Tapé mis ojos con una mano porque la luz era demasiado intensa y me empezaba a encandilar. Ambos miramos en dirección a la puerta y descubrí la silueta de mi amiga, que golpeaba con fuerza y enojo, aquel vidrio que nos separaba. La claridad provenía de su auto porque tenía las lámparas encendidas frente a nosotros.
—No debí hacer eso —masculló incómodo y sacudió su cabeza—, lo siento, eso solo empeora las cosas. —Pero… —Te lo cuento después Bella, lo prometo. Tú amiga me mira mal, mejor vete antes de que entre y me saque los ojos —bromeó y esbozó una sonrisa triste. Su sonrisa iluminó su semblante, sus ojos se veían limpios pero tristes, carecían de brillo y algunas veces había notado su mirada perdida en este tiempo que había visto su reacción. Fue una de las sonrisas más dolorosas que había visto, de las que funcionan como una barrera para no dejar escapar tus lágrimas.—Creo que tú lo necesitas más que yo —agregué y saqué la barra de chocolaArrugué el recorte de periódico entre mis manos y con mucha fuerza, mientras dejaba ir la rabia y el dolor que me estaba invadiendo. La angustia y la decepción acechaban cada parte de mi cuerpo. Era como estar en medio de una historia de terror. La lluvia caía incesantemente y mis lágrimas también. Negué con la cabeza repetidas veces para dejar ir la sensación tan extraña que se apoderaba de mí, pero fue imposible. Las escenas pasaban por mi cabeza y solo hacían que me sintiera peor. Los recuerdos de mis momentos al lado de los dos, se convertían en una misma imagen y todo se mezclaba hasta resultar confuso. Mi corazón palpitaba velozmente y mi respiración era agitada y descontrola
Luego del almuerzo que me tocó pagar, fuimos hasta la panadería a pesar de que Mell no estaba de acuerdo, pero prometió apoyarme en las decisiones que tomara. —Me llamas cualquier cosa, ten el celular pegado a tí —pidió mi amiga por décima vez.—Así lo haré, Mell —musité asintiendo con la cabeza. En los días siguientes seguía sin poder sacarle una palabra más a Matt y nuestra relación se limitaba a asuntos laborales. Decidí alejarme un poco de todos los demás asuntos para enfocarme en uno de los mejores días de mi vida y en una gran oportunidad de olvidar mi realidad y ganar una razón para sonreír.—¿Estás nerviosa? —preguntó Mell una vez más mientras miraba hacia el frente y conducía con una sonrisa radiante.—<CAPÍTULO 32
Sacudí mi cabeza y miré por última vez el pasillo por el que había escuchado desaparecer los pasos de Alex. Lo principal en ese momento era ver a mi hijo, ya después podía hablar con él y aclarar todo.Dirigí mi vista hacia el consultorio y divisé a James haciendo un gesto con sus manos como si me esperara para entrar conmigo. Resoplé molesta y restregué mis ojos con rabia. Acomodé un poco mi cabello y me encaminé hacia él. Una oleada de valentía invadió mi ser con cada paso que daba. No iba a permitir que James prescenciara el ultrasonido. Había esperado tanto por verlo y no dejaría que él lo arruinara
No podía dejar de pensar en la hermosa imagen de mi hijo. Había sido una experiencia única, una vivencia que superó mis expectativas, jamás imaginé lo lindo que podía llegar a sentir al ver a mi pequeño bebé. Su corazón latiendo me hacía sentir afortunada de dar vida a ese angelito que se formaba en mi vientre y esa era una de las veces que la vida me lo recordaba para darme fuerzas ante tantas adversidades. Salimos del consultorio y no me importó cómo la gente nos miraba después del incidente con James, ya eso ni siqu
Estiré mis pies y mi cuerpo lo agradeció. La cama estaba tan cómoda que ni siquiera tenía ganas de levantarme. Abrí mis ojos con algo de dificultad debido a los molestos rayos del sol que se colaban en medio de las cortinas y que iluminaban mi rostro, esparciendo el calorcito que se apoderaba de mi piel, ayudándome a entender que ya era hora de despertar. Sonreí con alegría al observar la pequeña imagen que más amaba en el mundo. Ahí estaba lo más hermoso de mi vida, mi bebé. La foto de la ecografía la había puesto en un cuadro al lado de la cama y la veía cada vez que podía.
Al día siguiente me costó mucho levantarme por el enorme cansancio que me había provocado el paseo a la playa y después la divertida cena y el maratón de la saga de Harry Potter; pero tuve que hacerlo porque debía asistir a mi trabajo. La mañana era calurosa; el sol pegaba con toda su fuerza; el cielo despejado lucía su intenso color celeste, sus matices eran perfectos, algunos claros, otros oscuros pero hacían una armonía admirable.Caminaba hacia la panadería, era sábado y preferí decirle a Me
Me separé al instante y retrocedí algunos pasos, entrecerré los ojos y le dediqué una mirada de desagrado y rabia. Las mariposas se desvanecieron poco a poco, volviéndose a dormir y dejándome sumida poco a poco en un oscuro agujero. —¿Cuchi cuchi? —espeté molesta y me crucé de brazos—. Bonito nombre, supongo que la amas mucho porque te tiene hasta un hermoso apodo. Alex me miró avergonzado y s