Las pequeñas vacaciones en Tailandia han sido las mejores, todo gracias a Paolo que ha estado súper pendiente de mí, cuidándome y consintiéndome. - Amor, ¿lista para ir a la isla? - Me estoy colocando la parte de arriba del traje de baño y cuando termino salgo. - Estoy lista, amor - él voltea y me mira, repasando cada parte de mi cuerpo hasta que su mirada se vuelve oscura. - Ni lo pienses, quiero ir a esa isla y si nos quedamos aquí no habrá tiempo - él bufa mientras tomamos las cosas. Paolo conduce hasta cierta parte porque ya la otra parte Paolo alquiló un yate solo para ir hasta esa isla. - Sabes, pudimos haber ido en lancha como todos - digo mientras me subo al yate. - Lo sé, pero acuérdate con quién hablas, nena, con Paolo Lombardi, el mafioso más temido de Italia y pronto será del mundo - volteo los ojos y el barco empieza a navegar. Yo empiezo a ver distintas islas, pero ninguna es la que le dije a Paolo que quería hasta que de lejos la veo. - Mira, Paolo, ¡ahí está! - Pa
Me estoy preparando para verme con Rose, aprovecho que Paolo está en la oficina para encontrarme con ella sin ningún problema. Me pongo unos pantalones y una chaqueta intentando ocultar los moretones que Paolo me dejó. Bajo las escaleras con cuidado para asegurarme de que nadie me vea. Cuando llego a la puerta, observo que no hay nadie, así que corro rápidamente, pero veo de lejos a los guardaespaldas de Paolo que comienzan a perseguirme. Tomo el ascensor y antes de que lleguen, éste se cierra. “Gracias, Dios”, llego al primer piso y salgo corriendo hasta llegar al lugar donde Rose y yo quedamos en vernos. Me siento en una mesa algo alejada y piso un mocaccino. -Hola, Mia – alzo la vista y veo a una radiante Rose. -¡Rose! Qué bueno verte – ella sonríe, pero veo cómo comienza a observar mis morados que se alcanzan a ver, así que rápidamente los tapo. -No tienes necesidad de tapar algo que ya es notorio – dice Rose, haciendo que me encogiera de hombros. -Paolo sigue pegándote, ¿ver
Me separo de golpe al ver a Paolo parado en la puerta con su cara roja. Lina me mira y se empieza a reír, así que yo me uno. - ¡Mía! – grita Paolo, pero es inútil, ambas estamos muy drogadas y cualquier cosa que dijera hacía que nos diera más risa. Veo cómo Paolo posa su mirada en el polvito regado y, sin esperarlo, me toma fuerte del brazo. - ¿Te drogaste? – Lina se queda helada al ver la reacción de Paolo. - Sí, ¿y qué? – Esta noche me siento fuerte y bastante valiente. - M*****a zorra, lárgate de aquí si no quieres que te dé un tiro en la cabeza – Lina lo mira pálida y, sin pensarlo, sale. - Eres una m*****a irresponsable. - Ya, para, Paolo. A mí me vale un carajo lo que pienses. - Te crees valiente porque estás drogada, eres una tonta, Mía. Te juro que apenas estés sobria te va a ir peor. - Haz lo que se te dé la puta gana – salgo del baño y detrás de mí sale Paolo. Este me lleva al carro y arrancamos. Al llegar a casa, subo a la habitación y comienzo a quitarme la ropa, qu
- Definitivamente, eres una delicia – me levanto con un fuerte dolor de cabeza y veo a mi lado a Lina, que está completamente desnuda. - ¿Qué… qué pasó? – al bajar la mirada, veo que yo también estoy desnuda y eso me asusta. - ¿Acaso no te acuerdas lo bien que la pasamos? - ¡No puede ser, me acosté con Lina! Me acosté con una mujer. - Mía, tienes lo tuyo. Cuando quieras, lo podemos repetir. - ¡Estás loca, Lina! ¡Esto no debía pasar! - Hay, nena, eso no decías ahora cuando te la estaba chupando. - ¡Oh por dios, tuve sexo con una mujer, maldito licor y maldito polvito! - Me voy. – Me levanto y comienzo a vestirme. - Esto no volverá a pasar. – Lina se ríe. - Nena, tarde o temprano volverás a mí pidiendo lo que tanto te hace bien. – Veo cómo se mete una pastilla en la boca, así que rápidamente salgo del lugar sintiéndome una m****a. Al salir, noto por primera vez que ya es de noche y me doy cuenta del problema que voy a tener. Aunque sería mejor no volver, no puedo. Tengo que termi
Qué m****a hiciste, mía! – grita Paolo mientras lo veo caminar por toda la habitación. - ¿Qué necesidad de meter esa m****a? - ¡Esto me hace olvidar! Tú no tienes ni la menor idea de cómo me siento. - Pues dímelo, te estoy dando la oportunidad. - Me siento atrapada, maltratada y humillada. Yo pensaba que las cosas iban a cambiar, pero me equivoqué. Tú nunca vas a cambiar, siempre serás el mismo demonio. Yo tenía, por así decirlo, una buena vida hasta que te conocí, Paolo. Definitivamente, todo lo que tocas lo pudres. Me acabaste, Paolo. – Varias lágrimas caen de mis ojos, sintiendo cómo el dolor acumulado sale por todo mi cuerpo. - ¿Sabes cuánto he sufrido estando aquí? ¡Mucho! Me has pegado, me has violado. ¡Dime qué más quieres hacer! – Paolo está estático por primera vez en mucho tiempo, no hace nada, solo se queda quieto. - ¡Ahora te quedas callado, maldito! Te odio, te odio con todo mi ser. – Grito como una loca hasta que Paolo toma mis brazos y me pega a él dándome un abraz
Me despierto por un fuerte dolor de cabeza. Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy en una habitación grande, pero sigo desorientada hasta que poco a poco llegan las imágenes de todo lo ocurrido. - ¡Ayúdenme! – grito golpeando la puerta. - Por favor, alguien, ayúdenme – siento cómo la puerta se abre, dejando ver a un ruso bastante enojado. - ¡Deja de gritar! ¿No entiendes que aquí nadie te va a ayudar? - Por favor, señor, déjeme ir, yo no tengo nada que ver en esto de la mafia, se lo suplico – este se ríe. - Sí, tienes razón, pero eres la debilidad de Paolo, y ese maldito desgraciado me va a pagar cada una de las cosas que me ha hecho. Así que prepárate, porque voy a hacer contigo justo lo que él hizo con mi preciosa Penélope – este sale, dejándome llena de dudas. ¿Qué hizo Paolo para que este hombre quiera hacerme daño? Pasa el tiempo y escucho cómo abren la puerta. Es una chica de unos 27 años. - Hola, soy Lia. El señor me mandó a traerle esta ropa – tomo la ropa y le
Mía Jones* Estoy acostada viendo hacia la ventana. Ya llevo encerrada aproximadamente un mes y aún no sé nada de Paolo. Seguro ya dejó de buscarme y ahora está con otra mujer. Durante este mes, Izac ha tenido diferentes cambios de humor. Unos días es buena persona y hasta parece que en realidad me ama, o bueno, que ama a Penelope, pero otras veces me golpea hasta casi matarme. Hoy, por fin, se curó la herida que me hizo hace una semana con el borde de una mesa. Toda la semana se la ha pasado pidiendo perdón y comprando flores, pero ya es inútil la verdad, ya me da igual lo que pase conmigo. -Hola, mi preciosa Penelope - Izac entra con una caja en sus manos. -Mira lo que te traje -coloca la caja a mis pies y me mira esperando que lo abra. Así que empiezo a abrir la caja y cuando lo hago veo un hermoso vestido con unos zapatos a juego. -¿Te gusta, mi amor? -Sí, es muy lindo -digo algo desanimada. -Quiero que te lo pongas hoy, tendremos una fiesta donde asistirá gente muy importante
Doctor, ¿cómo se encuentra mi prometida? - con quien habla izac - Señor, le informo que la señorita Jones se encuentra algo delicada y además hay algo que debe saber - ¿qué está pasando? Intento abrir mis ojos, pero no puedo. - ¿Qué pasa, doctor? ¡Dígame! - Ella estaba embarazada, tenía un mes de embarazo - ¿embarazada? ¡No, esto tenía que ser una broma! - ¿Estaba? - Sí, señor, la señorita lo perdió por la caída y por el vidrio que se incrustó. Lo más probable es que ella nunca pueda quedar embarazada, ya que el útero quedó muy dañado y si llegara a quedar, el embarazo sería de alto riesgo. - No puede ser - siento cómo vuelve a mí la oscuridad. - ¡Eres un maldito desgraciado! ¡Mira lo que le hiciste! - es Paolo, ¿pero qué hace aquí? ¡Lo matará! - Largo de aquí, déjame con mi mujer. - ¡Tu mujer! ¡Ella es mía y siempre lo será! - Te mataré si no te vas, Paolo, no estoy de humor. - ¿Por qué? Ah, ya sé por qué, mataste a tu propio hijo y ahora ella quizás nunca vaya a poder qued