Capítulo 32
Era una mano masculina, de dedos largos y elegantes. Lucía desvió la mirada y notó que el carrito del hombre estaba lleno de comida preparada. Al levantar la vista, se encontró con los ojos del dueño de esa mano, que también la miraba.

—No me digas que cenas solo esto —comentó Lucía con una sonrisa.

—A veces llego tarde a casa y no quiero pedir comida, así que como cualquier cosa —respondió Daniel con tono neutral—. He calculado que estos alimentos proporcionan las proteínas, vitaminas y carbohidratos necesarios para un día.

Lucía no pudo evitar reír ante su explicación tan seria. —Veo que has considerado todo científicamente. Pero si tuvieras que elegir entre esto y un plato caliente recién hecho, ¿qué elegirías?

Daniel guardó silencio. La respuesta era obvia: ¿quién preferiría comida rápida teniendo la opción de una cena casera?

—Así que... —propuso Lucía con picardía— ¿Qué te parece si yo cocino la cena? A cambio, solo necesito que me ayudes con una cosa.

Media hora después, Daniel
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