Sacudí mi cabeza y miré por última vez el pasillo por el que había escuchado desaparecer los pasos de Alex. Lo principal en ese momento era ver a mi hijo, ya después podía hablar con él y aclarar todo.
Dirigí mi vista hacia el consultorio y divisé a James haciendo un gesto con sus manos como si me esperara para entrar conmigo. Resoplé molesta y restregué mis ojos con rabia. Acomodé un poco mi cabello y me encaminé hacia él. Una oleada de valentía invadió mi ser con cada paso que daba. No iba a permitir que James prescenciara el ultrasonido. Había esperado tanto por verlo y no dejaría que él lo arruinara
No podía dejar de pensar en la hermosa imagen de mi hijo. Había sido una experiencia única, una vivencia que superó mis expectativas, jamás imaginé lo lindo que podía llegar a sentir al ver a mi pequeño bebé. Su corazón latiendo me hacía sentir afortunada de dar vida a ese angelito que se formaba en mi vientre y esa era una de las veces que la vida me lo recordaba para darme fuerzas ante tantas adversidades. Salimos del consultorio y no me importó cómo la gente nos miraba después del incidente con James, ya eso ni siqu
Estiré mis pies y mi cuerpo lo agradeció. La cama estaba tan cómoda que ni siquiera tenía ganas de levantarme. Abrí mis ojos con algo de dificultad debido a los molestos rayos del sol que se colaban en medio de las cortinas y que iluminaban mi rostro, esparciendo el calorcito que se apoderaba de mi piel, ayudándome a entender que ya era hora de despertar. Sonreí con alegría al observar la pequeña imagen que más amaba en el mundo. Ahí estaba lo más hermoso de mi vida, mi bebé. La foto de la ecografía la había puesto en un cuadro al lado de la cama y la veía cada vez que podía.
Al día siguiente me costó mucho levantarme por el enorme cansancio que me había provocado el paseo a la playa y después la divertida cena y el maratón de la saga de Harry Potter; pero tuve que hacerlo porque debía asistir a mi trabajo. La mañana era calurosa; el sol pegaba con toda su fuerza; el cielo despejado lucía su intenso color celeste, sus matices eran perfectos, algunos claros, otros oscuros pero hacían una armonía admirable.Caminaba hacia la panadería, era sábado y preferí decirle a Me
Me separé al instante y retrocedí algunos pasos, entrecerré los ojos y le dediqué una mirada de desagrado y rabia. Las mariposas se desvanecieron poco a poco, volviéndose a dormir y dejándome sumida poco a poco en un oscuro agujero. —¿Cuchi cuchi? —espeté molesta y me crucé de brazos—. Bonito nombre, supongo que la amas mucho porque te tiene hasta un hermoso apodo. Alex me miró avergonzado y s
—¿Me puedes explicar qué rayos hacías con Alex Queen? ¡Yo creí que estabas trabajando! —reprendió Mell enojada.—Pues sí, eso era lo que realmente debió pasar, pero sin querer, nos topamos en la salida de su casa, ni siquiera sabía que allí vivía —respondí en voz baja y mirando hacia un punto fijo—, así fue como nos e
Una intensa claridad atacó mis ojos, intenté abrirlos pero fue una misión imposible. Sentía una pesadez horrenda en mis párpados, como si una fuerza me impidiera abrirlos. No sentía mi cuerpo, de momento solo podía mover un poco los dedos de mis pies dentro de mi zapatillas; pero me sentía inmovilizada casi completamente. ¿Acaso estaba muerta? ¿Acaso ya había partido al cielo? ¿Qué había sucedido?Intenté recordar, pero una punzada intensa atravesó mi cabeza y los recuerdos
La preparación para mi salida del hospital fue toda una odisea, entre recetas de medicamentos, pastillas y órdenes de exámenes, logré salir del consultorio del doctor Smith, que había tomado el turno de la doctora pelinegra y me había hecho nuevamente algunos análisis para estar más seguro de mi diagnóstico por ser mi ginecólogo de cabecera y quien llevaba mi proceso de embarazo.Al salir por la puerta, pude reconocer a Alex y a mi mejor amiga, enfrascados en una ligera discusión al lado de una ventana y al verme acercar a paso rápido, se callaron abruptamente.Fruncí el ceño y giré mi rostro un poco para observarlos dudosa.—¿Sucede algo? —interrogué preocupada y marcando una expresión de desconcierto, no entendía de qué podían estar hablando o discutiendo, si entre mi amiga y yo habíamos llegado a
Luego de la constante insistencia del taxista y de varias miradas de contrariedad, mi amiga cedió el volante del auto del servicio público y, además, tuvo que comprarle una ensalada de mango para poder contentarlo y permitir que pusiera su estación de radio favorita.Alex y yo nos sentamos en la parte trasera del auto y Mell en el puesto delantero, pero con un ojo en la nuca observando el mínimo movimiento que pudiera darse en la parte de atrás.Mi acompañante le pasó la dirección al taxista en una pequeña tarjeta de papel. Eché un ligero vistazo de reojo, pero fue en vano; no logré ver nada. De todas formas, daba igual a donde fuéramos, lo que me importaba era hablar con él y pedirle una explicación.El taxista asintió y encendió el auto, me acomodé un poco y lancé una mirada a mi amiga que me veía detenidamente por el retr