Casi había amanecido y la borrachera se me había pasado casi del todo, tenía un poco de frío, por eso ahora llevaba la camisa de Marcus, pues él me la había dejado al percatarse de que tenía frío, había pensado pedirle a Kevin su chaqueta, pero puesto que estaba bailando con Ash, en aquel momento, no pude hacerlo.
Cuando desperté sobre la cama, tenía un horrible dolor de cabeza a causa de la resaca que tenía encima. Miré hacia abajo, entre las sábanas, dándome cuenta de que había perdido el sujetador, tan sólo estaba vestida con las bragas.Agarré uno de los vestidos que había traído conmigo, era un precioso vestido minimalista de leopardo. Me lo coloqué, me revolví un poco el cabello y me puse un poco de maquillaje rojo en los labios, antes de salir al salón, donde todos desayunaban animadamente.Por alguna extraña razón no podía recordar nada de lo que había pasado la noche anterior, aunque tenía un vago recuerdo de un beso con Kevin, en aquel momento no parecía más que un sueño.Estábamos en la casa de Ash, justo al lado de la casa flotante donde había sido la fiesta.Miré hac
Me encontraba en el aeropuerto de Japón junto a Kevin. Aún no podía creer que hubiese accedido a volver con él a Japón, después de todo lo que me había dicho, después de todo por lo que habíamos pasado. Pero allí estábamos.Miré hacia él, estaba súper apuesto: llevaba un jeans ajustados, con una camisa blanca metida por dentro del pantalón y un cinturón de piel marrón. Su cabello estaba peinado hacia un lado y llevaba sus lentes de sol sobre sus ojos.Yo lucía unos jeans sueltos, arremangados, una camiseta gris de manga corta con un feo dibujo de un koala, metida por dentro del pantalón, y sobre mis hombros mi famosa chaqueta de cuero, aquella que solía usar cuando iba en moto. Tenía el cabello recogido en un moño trenzado y sobre mis ojos unas lentes de ver.
La casa de Mika era hermosa, un hermoso lugar en el bosque, rodeado por un cercado hasta los establos.Mika era su hermanastra, al parecer su padre y la señora Misako habían tenido una aventura, y esa parecía ser la razón de que los padres de Kevin ya no estuviesen juntos, ni siquiera pregunté mucho sobre ello, pues sabía que era un tema delicado para él y muy íntimo y no quería parecer indiscreta.Acabábamos de desayunar, era el segundo día que pasábamos en aquel hermoso lugar, y apenas conocía mucho más sobre la situación familiar que mantenían o sobre el entorno que nos rodeaba.Kevin se levantó cuando hubo terminado su plato y miró hacia mí, haciendo que dejase de engullir y me levantase para seguirle.Saldremos a cabalgar un rato – anunció hacia su m
Aquella noche no podía dormir, nada más que hacía dar vueltas en mi cama, en aquella habitación de invitados que Maiko me había preparado.No podía dejar de pensar en él, en todas las cosas que me había contado en el bosque, en todo lo que había confiado en mí y en que por fin parecía haberme abierto su corazón.Me sentía demasiado inquieta, y la razón era obvia: él se había sincerado conmigo como yo nunca lo había hecho con él. Por tanto, me sentía en deuda.Sabía que en algún momento tendría que compartir con él mis miedos del pasado, pero al mismo tiempo temía que me alejase por no ser como él había esperado que fuese.Miré hacia el despertador, harta de dar vueltas y mil vueltas sobre la cama, admirando que eran más d
Estábamos en el templo del señor Miyagui, llovía a cántaros mientras este nos preparaba un poco de té y yo, sentada sobre el suelo, con los pies colgando hacia afuera, miraba hacia la lluvia que caía junto a nosotros, pero estábamos tapados por el techo de aquel lugar, así que no podía mojarnos.Agarró mi mano, mientras apoyaba su cabeza sobre mi hombro, provocando que yo ladease la mía un poco para apoyarla sobre la suya, y cerrase los ojos, escuchando la lluvia caer frente a nosotros. Me sentía en paz en aquel lugar, en aquel momento, con él.El señor Miyagui llegó hasta nosotros, puso la bandeja con los tés sobre la mesa y se marchó de nuevo, sin decir una palabra más, admirando la hermosa estampa que tenía delante, donde aquel que casi había considerado su hijo descansaba tranquilo junto a la mujer que amaba, ella
Aquella mañana nos fuimos de excursión, pues Maiko tenía recados que hacer en el pueblo, y Mika insistía en enseñarme la aldea en la que vivían.Caminaba con ella cogida de la mano, mientras Kevin nos hacía fotos, divertido, al mismo tiempo que la niña me hablaba…Me gustas – comenzó la pequeña, haciendo que mirase hacia ella sin comprender, al mismo tiempo que atravesábamos el bosque hacia el circo. Sonrió hacia mí mientras tiraba de mí hacia la entrada, haciendo que su hermano quedase un poco más alejado de nosotras - ¿me harás un favor? – Preguntó, mientras yo ponía toda mi atención a sus palabras - ¿Cuidarás de mi hermano mayor por mí? Él tiene un carácter muy difícil a veces…Lo sé – admi
Metía la maleta en el maletero del coche de Maiko, al mismo tiempo que Mika tiraba de mi vestido para que le echase cuenta, pues llevaba toda la mañana insistiéndome para que no me fuese.Me agaché junto a ella y la abracé fuerte, mientras la niña lloraba, pues no quería que me fuese. Me separé de ella para limpiarle las lágrimas…Aunque me vaya…- comencé hacia la niña, con lágrimas en los ojos, ya que pensar en su hermano me hacía daño, pues no habíamos vuelto a hablar desde el día anterior, desde que me había rogado que me marchase - … tu hermano estará aquí – aseguré, tragando saliva, intentando que todo fuese bien, que no se me notase lo dolida que estaba en aquel momento – ahora soy yo la que tiene que pedirte un favor: tienes que cuidar de &eacut
Estaba en el hospital, hacía tres días que había llegado y mi padre seguía sin despertar, seguía en aquel sueño perpetuo del que los médicos dudaban si despertaría.Todos estábamos muy afectados, sobre todo mi madre, pues los médicos no paraban de insistir en la opción de desconectarlo. Sabíamos que esa era la opción correcta, pues mi padre siempre había opinado de esa forma, que mejor morir antes de ser un estorbo para su familia, pero el decirle adiós, era algo realmente doloroso para nosotros.Miré hacia la sala de espera, admirando a mi hermana y a mi cuñado, abrazados el uno al otro, intentando reconfortarse, intentando darse ánimos el uno al otro, mi cuñada abrazaba a mi hermano, intentando transmitirle paz, mientras yo miraba hacia la habitación donde mi padre