—Aún sigo sin entender por qué apareció una carta con tu nombre —lo miré y él se separó de mí.
—¿Qué ponía en la carta aparte de mi nombre? —Lo miré ceñuda.
—¿Cómo sabes que ponía algo más?
—Me lo intuyo.
—Ya —murmuré sin creérmelo.
—¿Crees que la escribí yo? —Me encogí de hombros. El sonrió —que ciega eres.
—¿Por qué dices eso?
—No te has dado cuenta de nada —lo miré sin entender.
A veces Draven era así, indescifrable, cuando querías entenderle algo tenias que preguntarle directamente y muchísimas de las veces ni siquiera respondía claramente la pregunta, tenias que ir tú encajando las piezas del puzle para saber la respuesta.
&mda
—No estás ahora como para hablar de eso, vámonos —volvió a coger mi muñeca.Nos acercamos a su casa y subimos hasta su habitación.Nos sentamos en la cama y ambos quedamos en silencio.Draven.Cuando iba a hablar Brisen se había tumbado en la cama y se había quedado dormida. Suspiré llevándome las manos a la cabeza.Mi teléfono comenzó a sonar, me levanté y lo cogí de la mesita, era Marco.Marco.Si tanto te gusta esa chica no sé por qué no la comes la boca y acabas con este jueguito que me pone nervioso.Yo.¿De qué hablas tú ahora?Marco.Llevo unos minutos viendo c&o
—Te lo tengo que confesar. Me gustas muchísimo Brisen —mi boca se abrió sorprendida.No me esperaba eso para nada. El corazón se me aceleró y no sabía por qué.—No... No sé qué decirte Roberto —él sonrió y negó.—No digas nada —se acercó a mí cogiéndome de la cintura —¿Te puedo besar?—No —negué —Roberto, yo —suspiré —a mi me gusta otra persona, además, solo te veo como un amigo —él asintió.—Ya... Me lo presentía —nos miramos a los ojos.—Lo siento —sonrió.—¿Se puede saber quién es ese chico?—Nadie, quiero decir... Da igual —me separé de él.—¿Es el chico de pelo blanco? ¿El que entró a tu casa?—Roberto, no importa quién sea, deberías irte, tengo que salir.—¿Vas a verle? —Lo miré ceñuda.—No te importa Roberto —me crucé de brazos.—No te conviene ese chic
Mi corazón bombeaba rápido. Estaba pensando fríamente en las palabras que me había dicho Draven.Estaba enamorado de mí.Pero como siempre, me mandaba esperar... Odiaba esperar, y más si se trataba de algo que tuviera que ver con él. Aveces pensaba que realmente no le interesaba, pues cuando quieres a alguien o estás enamorado de él o ella nunca la mandas esperar, al menos yo lo veo así.Mi mirada se encontró con la de Jazmín, estábamos preparando el cumpleaños de Enrique, un vecino del pueblo, todos los queríamos muchísimo, es un chico increíble, muy buena persona.—¿Qué te parece si ponemos esa mesa allí? —Me habló su madre.—Si, quedaría genial, molesta menos —sonreí.Ambos llevamos la mesa al lado de la fachada de una casa.Solo faltaban un par de arreglos y ya lo teníamos todo.Enrique estaba entrenando
—Con que me quieres ¿eh? —Rodé la mirada.—Cállate —Brisen sonrió y se sentó a mi lado.—Casi te mando a la mierda —dijo mirado a la puerta.Reí y ella me miró mal. Pasé mi brazo por sus hombros acercándola a mí y besando su cabeza.—Nunca estaría con otra mujer que no fueras tú —susurré.Ella me miró con una sonrisa dibujada en los labios.—¿Sabes algo? —Elevé una ceja —yo también te quiero —nos miramos a los ojos.—Mi padre se va a llevar a mi hermana —murmuré.—¿Tienes una hermana? —Asentí —¿y por qué se la quiere llevar?—Dice que corre peligro en este pueblo —me encogí de hombros.—¿Peligro?—Si, hay personas que
Entré corriendo a la casa en busca de las cosas de Brisen. No había nada que salvar, todo estaba en llamas. Intenté subir a su habitación pero estaba en llamas, miré hacia la puerta de salida. No podía irme sin al menos coger la foto de sus padres. Corrí para luego saltar y quedar en el segundo piso, tiré la puerta de la habitación de Brisen y entré.Busqué la foto por todos los lados pero no la encontraba, miré cada centímetro de la habitación hasta ver la foto debajo de la cama. La cogí y salí por la ventana. Comencé a toser, mis pulmones se habían llenado de ese humo tóxico. No había sido una explosión por gas normal, había sido esa habitación, ese gas que sabía que no era normal.Vi a Brisen correr hacia mí, me abrazó fuerte mientras lloraba. Comenzaron a llegar bomberos, ambulancias y policías.—Draven vete, nadie de aquí del pueblo te conoce, puedes meterte en problemas —la miré suspirando.
—Él era un chico bastante alegre de pequeño.Le encantaba hablar con todo el mundo, jugar y contarle su día a día a sus padres. Un día cuando se levantó, solía salir e ir al lago que había cerca de su casa. Nadaba, era muy buen nadador, por él se pasaría el día entero nadando y buceando.Ese día vio a lo lejos un hombre, lo vio triste, y pues en ese entonces Draven se preocupaba por la gente, era muy empático y con un corazón enorme. Se acercó a él.En el momento que lo miró a los ojos supo que lo conocía, no sabía decir de dónde, pero lo conocía. Y ese hombre también lo conocía muy bien.Lo conocía tan bien como para saber la vida privada de sus padres y de sus hermanos. Le fue con una historia que lo rompió por dentro, lo hizo cambiar por completo, se volvió salvaje, u
Levanté la mirada al sentir una mano acariciar mi cabello. Draven me miraba con una sonrisa en los labios. Sonreí de oreja a oreja al verlo bien.—¿Estás bien? —Me preguntó preocupado.—¿Tú, cómo estás?—Yo estoy bien, muda.—¿Seguro?—Segurísimo, pequeña.Mi corazón se aceleró. Él sonrió al escucharlo, le di un golpe en el brazo y ambos reímos. Besó mi mano.—Suéltame por favor —solté su mano.Él frunció el ceño y negó riéndose.—Las cuerdas Brisen, que me sueltes las cuerdas no la mano —volvimos a reír. Le solté las cuerdas y él se reincorporó en la camilla —. Gracias —negué con una sonrisa.—Tu hermano me contó la histori
—La cosa es así de simple —miré a Draven.—Yo quiero acabar con él —negó rápidamente.—No, he dicho que no, y no —me hizo levantarme para luego levantarse él.—Y yo te digo que si.—Si lo quieres hacer tú, entonces no tendrás nuestras ayuda.—¿Me estás chantajeando? —Me señalé a mi misma con el dedo.—No, pero ya te he dicho que no quiero que te manches las manos —Reí negando.—Él se manchó las manos matando a mis padres y acabando con lo poco que tenía —me miró serio.—Está bien, hazlo como quieras, con tal de acabar con esto —comenzó a subir las escaleras.¿Así de fácil?Fruncí el ceño mirando hacia donde él se había ido. Aiello se levant&