Capítulo 30
—¿Mmm?—Mateo arqueó una ceja.

—¿Te atreves a registrar mi huella digital?—Sofía señaló la cerradura de la puerta principal, haciendo un puchero como un cachorro herido. —He esperado en la puerta varias veces. Mira, en mis manos, mis piernas, una, dos, tres... tantas picaduras. ¿Tienes corazón para verme sufrir así la próxima vez?

Mateo:

—No, no lo tengo.

—¡Sí!—, Sofía saltó de alegría. —En realidad, lo hice a propósito. Quería que registraras mi huella para poder venir a verte abiertamente en el futuro.

El hombre sonrió:

—Aún eres como una niña...

Mateo registró su huella digital. Recordando la sopa que ella había traído especialmente hoy y las marcas rojas en sus manos y piernas, se tocó el bolsillo:

—Esta es mi tarjeta secundaria, con un límite mensual de 10,000. Cómprate algo que te guste.

Sofía se mordió el labio, algo alarmada:

—No, no... ¿Cómo podría tomar tu dinero?

—Es natural que una mujer gaste el dinero de un hombre.

—¿Es así...?

—Tómala. No te sientas mal por ello.

—Bue
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