Capítulo 345
Al ver la situación, Fidel instantáneamente ganó confianza. —¿Por qué te metes tanto siendo una simple empleada? ¡Llama a Mateo directamente! ¡Tenemos asuntos que tratar con él!

La asistente, al ver que los dos comenzaban a comportarse como unos sinvergüenzas, frunció aún más el ceño y cuando estaba a punto de llamar a seguridad, Mateo salió de la sala de conferencias.

—Señor Ríos... —suspiró aliviada la asistente, como si hubiera encontrado su salvación.

Mateo, que acababa de terminar una negociación comercial, vio desde lejos a los dos de limpieza y a su asistente bloqueando la entrada de su oficina. Al escuchar sus palabras groseras y recordando lo que Mercedes le había contado días atrás, inmediatamente supo quiénes eran.

—Puedes retirarte —le indicó a su asistente con un gesto de la mano. Luego abrió la puerta de su oficina y, sin necesidad de decir palabra, Celia y Fidel entraron pavoneándose.

Mateo entonces los observó detenidamente. La mujer tenía la piel algo flácida, posiblem
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