Durante todo el camino hacia casa no podía dejar de pensar en él, y él viaje fue largo, pues había venido en el autobús, así que fue un viaje realmente largo.
No podía recordarle, en qué momento le había conocido, no podía recordar su rostro, no podía, y entonces, cuando caminaba por mi calle, me percaté de algo. Yo ya le conocía de antes, ya le había visto alguna vez, antes de trabajar con él yo ya le había hablado, siempre para ofrecerle café, pues solía sentarse en una de las mesas, cercanas a la barra, con su ordenador, y trabajaba duramente toda la mañana, incluso algunas tardes también venía. Recuerdo que solía acercarme con la jarra de café para ofrecerle un poco más, admirando como él me sonreía, agradecido de que lo hiciese.
Levanté la vista al llegar a la puer
Nos encontrábamos en el restaurante de un lujoso hotel, junto a él, comiendo una deliciosa langosta, mientras él bebía un poco de vino de su copa.¿cómo puedes permitirte todo esto con el dinero que ganamos en la agencia? – Pregunté con curiosidad, mientras abría la langosta para seguir devorándola.Tengo más negocios aparte de ese – aseguraba, mientras ponía la copa sobre la mesa, y se preparaba para atacar la langosta.Kevin – le llamaba su padre, llegando hasta nosotros, haciendo que ambos mirásemos hacia él sin comprender que hacía allí – es toda una suerte encontrarte aquí…Suerte mis cojones – espetaba él, mientras yo le miraba con los ojos desorbitados por la forma en la que le respondía a su progenitor – sabías perfectamente que estaba aquí,
Meryem y yo estábamos fuera de la ciudad, más concretamente en Magnolia Spring, Alabama. Nos estábamos quedando en casa de una prima suya, y la verdad, tengo que admitir que aquel lugar era hermoso, rodeado de bosques y ríos, con pequeñas casas y gente muy amable. Era uno de esos lugares entrañables que uno siempre desea visitar.Ni siquiera me había dado tiempo de avisar a Kevin de que me marchaba de viaje, pues tan pronto como Meryem se había enterado de que Jonas se marchaba a Canadá a visitar a su familia, y que por tanto tendría vacaciones, me había arrastrado en aquella locura. No tenía ni idea de cómo había conseguido ella aquellas vacaciones, pero lo que si sabía era que gracias a eso me lo estaba pasando en grande.Su prima tenía más o menos nuestra misma edad, de estatura mediana, con el cabello rubio, ojos azules y tez clara. E
Casi había amanecido y la borrachera se me había pasado casi del todo, tenía un poco de frío, por eso ahora llevaba la camisa de Marcus, pues él me la había dejado al percatarse de que tenía frío, había pensado pedirle a Kevin su chaqueta, pero puesto que estaba bailando con Ash, en aquel momento, no pude hacerlo.¿hay algo entre Ana y tú? – Preguntó Ash hacia Kevin, tras largo rato en silencio, bailando aquella canción de Bruno Mars tan animada. Él la miró sin saber exactamente que responder ante aquello – he oído que tiene novio…Bueno, no es exactamente su novio - explicó él – pero sí, tiene algo así.Pensé que eras tú – comentó, haciendo que él la mirase sin comprender – la forma en la que la tratas …S&
Cuando desperté sobre la cama, tenía un horrible dolor de cabeza a causa de la resaca que tenía encima. Miré hacia abajo, entre las sábanas, dándome cuenta de que había perdido el sujetador, tan sólo estaba vestida con las bragas.Agarré uno de los vestidos que había traído conmigo, era un precioso vestido minimalista de leopardo. Me lo coloqué, me revolví un poco el cabello y me puse un poco de maquillaje rojo en los labios, antes de salir al salón, donde todos desayunaban animadamente.Por alguna extraña razón no podía recordar nada de lo que había pasado la noche anterior, aunque tenía un vago recuerdo de un beso con Kevin, en aquel momento no parecía más que un sueño.Estábamos en la casa de Ash, justo al lado de la casa flotante donde había sido la fiesta.Miré hac
Me encontraba en el aeropuerto de Japón junto a Kevin. Aún no podía creer que hubiese accedido a volver con él a Japón, después de todo lo que me había dicho, después de todo por lo que habíamos pasado. Pero allí estábamos.Miré hacia él, estaba súper apuesto: llevaba un jeans ajustados, con una camisa blanca metida por dentro del pantalón y un cinturón de piel marrón. Su cabello estaba peinado hacia un lado y llevaba sus lentes de sol sobre sus ojos.Yo lucía unos jeans sueltos, arremangados, una camiseta gris de manga corta con un feo dibujo de un koala, metida por dentro del pantalón, y sobre mis hombros mi famosa chaqueta de cuero, aquella que solía usar cuando iba en moto. Tenía el cabello recogido en un moño trenzado y sobre mis ojos unas lentes de ver.
La casa de Mika era hermosa, un hermoso lugar en el bosque, rodeado por un cercado hasta los establos.Mika era su hermanastra, al parecer su padre y la señora Misako habían tenido una aventura, y esa parecía ser la razón de que los padres de Kevin ya no estuviesen juntos, ni siquiera pregunté mucho sobre ello, pues sabía que era un tema delicado para él y muy íntimo y no quería parecer indiscreta.Acabábamos de desayunar, era el segundo día que pasábamos en aquel hermoso lugar, y apenas conocía mucho más sobre la situación familiar que mantenían o sobre el entorno que nos rodeaba.Kevin se levantó cuando hubo terminado su plato y miró hacia mí, haciendo que dejase de engullir y me levantase para seguirle.Saldremos a cabalgar un rato – anunció hacia su m
Aquella noche no podía dormir, nada más que hacía dar vueltas en mi cama, en aquella habitación de invitados que Maiko me había preparado.No podía dejar de pensar en él, en todas las cosas que me había contado en el bosque, en todo lo que había confiado en mí y en que por fin parecía haberme abierto su corazón.Me sentía demasiado inquieta, y la razón era obvia: él se había sincerado conmigo como yo nunca lo había hecho con él. Por tanto, me sentía en deuda.Sabía que en algún momento tendría que compartir con él mis miedos del pasado, pero al mismo tiempo temía que me alejase por no ser como él había esperado que fuese.Miré hacia el despertador, harta de dar vueltas y mil vueltas sobre la cama, admirando que eran más d
Estábamos en el templo del señor Miyagui, llovía a cántaros mientras este nos preparaba un poco de té y yo, sentada sobre el suelo, con los pies colgando hacia afuera, miraba hacia la lluvia que caía junto a nosotros, pero estábamos tapados por el techo de aquel lugar, así que no podía mojarnos.Agarró mi mano, mientras apoyaba su cabeza sobre mi hombro, provocando que yo ladease la mía un poco para apoyarla sobre la suya, y cerrase los ojos, escuchando la lluvia caer frente a nosotros. Me sentía en paz en aquel lugar, en aquel momento, con él.El señor Miyagui llegó hasta nosotros, puso la bandeja con los tés sobre la mesa y se marchó de nuevo, sin decir una palabra más, admirando la hermosa estampa que tenía delante, donde aquel que casi había considerado su hijo descansaba tranquilo junto a la mujer que amaba, ella