Los minutos siguientes transcurrieron con mucha brevedad y en un abrir y cerrar de ojos, le correspondía a mi amiga exponer su discurso. Se levantó algo temblorosa y sonreí a pesar de que mis ojos seguían empapados en lágrimas, ella me miró al pasar frente a mí y le lancé un beso en el aire antes de que se encaminara hasta el estrado.
—Buenas noches. Mi nombre es Mellisa Rush —pronunció a través del micrófono y tan segura de sí misma, que hizo callar rápidamente al público—. Esta noche quiero abordar un tema sensitivo y que he vivido muy cercanamente. —Miró hacia el frente y no pude ver bien sus expresiones porque solo podía verla de perfil. Se veía preciosa. Su vestido turquesa ceñido en la parte alta y con esa caída en corte campana le quedaba espectacular combinado con esos tacones negro de punta fina que la hací
Esas palabras retumbaron en mis oídos y me apresuré a dar los pasos necesarios hacia adelante hasta llegar a la esquina donde terminaba la pared. Mis labios dejaron salir un sollozo cuando la vi allí, agachada en un rincón tapando su rostro con las manos y negando con su cabeza. Javi a su lado intentaba calmarla y su expresión denotaba lo preocupado que estaba al ver cómo su amada esposa lloraba sin consuelo. Sabía que algo no estaba bien. Tal vez su crisis de pánico escénico solo había empeorado con la noticia de que tendría que estar diariamente frente a miles de televidentes, quizás la impresión de haber ganado un premio tan importante la había hecho volver a sumirse en esa fobia a la multitud. —¿Qué sucede? ¿Qué tienes, Mell? —pregunté de inmediato y aunque mis piernas estaban débiles y mi equilibrio no era el mejor con esas sandalias, mis pies lograron apresurarse hasta ella. Al escuchar mi voz levantó su cabeza y se puso de pie al instante. La m
La noche era realmente hermosa. El cielo tapizado de colores oscuros hacía que la luna se viera mucho más brillante; las estrellas resplandecían en un manto de destellos centelleantes que se mezclaban en un juego perfecto entre los tonos pincelados del firmamento. Era magia; una noche mágica. Unas manos se posaron en mi cintura y me giré de inmediato para descubrir esos ojos hermosos que me hacían estremecer. Los últimos minutos había pasado contemplando la belleza apoteósica de la noche, que había olvidado que estaba en el jardín del hotel esperando que Alex terminara de hablar con uno de sus jefes que también había asistido al evento.—Es hermoso que me feliciten por tener por novia a la ganadora de la noche, pero es aún más hermoso saber que siempre lo has merecido, no solo ahora… siempre has sido la mejor —susurró y esbozó
Los minutos siguientes estuvieron repletos de besos, sonrisas y caricias dulces; hasta que mi novio esbozó una sonrisa y al notar su mirada emocionada supe que algo se traía entre manos. —¿Quieres conocer nuestro apartamento? —cuestionó sonriente—. ¿Me acompañas, mi amor? Asentí con rapidez, aunque, a decir verdad, él no esperó mi respuesta porque tomó mi mano y me guio hasta el elevador. Nuestras miradas dentro del ascensor eran de emoción total y una complicidad tierna, ni siquiera yo podía creer que eso estaba sucediendo. Apenas salimos del elevador, Alex me condujo por un elegante y espacioso pasillo del piso ocho y me señaló la puerta del final. Sacó las llaves que había visto al bajar del auto y negué con la cabeza, seguía sin poder creer que él había sido capaz de hacer todo eso. —Quiero que lo abras tú, princesa —susurró con voz dulce, dejó un pequeño beso en mi cabeza y después extendió las llaves. Me negué de inmediato, no podía hacerlo.
Mi corazón bombeaba tan fuerte que en mis oídos podía escuchar su fragor y se unía al sonido de nuestras respiraciones jadeantes. Alex depositó mi cuerpo con suavidad en la cama y de inmediato sentí la comodidad acoger mi espalda, aunque ninguno de los dos dijo nada, no cabían las palabras en ese momento tan ansiado por ambos, excepto gemidos débiles provenientes de aquella mezcla de nuestras bocas que seguían conociéndose como nunca antes lo habían hecho, envueltas en besos cargados de una excitación realmente intensa. La posición no era muy cómoda para él, porque como mi vientre ya estaba bastante grande, debía mantenerse arqueado para no dej
El sonido de las olas se coló por la ventana abierta, los rayos de un tenue sol iluminaban mi rostro, pero al abrir los ojos, el panorama fue mucho más hermoso. Estaba frente a la imagen de un increíble amanecer y el mar agitando sus aguas con sosiego mientras el sol empezaba a adueñarse del cielo rosáceo, contrastando cada vez más su intensidad con las nubes.Me moví un poco y sentí sus brazos envolviendo mi cuerpo con suavidad. No pude evitar una sonrisa de emoción al recordar la noche tan perfecta que habíamos pasado juntos y las veces que nos entregamos a nuestro amor hasta rozar el cielo con los dedos.—Buenos días, mi princesa —susurró en mi oído con dulzura. Su voz sonaba ronca, sexy y gruesa. Excitante.—Buen día, mi amor —murmuré entrelazando mi mano con la suya.—¿Has dormido bien? —preguntó c
Tomamos un desayuno rápido en un establecimiento cercano a una plaza de la ciudad y luego nos dirigimos a casa. Mis pasos eran lentos e indecisos, porque, aunque quería celebrar con Mell la noticia de su embarazo, también quería quedarme junto a Alex, pero él debía acudir a su trabajo y por eso intentaba aprovechar cada segundo que seguía viéndolo, y no romper la magia del momento en el que mi guapo novio recostado de su auto, mostraba una sonrisa cargada de amor al verme alejar mientras me lanzaba besos en el aire.Miró en reloj de su muñeca y su expresión se transformó en una de real preocupación. Suspiró y luego me dedicó una mirada de resignación antes de subirse al auto. Negué con la cabeza y solté una risita cuando a través de la ventana volvió a tirar un beso.Me giré sobre mis talones hasta quedar frente a la puerta
La mañana siguiente nos encontrábamos entrando al hospital debido a la primera y emocionante cita de control de Mell. Sin embargo, nuestras sonrisas de ilusión se borraron apenas pasamos la puerta principal, todo se volvió tedioso y el olor a cloro nos hizo emitir un gruñido de asco, aunque el de mi amiga fue más pronunciado. Los pisos recién trapeados aún estaban húmedos y despedían ese desagradable olor. Los días siguientes pasaron con mucha rapidez. Un mes más fue tachado en el calendario y un mes menos para conocer a mi hijo. Y cuando pensé que mi vientre ya no podía estirarse más, lo hizo en un abrir y cerrar de ojos, en pocos días mi vientre se expandió mucho, como muestra de que mi bebé seguía creciendo en mi interior.El aumento de las micciones nocturnas comenzó a manifestarse y mis noches se volvieron tediosas al no poder dormir bien por la frecuencia de mis idas al baño a descargar mi vejiga. Y es que, no era fácil levantarme cada cuarenta y cinco minutos con mi enorme panza de treinta semanas e intentar caminar por el pasillo manteniendo el equilibrio a pesar del sueño que me consumía.Por sexta vez en esa noche de verano, me levanté como un zombi, despeinada y aturdida. Con los ojos entrecerrados empecé a caminar con dificultad y pesadez, mis piernCAPÍTULO 87