El médico observó pacientemente a mi mujer con media sonrisa, mientras que yo me encontraba estático, sin habla y procesando la información de última hora. ¿Había pensado en hijos? Si, ¿Por qué no? Aunque la realidad era otra cuando de manera abrupta te sucede algo así, es un choque de emociones, de anhelos, de esperanzas y sobre todo de preocupación y miedo, de inmediato las imágenes del atentado contra Fiorella ocuparon por completo mi mente ¡Dios! Me llevé las manos a la cabeza angustiado, mis nervios y ansiedad crecieron el doble en segundos, una personita se sumaba a la tropa, ya no seriamos dos sino tres, de repente quería gritar, correr, no sabía ni como cómo reaccionar ante la llegada de un hijo con la amenaza y peligro que corríamos en ese entonces. Abstraído comencé a caminar de un lado al otro.—¿Theo? —Fiore apretaba sus labios conmocionada, en sus ojos habían miles de interrogantes, me tomó desprevenido.—Pensé que te estabas cuidando...—Será mejor que me retire, regr
—Ve al grano, Nicholas.—Que amargado eres.—Habla de una jodida vez.—Uno de aquellos tipos bailaba cerca a Fiorella cuando ella le vomitó encima. ¿Te imaginas eso? ja ja ja —las risotadas de Nicholas eran ensordecedoras. Antes de que marcara el número de Fiorella, un mensaje llegó al móvil.*Ojitos azules, ya voy camino a casa, muero de sueño, te juro que es más divertido estar en la cama que en la disco, besos, diviértete**¿Te sientes bien? Ya supe que vomitaste, amor**Estoy bien ahora, siento el estómago liviano**Quiero irme contigo y acurrucarme a tu lado**No señor, te quedas allí hasta que termine la reunión, eres el anfitrión, cielo**Conste que lo hago porque me lo pides. Uno de los amigos de Nick, puede suplirme**Theo...**Ok. Descansen niña hermosa. Los amo**Amo que desde ya, hables en plural**Son mis plural de amor*El timbre de la suite me hizo regresar a la realidad. Preferí hacer la reunión en privado sin el bullicio de la gente ni extraños observando lo que hacía
Scarlet sonrió apretando sus labios, no supe interpretar esa sonrisa. Levantó sus manos al aire exasperada y observándome fijamente, nada asustaba a esa serpiente venenosa.―No creo que sea necesario armar todo este espectáculo con tus escoltas, será mejor que les ordenes que no me toquen o los demandaré.Que maldita desfachatez de su parte exigir aquello, y para colmo burlarse de la situación. Maldita mujer del infierno. La odiaba con todas mis fuerzas, ¿cómo pude imaginarla en mi futuro? Era una persona carente de sentimientos.―¿Demandarnos? No me hagas reír. En todo caso sería yo quien lo haga.―¿Por hacer qué según tú? Simplemente estoy parada frente a esta casa, dando un bonito paseo por el vecindario. ¿Acaso no puedo? Tengo entendido que eso no es ningún delito. En cambio ustedes si tienen mucho que perder, créeme ― alargó la última palabra y de nuevo fijó sus ojos en Fiorella. La rabia me hizo reaccionar y en un instante le quité el arma a Ernest, corrí hasta ella y coloqué el
Fiorella se maquilló en la camioneta de camino a la iglesia quedando más hermosa de lo que era. Su pulso ni siquiera temblaba cuando aplicó los cosméticos sobre su rostro angelical meticulosamente, sonreí viéndola, admirándola.―Si continúas mirándome fijamente voy a perder concentración y serás el único culpable de que el rímel se corra feamente por mi ojo ―acotó sonriente viéndose en el pequeño espejo que sostenía con una mano, con la otra maniobraba con un pincel supuse del rímel. Le besé una mejilla.―Es tu culpa por ser tan adorablemente preciosa ―declaré solemne.―Llegamos. Tienen el tiempo justo para entrar y ser los padrinos de esa boda ―expresó Ernest, asomando media sonrisa, él apreciaba a Nicholas.Fiore terminaba de dar el último retoque a sus labios. Observé el exterior y el terror intenso regresó a mi cuerpo, no tuve ganas de bajar del resguardo de la camioneta, observando aquella calle en donde se encontraba la iglesia, autos, transeúntes, bullicio y demás avivaban el a
Ignoré las miradas de asombro de algunas de las mujeres presentes en el baño, incluso las risas de un par de adolescentes que se retocaban frente al espejo con un labial algo chillón.—¿Joven? —murmuró una señora a mis espaldas, Fiorella caminaba delante de mi tapándose la boca evitando reír. Giré para atender lo que supuse era el reclamo de mi presencia en el baño femenino. Tomé una bocanada de aire.—Dígame —respondí casual, ella me detallaba meticulosamente con una mano debajo de su mentón.—Este es el baño de damas —se quejó.—Lo sé —respondí con media sonrisa forzada.—¿Y que hace aquí? —a veces me preguntaba y aun lo hago, porque demonios la gente se mete donde no la llaman. Podía comprender su preocupación por mi presencia allí, pero al menos no era un psicópata.—Acompaño a mi mujer embarazada, no quiero perderla de vista —mi ángel travieso ingresó a una de los cubículos sanitarios y fue entonces cuando la escuché reír bajito. La señora frente a mí suavizó el gesto y se marc
Fiorella rió con travesura aplaudiendo y asintió con ánimo, me despojé del saco tendiéndoselo a ella. Me enrollé las mangas de la camisa hasta los codos y me sumé a la jauría de lobos, lo reconozco, los hombres en grupo y con alcohol en sus venas se vuelven cavernícolas.Y sí, ocurrió que yo resulté ser la persona a quien le cayera el liguero de la novia, mierda, fue lo único que dije mentalmente. Yo tenía el liguero, la hermanita de Nicholas, el ramo.Los invitados ya pasados de copas con el ánimo por los cielos pedían a gritos el bendito show de que yo le colocara el liguero a Adaline. Ella, iba a terminar tan roja como una caceta telefónica londinense, pobre chica. Quise huir pero el muy desgraciado de Nick me jaló por el codo para que complaciera al público, de reojo miré a Fiore y ella también incitaba a gritos que lo hiciera con las manos y con el liguero en mi boca rededor. Esa pillína.Después de todo, los gritos de la gente, de la algarabía, no lo hice, porque estaba seguro
Miranda la madre de Fiorella le tendía un vaso de agua al idiota sentado cómodamente en los muebles de la sala, al sentir nuestra presencia, ambos nos observaron neutro. Felipe, bajaba las escaleras con cara de pocos amigos al ver a la indeseable visita, al parecer la única persona que le sonreía con educación en aquella casa era, Miranda.El tal Horacio posó sus ojos en mi mujer poniéndose de pie. Era un tipo que proyectaba elegancia y seguridad sin embargo para mí era una jodida piedra de mierda en el zapato, que en mala hora se tropezó en la vida de Fiorella, no se portó bien con ella, la trató como una cualquiera en la cama, lastimando su cuerpo, ocasionando desconfianza en ella, por eso comprendí la primera vez que estuvimos juntos en Boston su excesiva timidez, ocultando sus pechos de mi, la sentía dispuesta pese a que era nuestra primera vez juntos pero algo la frenaba, era como una batalla entre cuerpo y su mente. Me maldije internamente porque yo tampoco me había comportado c
Aquello parecía un cuento de terror narrado por un maldito demente, mientras que las piezas comenzaban a encajar en mi cabeza con miedo.—Así que fuiste tú, ¿para qué acabar con su vida? ¿Qué te hizo Priscilla? —empleé un tono condescendiente aparentando tranquilidad, aunque por dentro me encontraba aterrado, estaba loco si pensaba que dejaría ir a Fiorella con él después de escuchar de lo que era capaz; la vida de mi mujer e hijo corrían peligro.—Por la sencilla razón de que tuviste sexo con esa mientras mi hermana nos visitaba. Scarlet estaba maravillada contigo, por eso la cité urgente, no podía permitir que ella fuera una blandengue, no podía permitir que arruinara nuestros planes por primera vez y no quería matarla, por los menos no aun, si se porta bien. Nuestras finanzas peligraban y verás, me da una tremenda flojera ser pobre, por eso le presenté un nuevo "amigo" Albert Farley, ese con el que la descubriste en aquel hotel.—Tu forma de buscar dinero es una bajeza. Y matar a P