Escucho el sonido de mi despertador que me indica que ya es hora de levantarme; son las 7:30 am y tengo clase a las 9, así que tengo tiempo. Salto de la cama y me meto a la ducha, tardando 10 minutos. Cuando salgo, busco algo que ponerme en el armario y cuando lo encuentro, comienzo a vestirme. Cuando ya estoy lista, bajo a desayunar. - ¡Qué hermosa estás! - Paolo me sobresalta al sentirlo por detrás. - Paolo, Dios, casi me matas de un susto. - Lo siento - veo una leve sonrisa y este me indica que me siente. - Come para que tengas energía - yo asiento y comienzo a comer. - Mia, tengo que decirte algo - lo miro con atención. - Vas a tener a dos guardaespaldas. - ¿Qué? ¡No, Paolo, ni loca! No quiero tener a dos gorilas siempre conmigo. - Mia, es por tu bien y además ellos van a mantener una distancia. Por favor, Mia, colabora con esto, ¿sí? - En ese momento me acuerdo de la amenaza que hay con los rusos. - Está bien, pero que mantengan su distancia. - Perfecto, ven a conocerlo
Estoy acostada en la cama, esperando a que venga la enfermera y me haga la curación de la herida que me hizo ese desgraciado ayer. Desafortunadamente, no pude ir a la universidad, pero tengo amigos muy buenos que me dijeron que me pasarían los apuntes, así que por esa parte estoy tranquila. Me levanto para darme un baño, pero cuando estoy solo en ropa interior, veo esa horrible marca en mi pierna. -M*****a marca, ahora nunca se quitará. -No digas eso.- La voz de Paolo me sobresalta, haciendo que por instinto tome la toalla y me tape con ella. -Haré todo lo posible por borrar esa marca de tu preciosa pierna -Él me sienta en el lavado y luego toma mi pierna, la que tiene la marca, y comienza a darle besos, haciendo que mi centro se concentre en leves descargas. .-¿Qué haces, Paolo?- digo con dificultad. -Quiero consentirte - Vuelve a lo suyo, así que me rindo y me dejo hacer. Paolo comienza a besar la parte interna de mis piernas, abriéndome un poco para tener mejor acceso a esa par
¿Irme de viaje? No creo que sea una buena idea irme con Paolo. Además, apenas entré a la universidad, no puedo faltar una semana. - Paolo, no creo que se pueda. Hace poco entré a la universidad, no quiero faltar. - Amor, hablamos con el decano, de seguro él nos colabora con eso. Por favor, Mia, vámonos, tomémonos un tiempo lejos de todo para estar solos tú y yo. Tal vez sea una buena idea. - Está bien - digo con una sonrisa. - ¡Genial! - dice emocionado y se para de la cama desnudo. - ¿A dónde vas? - pregunto tapando mi desnudez. - Voy a alistar todo, salimos mañana. - ¿Y a dónde vamos a ir? - ¿Qué te parece si vamos a las islas de Tailandia? - Tailandia? Nunca esperé ir a ese lugar ni en mis más remotos sueños. - ¿En serio? - hablo emocionada y él asiente. - Sí, amor, así que empaca que salimos en 3 horas para viajar en la noche - él sale y yo comienzo a empacar todo lo que tengo, incluyendo mis vestidos de baño costosísimos que Paolo me regaló. Estamos dentro del avión hac
Las pequeñas vacaciones en Tailandia han sido las mejores, todo gracias a Paolo que ha estado súper pendiente de mí, cuidándome y consintiéndome. - Amor, ¿lista para ir a la isla? - Me estoy colocando la parte de arriba del traje de baño y cuando termino salgo. - Estoy lista, amor - él voltea y me mira, repasando cada parte de mi cuerpo hasta que su mirada se vuelve oscura. - Ni lo pienses, quiero ir a esa isla y si nos quedamos aquí no habrá tiempo - él bufa mientras tomamos las cosas. Paolo conduce hasta cierta parte porque ya la otra parte Paolo alquiló un yate solo para ir hasta esa isla. - Sabes, pudimos haber ido en lancha como todos - digo mientras me subo al yate. - Lo sé, pero acuérdate con quién hablas, nena, con Paolo Lombardi, el mafioso más temido de Italia y pronto será del mundo - volteo los ojos y el barco empieza a navegar. Yo empiezo a ver distintas islas, pero ninguna es la que le dije a Paolo que quería hasta que de lejos la veo. - Mira, Paolo, ¡ahí está! - Pa
Me estoy preparando para verme con Rose, aprovecho que Paolo está en la oficina para encontrarme con ella sin ningún problema. Me pongo unos pantalones y una chaqueta intentando ocultar los moretones que Paolo me dejó. Bajo las escaleras con cuidado para asegurarme de que nadie me vea. Cuando llego a la puerta, observo que no hay nadie, así que corro rápidamente, pero veo de lejos a los guardaespaldas de Paolo que comienzan a perseguirme. Tomo el ascensor y antes de que lleguen, éste se cierra. “Gracias, Dios”, llego al primer piso y salgo corriendo hasta llegar al lugar donde Rose y yo quedamos en vernos. Me siento en una mesa algo alejada y piso un mocaccino. -Hola, Mia – alzo la vista y veo a una radiante Rose. -¡Rose! Qué bueno verte – ella sonríe, pero veo cómo comienza a observar mis morados que se alcanzan a ver, así que rápidamente los tapo. -No tienes necesidad de tapar algo que ya es notorio – dice Rose, haciendo que me encogiera de hombros. -Paolo sigue pegándote, ¿ver
Me separo de golpe al ver a Paolo parado en la puerta con su cara roja. Lina me mira y se empieza a reír, así que yo me uno. - ¡Mía! – grita Paolo, pero es inútil, ambas estamos muy drogadas y cualquier cosa que dijera hacía que nos diera más risa. Veo cómo Paolo posa su mirada en el polvito regado y, sin esperarlo, me toma fuerte del brazo. - ¿Te drogaste? – Lina se queda helada al ver la reacción de Paolo. - Sí, ¿y qué? – Esta noche me siento fuerte y bastante valiente. - M*****a zorra, lárgate de aquí si no quieres que te dé un tiro en la cabeza – Lina lo mira pálida y, sin pensarlo, sale. - Eres una m*****a irresponsable. - Ya, para, Paolo. A mí me vale un carajo lo que pienses. - Te crees valiente porque estás drogada, eres una tonta, Mía. Te juro que apenas estés sobria te va a ir peor. - Haz lo que se te dé la puta gana – salgo del baño y detrás de mí sale Paolo. Este me lleva al carro y arrancamos. Al llegar a casa, subo a la habitación y comienzo a quitarme la ropa, qu
- Definitivamente, eres una delicia – me levanto con un fuerte dolor de cabeza y veo a mi lado a Lina, que está completamente desnuda. - ¿Qué… qué pasó? – al bajar la mirada, veo que yo también estoy desnuda y eso me asusta. - ¿Acaso no te acuerdas lo bien que la pasamos? - ¡No puede ser, me acosté con Lina! Me acosté con una mujer. - Mía, tienes lo tuyo. Cuando quieras, lo podemos repetir. - ¡Estás loca, Lina! ¡Esto no debía pasar! - Hay, nena, eso no decías ahora cuando te la estaba chupando. - ¡Oh por dios, tuve sexo con una mujer, maldito licor y maldito polvito! - Me voy. – Me levanto y comienzo a vestirme. - Esto no volverá a pasar. – Lina se ríe. - Nena, tarde o temprano volverás a mí pidiendo lo que tanto te hace bien. – Veo cómo se mete una pastilla en la boca, así que rápidamente salgo del lugar sintiéndome una m****a. Al salir, noto por primera vez que ya es de noche y me doy cuenta del problema que voy a tener. Aunque sería mejor no volver, no puedo. Tengo que termi
Qué m****a hiciste, mía! – grita Paolo mientras lo veo caminar por toda la habitación. - ¿Qué necesidad de meter esa m****a? - ¡Esto me hace olvidar! Tú no tienes ni la menor idea de cómo me siento. - Pues dímelo, te estoy dando la oportunidad. - Me siento atrapada, maltratada y humillada. Yo pensaba que las cosas iban a cambiar, pero me equivoqué. Tú nunca vas a cambiar, siempre serás el mismo demonio. Yo tenía, por así decirlo, una buena vida hasta que te conocí, Paolo. Definitivamente, todo lo que tocas lo pudres. Me acabaste, Paolo. – Varias lágrimas caen de mis ojos, sintiendo cómo el dolor acumulado sale por todo mi cuerpo. - ¿Sabes cuánto he sufrido estando aquí? ¡Mucho! Me has pegado, me has violado. ¡Dime qué más quieres hacer! – Paolo está estático por primera vez en mucho tiempo, no hace nada, solo se queda quieto. - ¡Ahora te quedas callado, maldito! Te odio, te odio con todo mi ser. – Grito como una loca hasta que Paolo toma mis brazos y me pega a él dándome un abraz