CAPÍTULO 56

Maximiliano rompió la conexión visual con su esposa para coger el vaso y darle un nuevo trago.

—No —atajó Carla, colocando una mano sobre la de Max. En su pecho sentía una fuerte presión por no querer hacer las respectivas preguntas—. ¿Qué es lo que me acabas de decir?

Max suspiró tras esa interrogante. Carla tuvo que quitar la mano del cristal porque Max no pretendió soltar su vaso. Se tomó todo el trago y devolvió el vaso a la mesa. Luego se giró para encararla.

—Peter fue quien lo dedujo, pero aún no estamos seguros. Creemos que conocemos al hombre que malograba a la recepcionista de ese gimnasio.

Carla se quedó de nuevo sin palabras.

—Espera un momento. Si lo conoces, con una foto podría reconocerlo, ¿no es así? —Max no dijo nada—. Max, con una foto puedo reconocerlo, muéstramela.

—Sí, sé que con una imagen podrías reconocerlo —casi no lo dice.

—Entonces, muéstrame la foto.

Max movió la silla para inclinarse hacia delante y apoyar sus codos sobre sus piernas.

—¿Max?

—Antes de ver
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