CAPÍTULO 24

En ese momento, sonó la puerta.

—Adelante —dijo Carla.

Maximiliano abrió la madera y alzó sus cejas al ver a las tres mujeres reunidas en esa alcoba, con copas, pasapalos y risas. Por un momento sintió miedo de estar allí.

—¿Qué está pasando aquí?

Seda puso los ojos en blanco y se levantó.

—Estamos conspirando en contra tuya, querido hijo, ¿no lo ves? Lenis, vámonos. Los novios querrán quedarse un momento a solas.

—¿Qué? No, tranquila, señora Seda, podemos seguir conversando —atajó una Carla nuevamente nerviosa. Su suegra hablaba en serio, se estaban yendo de la recámara.

Y lo hicieron sin mirar atrás y tampoco sin agregar nada más, cerrando la puerta.

Carla ladeó un poco la cabeza y se dedicó a acomodar cosas que ya estaban arregladas, todo para evadir la idea de verse sola con él, ahora que ya eran esposos.

—Nos vamos de viaje mañana en la tarde.

—¿Perdón? —La información provocó que Carla dirigiera toda su atención en Maximiliano.

—Si quieres descansar ahora, hazlo, pero luego empa
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