué m****a hiciste, mía! – grita Paolo mientras lo veo caminar por toda la habitación. - ¿Qué necesidad de meter esa m****a? - ¡Esto me hace olvidar! Tú no tienes ni la menor idea de cómo me siento. - Pues dímelo, te estoy dando la oportunidad. - Me siento atrapada, maltratada y humillada. Yo pensaba que las cosas iban a cambiar, pero me equivoqué. Tú nunca vas a cambiar, siempre serás el mismo demonio. Yo tenía, por así decirlo, una buena vida hasta que te conocí, Paolo. Definitivamente, todo lo que tocas lo pudres. Me acabaste, Paolo. – Varias lágrimas caen de mis ojos, sintiendo cómo el dolor acumulado sale por todo mi cuerpo. - ¿Sabes cuánto he sufrido estando aquí? ¡Mucho! Me has pegado, me has violado. ¡Dime qué más quieres hacer! – Paolo está estático por primera vez en mucho tiempo, no hace nada, solo se queda quieto. - ¡Ahora te quedas callado, maldito! Te odio, te odio con todo mi ser. – Grito como una loca hasta que Paolo toma mis brazos y me pega a él dándome un abraz
Me despierto por un fuerte dolor de cabeza. Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy en una habitación grande, pero sigo desorientada hasta que poco a poco llegan las imágenes de todo lo ocurrido. - ¡Ayúdenme! – grito golpeando la puerta. - Por favor, alguien, ayúdenme – siento cómo la puerta se abre, dejando ver a un ruso bastante enojado. - ¡Deja de gritar! ¿No entiendes que aquí nadie te va a ayudar? - Por favor, señor, déjeme ir, yo no tengo nada que ver en esto de la mafia, se lo suplico – este se ríe. - Sí, tienes razón, pero eres la debilidad de Paolo, y ese maldito desgraciado me va a pagar cada una de las cosas que me ha hecho. Así que prepárate, porque voy a hacer contigo justo lo que él hizo con mi preciosa Penélope – este sale, dejándome llena de dudas. ¿Qué hizo Paolo para que este hombre quiera hacerme daño? Pasa el tiempo y escucho cómo abren la puerta. Es una chica de unos 27 años. - Hola, soy Lia. El señor me mandó a traerle esta ropa – tomo la ropa y le
Mía Jones* Estoy acostada viendo hacia la ventana. Ya llevo encerrada aproximadamente un mes y aún no sé nada de Paolo. Seguro ya dejó de buscarme y ahora está con otra mujer. Durante este mes, Izac ha tenido diferentes cambios de humor. Unos días es buena persona y hasta parece que en realidad me ama, o bueno, que ama a Penelope, pero otras veces me golpea hasta casi matarme. Hoy, por fin, se curó la herida que me hizo hace una semana con el borde de una mesa. Toda la semana se la ha pasado pidiendo perdón y comprando flores, pero ya es inútil la verdad, ya me da igual lo que pase conmigo. -Hola, mi preciosa Penelope - Izac entra con una caja en sus manos. -Mira lo que te traje -coloca la caja a mis pies y me mira esperando que lo abra. Así que empiezo a abrir la caja y cuando lo hago veo un hermoso vestido con unos zapatos a juego. -¿Te gusta, mi amor? -Sí, es muy lindo -digo algo desanimada. -Quiero que te lo pongas hoy, tendremos una fiesta donde asistirá gente muy importante
Doctor, ¿cómo se encuentra mi prometida? - con quien habla izac - Señor, le informo que la señorita Jones se encuentra algo delicada y además hay algo que debe saber - ¿qué está pasando? Intento abrir mis ojos, pero no puedo. - ¿Qué pasa, doctor? ¡Dígame! - Ella estaba embarazada, tenía un mes de embarazo - ¿embarazada? ¡No, esto tenía que ser una broma! - ¿Estaba? - Sí, señor, la señorita lo perdió por la caída y por el vidrio que se incrustó. Lo más probable es que ella nunca pueda quedar embarazada, ya que el útero quedó muy dañado y si llegara a quedar, el embarazo sería de alto riesgo. - No puede ser - siento cómo vuelve a mí la oscuridad. - ¡Eres un maldito desgraciado! ¡Mira lo que le hiciste! - es Paolo, ¿pero qué hace aquí? ¡Lo matará! - Largo de aquí, déjame con mi mujer. - ¡Tu mujer! ¡Ella es mía y siempre lo será! - Te mataré si no te vas, Paolo, no estoy de humor. - ¿Por qué? Ah, ya sé por qué, mataste a tu propio hijo y ahora ella quizás nunca vaya a poder qued
Seis años después... -Mia!!! Despierta, llegaremos tarde a la junta - abro mis ojos como platos cuando Matilde menciona la palabra "junta". Me levanto de un salto y me meto en la ducha. En 10 minutos salgo y en 20 estoy lista. Salgo de la habitación y encuentro a mi amiga Matilde desayunando. -No sé qué haría sin ti - digo mientras tomo mi café. -Lo sé, por eso ahora somos socias de nuestra propia marca de ropa. Quiero contarles un poco sobre mi vida en estos últimos 6 años. Me mudé con mi amiga Matilde a París y ambas nos inscribimos en una de las mejores academias de moda de la ciudad, todo porque ganamos un concurso cuyo premio era una beca completa. Esa fue nuestra puerta de entrada. Hace dos años me gradué con mi amiga y decidimos montar nuestra propia marca de ropa. Al principio fue difícil; empezamos con una tienda pequeña y ahora tenemos tres en diferentes lugares de París. Estamos pensando en expandirnos, y precisamente de eso trata la junta de hoy. Si me preguntan por m
Estoy en shock. Matías es el socio que Lia nos recomendó. - ¿Tú eres el socio? - digo algo sorprendida. - No directamente, el socio no pudo asistir hoy, pero me pidió que lo representara. - ¿Desde cuándo te juntas con gente que le gusta el mundo de la moda? - este suelta la carcajada. - Es buen negocio, Mia, más bien háblame de ti. - ¿Qué quieres que te cuente, Matías? - este toma mi mano y nos sentamos en una mesa. - De tu nueva vida aquí en París. - Bueno, pues llegué aquí hace 6 años, comencé a estudiar, me gradué y con mi amiga Matilda, que ya debe estar por llegar, creamos nuestra propia marca de ropa. - Yo sabía que ibas a lograr cada meta y todavía falta más porque pronto te vas a poder expandir por más partes de Europa hasta llegar a todo el mundo. - Lo sé, Matías. ¿Y tú, cómo has estado? - Bien, concentrado en los negocios. - ¿No estás con alguien? - este se ríe y niega. - Estoy destinado a ser un lobo solitario, así como Paolo - cuando menciona su nombre, mi coraz
Estoy como loca tratando de decidir qué ponerme para la cena con Paolo y Matías. Mi amiga, como siempre, ya sabe qué ponerse, pero yo soy una m*****a indecisa que no sabe qué colocarse. -Amiga, ya ponte algo, me estás estresando -le digo. -¡Matilde, ayúdame! -ella entra al cuarto y busca en mi armario qué colocarme hasta que saca un vestido negro con encaje. -Este es perfecto para ti -me lo entrega y yo lo observo. -¿Segura? - digo algo insegura. -Sí, ahora ve y pontelo porque ya casi son las 9 y ese hombre es muy puntual. Vaya, Matilde tiene razón, me queda muy bien. -Amiga, eres una diosa de la moda -Matilde sonríe. -Por eso estudiamos diseño - escuchamos cómo alguien toca el timbre y automáticamente mi corazón se pone a mil. -Yo abro - menos mal que Matilde se ofreció. Cuando abre la puerta, vemos a un señor con un traje negro. -Señoritas, el señor Lombardi las espera en su auto - Ambas tomamos nuestros bolsos y bajamos, pero nos llevamos la sorpresa de que hay dos camione