Capítulo 346
Mateo, a pesar de su origen privilegiado, había llegado a donde estaba por sus propios méritos y esfuerzo. Había conocido a muchas personas como Celia y Fidel, que se hacían los justos y morales solo para poder negociar un mejor precio.

Tal como esperaba, Celia entornó los ojos con astucia. —Ya que vas directo al grano, yo tampoco me andaré con rodeos. El daño a mi hija ya está hecho, una compensación es lo justo. No pedimos mucho, solo esta cantidad... —extendió una mano.

Mateo arqueó una ceja mientras Celia continuaba: —Un millón de dólares, ¡ni un centavo menos!

—Ja... —esta vez Mateo rio genuinamente, no por enojo o ira, sino porque realmente le parecía absurdo. Hasta Fidel quedó boquiabierto ante la exorbitante petición de su madre. ¿No habían acordado pedir medio millón? ¿Por qué de repente agregaba dos ceros más?

—¿De qué te ríes? —protestó Celia—. ¡La juventud, el cuerpo y la salud de mi hija no tienen precio!

—¿No tienen precio o no valen nada? Piénsalo bien antes de responder
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