—La cosa es así de simple —miré a Draven.
—Yo quiero acabar con él —negó rápidamente.
—No, he dicho que no, y no —me hizo levantarme para luego levantarse él.
—Y yo te digo que si.
—Si lo quieres hacer tú, entonces no tendrás nuestras ayuda.
—¿Me estás chantajeando? —Me señalé a mi misma con el dedo.
—No, pero ya te he dicho que no quiero que te manches las manos —Reí negando.
—Él se manchó las manos matando a mis padres y acabando con lo poco que tenía —me miró serio.
—Está bien, hazlo como quieras, con tal de acabar con esto —comenzó a subir las escaleras.
¿Así de fácil?
Fruncí el ceño mirando hacia donde él se había ido. Aiello se levant&
Nos mirábamos a los ojos sin emitir palabra alguna. Draven había pasado su mano por mi cintura y en este preciso momento me estaba acercando a su cuerpo. Besó mis labios y sonrió.—Me haces bien Brisen.—Tú también me haces bien Draven.Ambos cerramos los ojos y ahí nos quedamos abrazados.He pasado estas dos semanas con Draven, no he salido de su casa, y casi tampoco de la habitación, él y yo hemos pasado mucho tiempo juntos estas dos semanas, realmente nos hemos visto a cada minuto. No me deja sola ni un segundo y eso se lo agradezco.Muchas vece me ha dado por ir a ver los restos que quedan de mi casa, pero es pisar la puerta y alguno de los hermanos me manda entrar.Alani y yo casi no nos hablamos y cuando lo hacemos no es de buena manera, no sé qué la he hecho y tampoco me importa. Bella y yo nos llevamos muy bien, es una chica muy maja y cuida muy
16 de octubre de 2015.Pueblo de Calcata – Italia.12:00 de la mañana.Me encontraba en una nave grande, estaba todo vacío y al hablar se podía oír algo de eco.Desde que me juré encontrar al culpable de todo lo que pasaba en Calcata y al culpable de mi desgracia, todo me ha salido mal, me encontré con más muertes, con más desgracias en el pueblo e incluso en la gente que de verdad me importaba.Su voz resonó en toda la nave, no quise tener miedo, el miedo lo apagué hacía mucho tiempo. Solo me giré con una sonrisa en los labios y lo escuché:—Es una pena tener que drenar toda tu sangre y dejarte sin vida.—La pena aquí es que sabes que estás tan enamorado de mí que no vas a poder hacerlo -me crucé de brazos mirándolo —pero también es una pena decirte que yo no lo estoy de ti y que
Hice bien en no prometerle a Draven que todo seguiría bien entre nosotros, que todo estaría igual que antes de que me marchara de Calcata. Tan solo llevo dos días aquí y nada es como antes. Solemos hablar por mensajes o llamadas, pero nada es lo mismo. Parece que entre nosotros estuviera el Polo Norte, todo es frío.Airam y yo salimos a divertirnos muy de vez en cuando, es un chico muy alegre. Tiene el pelo negro largo y sus ojos son marrones, es alto, suele vestir casi siempre de traje.—De oca a oca y tiro porque me toca.—No vale, siempre me ganas —se quejó.—No sabes jugar —ambos reímos.—Nunca creí que diría esto, pero me encantan los juegos de mesa.—Parecemos dos abuelos —volvimos a reír.—¿Te apetece ir a tomar algo?Cuando iba a decirle que: si, mi tel&ea
La vida te puede poner altibajos, muchos obstáculos en el camino hasta lograr lo que siempre deseaste, la vida puede llegar a ser jodida, todos podemos conocer la dos caras de la moneda, la buena y la mala.Mi madre me dijo muchas veces: «Hay gente que sale con estrellas y otras estrelladas», y tiene razón. Hay personas que tienen que luchar muchísimo por sus sueños, superar esos obstáculos y esos vaivenes de malas situaciones y luego está la otra gente que tiene todo lo que quiere sin esforzarse mucho en conseguirlo.Muchas veces la vida es injusta y no por eso hay que rendirse, siempre se le puede dar la vuelta a la moneda ¿no crees?Me he podido rendir más de una vez, decirle a todo adiós e irme de esta vida, pero le di la vuelta a la moneda, luché por eso que siempre quise, por lo que siempre deseé desde la muerte de mis padres.Ser feliz.Y lo consegu&iacu
—No quiero hacerlo, pero tengo que saber si eso que ha dicho Airam es cierto o no.—Yo te acompaño al pueblo —asentí con una sonrisa.—Gracias Aiello.Él negó con una sonrisa. Me extendió la mano y ambos salimos de la habitación.—Iré al pueblo —miré a Airam.—Te esperaré aquí, si es que vuelves —sonrió.Salimos de la casa y comenzamos a caminar hasta llegar al coche de Aiello.—Es un viaje largo, así que acomódate.Ambos nos quedamos en silencio. Mi mirada. Estaba enfocada solamente en las calles de Suiza, poco a poco nos íbamos alejando, mis ojos se fueron cerrando hasta quedar completamente sumida en un profundo sueño.—Brisen —escuché un susurro y sentí como me movían —. Ya hemos llegado —abrí lentamente los o
Aiello.Fue difícil mirar a mi hermana a la cara. Ella me miraba con miedo, no sabía el porqué de esa mirada, pero me estaba acojonado el que no hablara.Se había despertado hacía una hora, no había emitido palabra alguna. Sólo miraba por la ventana y de vez en cuando cerraba los ojos por varios minutos.—Brisen —dije casi en un susurro.Me senté a su lado e intenté coger su mano pero ella la apartó. Apreté el puño y asentí suspirando.—Perdón por no contártelo, al principio te odiaba, a mí me abandonaron como a un perro mientras que a ti te acogieron con todo el cariño, no fue hasta años después que la familia de Draven me acogió y me consideraron uno más de la familia. Si, te vigilaba desde las sombras, hasta que poco a poco te fui viendo más de seguido y me di cuenta de que tu
—La de mi cabeza, Draven. Antes pensaba que esa voz era mi madre, como se me aparecía pues pensaba que era ella, pero me he dado cuenta de que no, que esa voz no es mi madre. Me dice cosas, algunas veces me cuesta entender a lo que se refiere y otras es muy clara.—¿Me estas diciendo que tienes esquizofrenia?—No, claro que no, solo escucho una voz. Esa voz parece conocerme muy bien, saber cada cosa que pasé y pasaré en mi vida. Es extraño.Draven me miró con las cejas fruncidas y sonrió.—Yo estaré contigo, Brisen, no estás sola en nada —susurró acariciando mi mejilla.—Gracias.La puerta se abrió de golpe. Aiello entró asustado y con lágrimas en los ojos.—Es… Esto es, una cagada, muy grande.Hizo el gesto con los brazos. Draven y yo nos miramos.—¿Qué pas&oacut
Como cada mañana, me levanto y miro por la ventana, todas las casas están ocupadas por sus respectivos dueños, los pequeños jardines floreados, el cielo azul con algunas nubes, el sol brillando con intensidad. Este pueblo era hermoso.La puerta de mi habitación se abrió dejando ver a mi hermano mayor.—Aiello —salté a sus brazos.—Pequeña, mamá está bufando, lleva una hora llamándote.—Me acabo de despertar.—Se te ve.Ambos reímos.—Hija, baja a desayunar —gritó mi madre.—Ya voy.Bajamos las escaleras y nos sentamos en los sofás.—Por cierto —bebí un trago de café —hoy que quedado con Adir.—No me gusta ese chico para ti.Miré mal a mi hermano.—Pero me gusta a mí y es lo que importa, c&aacu