Mi corazón bombeaba rápido. Estaba pensando fríamente en las palabras que me había dicho Draven.
Estaba enamorado de mí.
Pero como siempre, me mandaba esperar... Odiaba esperar, y más si se trataba de algo que tuviera que ver con él. Aveces pensaba que realmente no le interesaba, pues cuando quieres a alguien o estás enamorado de él o ella nunca la mandas esperar, al menos yo lo veo así.
Mi mirada se encontró con la de Jazmín, estábamos preparando el cumpleaños de Enrique, un vecino del pueblo, todos los queríamos muchísimo, es un chico increíble, muy buena persona.
—¿Qué te parece si ponemos esa mesa allí? —Me habló su madre.
—Si, quedaría genial, molesta menos —sonreí.
Ambos llevamos la mesa al lado de la fachada de una casa.
Solo faltaban un par de arreglos y ya lo teníamos todo.
Enrique estaba entrenando
—Con que me quieres ¿eh? —Rodé la mirada.—Cállate —Brisen sonrió y se sentó a mi lado.—Casi te mando a la mierda —dijo mirado a la puerta.Reí y ella me miró mal. Pasé mi brazo por sus hombros acercándola a mí y besando su cabeza.—Nunca estaría con otra mujer que no fueras tú —susurré.Ella me miró con una sonrisa dibujada en los labios.—¿Sabes algo? —Elevé una ceja —yo también te quiero —nos miramos a los ojos.—Mi padre se va a llevar a mi hermana —murmuré.—¿Tienes una hermana? —Asentí —¿y por qué se la quiere llevar?—Dice que corre peligro en este pueblo —me encogí de hombros.—¿Peligro?—Si, hay personas que
Entré corriendo a la casa en busca de las cosas de Brisen. No había nada que salvar, todo estaba en llamas. Intenté subir a su habitación pero estaba en llamas, miré hacia la puerta de salida. No podía irme sin al menos coger la foto de sus padres. Corrí para luego saltar y quedar en el segundo piso, tiré la puerta de la habitación de Brisen y entré.Busqué la foto por todos los lados pero no la encontraba, miré cada centímetro de la habitación hasta ver la foto debajo de la cama. La cogí y salí por la ventana. Comencé a toser, mis pulmones se habían llenado de ese humo tóxico. No había sido una explosión por gas normal, había sido esa habitación, ese gas que sabía que no era normal.Vi a Brisen correr hacia mí, me abrazó fuerte mientras lloraba. Comenzaron a llegar bomberos, ambulancias y policías.—Draven vete, nadie de aquí del pueblo te conoce, puedes meterte en problemas —la miré suspirando.
—Él era un chico bastante alegre de pequeño.Le encantaba hablar con todo el mundo, jugar y contarle su día a día a sus padres. Un día cuando se levantó, solía salir e ir al lago que había cerca de su casa. Nadaba, era muy buen nadador, por él se pasaría el día entero nadando y buceando.Ese día vio a lo lejos un hombre, lo vio triste, y pues en ese entonces Draven se preocupaba por la gente, era muy empático y con un corazón enorme. Se acercó a él.En el momento que lo miró a los ojos supo que lo conocía, no sabía decir de dónde, pero lo conocía. Y ese hombre también lo conocía muy bien.Lo conocía tan bien como para saber la vida privada de sus padres y de sus hermanos. Le fue con una historia que lo rompió por dentro, lo hizo cambiar por completo, se volvió salvaje, u
Levanté la mirada al sentir una mano acariciar mi cabello. Draven me miraba con una sonrisa en los labios. Sonreí de oreja a oreja al verlo bien.—¿Estás bien? —Me preguntó preocupado.—¿Tú, cómo estás?—Yo estoy bien, muda.—¿Seguro?—Segurísimo, pequeña.Mi corazón se aceleró. Él sonrió al escucharlo, le di un golpe en el brazo y ambos reímos. Besó mi mano.—Suéltame por favor —solté su mano.Él frunció el ceño y negó riéndose.—Las cuerdas Brisen, que me sueltes las cuerdas no la mano —volvimos a reír. Le solté las cuerdas y él se reincorporó en la camilla —. Gracias —negué con una sonrisa.—Tu hermano me contó la histori
—La cosa es así de simple —miré a Draven.—Yo quiero acabar con él —negó rápidamente.—No, he dicho que no, y no —me hizo levantarme para luego levantarse él.—Y yo te digo que si.—Si lo quieres hacer tú, entonces no tendrás nuestras ayuda.—¿Me estás chantajeando? —Me señalé a mi misma con el dedo.—No, pero ya te he dicho que no quiero que te manches las manos —Reí negando.—Él se manchó las manos matando a mis padres y acabando con lo poco que tenía —me miró serio.—Está bien, hazlo como quieras, con tal de acabar con esto —comenzó a subir las escaleras.¿Así de fácil?Fruncí el ceño mirando hacia donde él se había ido. Aiello se levant&
Nos mirábamos a los ojos sin emitir palabra alguna. Draven había pasado su mano por mi cintura y en este preciso momento me estaba acercando a su cuerpo. Besó mis labios y sonrió.—Me haces bien Brisen.—Tú también me haces bien Draven.Ambos cerramos los ojos y ahí nos quedamos abrazados.He pasado estas dos semanas con Draven, no he salido de su casa, y casi tampoco de la habitación, él y yo hemos pasado mucho tiempo juntos estas dos semanas, realmente nos hemos visto a cada minuto. No me deja sola ni un segundo y eso se lo agradezco.Muchas vece me ha dado por ir a ver los restos que quedan de mi casa, pero es pisar la puerta y alguno de los hermanos me manda entrar.Alani y yo casi no nos hablamos y cuando lo hacemos no es de buena manera, no sé qué la he hecho y tampoco me importa. Bella y yo nos llevamos muy bien, es una chica muy maja y cuida muy
16 de octubre de 2015.Pueblo de Calcata – Italia.12:00 de la mañana.Me encontraba en una nave grande, estaba todo vacío y al hablar se podía oír algo de eco.Desde que me juré encontrar al culpable de todo lo que pasaba en Calcata y al culpable de mi desgracia, todo me ha salido mal, me encontré con más muertes, con más desgracias en el pueblo e incluso en la gente que de verdad me importaba.Su voz resonó en toda la nave, no quise tener miedo, el miedo lo apagué hacía mucho tiempo. Solo me giré con una sonrisa en los labios y lo escuché:—Es una pena tener que drenar toda tu sangre y dejarte sin vida.—La pena aquí es que sabes que estás tan enamorado de mí que no vas a poder hacerlo -me crucé de brazos mirándolo —pero también es una pena decirte que yo no lo estoy de ti y que
Hice bien en no prometerle a Draven que todo seguiría bien entre nosotros, que todo estaría igual que antes de que me marchara de Calcata. Tan solo llevo dos días aquí y nada es como antes. Solemos hablar por mensajes o llamadas, pero nada es lo mismo. Parece que entre nosotros estuviera el Polo Norte, todo es frío.Airam y yo salimos a divertirnos muy de vez en cuando, es un chico muy alegre. Tiene el pelo negro largo y sus ojos son marrones, es alto, suele vestir casi siempre de traje.—De oca a oca y tiro porque me toca.—No vale, siempre me ganas —se quejó.—No sabes jugar —ambos reímos.—Nunca creí que diría esto, pero me encantan los juegos de mesa.—Parecemos dos abuelos —volvimos a reír.—¿Te apetece ir a tomar algo?Cuando iba a decirle que: si, mi tel&ea