—¿Supones que no he tomado mis precauciones? He establecido mi promesa, no podrás hacerme daño porque vivo o muerto tu secreto saldría a la luz, al menos si desista de casarte con esa maldita mujer.—¡Nunca desistiré de ella!—Hijo, claro que si lo harás, si no rompes con esa sirvienta, yo mismo te entregaré a la policía.—No sería capaz, te importa mucho el qué dirán.—Por favor, ponme en prueba y verás de lo que soy capaz —Caden retiró los amarres que lo contenían y tomó a su padre por el cuello.—¡Ahora no juegue conmigo, no querrás conocer quién es tu hijo en realidad! —Gerald luchó para quitar la mano de su hijo que lo aprisionaba con fuerza, ya le costaba respirar, Caden vio cómo su rostro se volvía morado y lo soltó.—Sería tan fácil acabar con usted.—¡Eres un monstruo!—No nos diferenciamos mucho.—Pero no te temo, como te mencioné con anterioridad, ya he tomado mis medidas, si cometes algo en contra de mí tu verdad será esparcida con más rapidez, yo te engendre y yo te destr
Caden entró como alma que se lleva el diablo a su habitación, sacó la chaqueta donde tenía guardada la llave y fue directo al baúl, al abrirlo notó que la máscara no estaba. —¡Maldita sea, como pude ser tan confiado y descuidado! —Caden se sentó en la orilla de su cama mientras la ira le consumía los pensamientos. Este hecho le causó un gran abatimiento, pues ahora tenía que luchar contra el amor y el odio que sentía hacia su padre, y a la vez someterse a la terrible tarea de actuar con carácter apacible y diplomático, pues de momento Gerald lo tenía en sus manos, pero, aun así, él daría la batalla. De alguna manera podría no perder a Angelina, su padre no lo convertiría en un hombre amargado y sin expectativa. —¿Puedo entrar? —preguntó Jazmines al otro lado de la puerta, Caden se levantó y guardó todo antes de abrir, luego de ver que todo en su cuarto ya estaba en orden, le abrió a su abuela. La mujer, al observar el rostro de su nieto, no pudo evitar sentir pena; era muy evidente q
Caden se sentía un poco más tranquilo después de conversar con Angelina, bajó del carruaje y entro a la mansión. Ya en el interior de la propiedad vio que Gerald y Liza lo esperaban sentados en la sala.—Confío en que acabas de terminar tu relación con esa mujer, porque imagino que es de ahí, de donde vienes, tu aspecto devastado lo demuestra —Caden no respondió nada e hizo ademanes de seguir su camino, pero las palabras de su padre lo hicieron detener nuevamente.—Hace varios días me tomé la libertad de escribir al jefe del hospital en el que ejerces, al distinguido doctor Stanley, así como al doctor Sellers. —Caden se tragó en seco, los médicos que mencionó su padre eran influyentes, tenían tiempo ejerciendo en la ciencia y, por ende, eran muy conocidos en la sociedad científica. Se les comunicó a estos distinguidos caballeros que son amigos de Henry y mío que pronto te casarás con Miriam y les he pedido que vengan. ¿Qué opinas? ¡Me ha llegado la respuesta! Les han comunicado que ve
Caden se incorporó en medio de la noche, aturdido y empapado de sudor. Tomó un poco de agua y sacó la pipa. Necesitaba adormecer aquella angustia y tranquilizar al monstruo que compartía su cuerpo. Tomó el opio y empezó a fumar. Luego, un poco más tranquilo, empezó a hablar consigo mismo.—Si tan solo tuviera la valentía de desprenderme de este miedo y mandar todo al infierno, pero amo la medicina. —Luego, pensó en sus ahorros, pero sabía que no les sería de ayuda para toda la vida y lo único que sabía era ejercer la medicina. Si su padre hablaba con esos médicos, su carrera se terminaba. También pensó que, mientras más se hundía en el opio, decidió queAl día siguiente.—Hay mucho movimiento en la casa —dijo Marie a Martina mientras amasaba la masa para hacer pan.—He escuchado que hoy se dará una cena en honor de la petición de mano del doctor Greenwood —contestó Gustavo, Marie y Martina se miraron confundidas.—¿Los patrones aceptaron que Caden se case con Angelina? ¿Será posible?
La felicidad en el rostro de Liza y Gerald era tan evidente que Caden se sintió asfixiado y deseó arrancar aquellas sonrisas triunfales del rostro de sus progenitores, pero se convenció de que pronto todo daría un giro favorable y él obtendría lo que realmente anhelaba.—Cariño, cambia esa expresión, vamos a una fiesta de compromiso, no a un funeral.—Madre, no me solicite milagros, el hecho de que esté aquí montado en este carruaje camino a la mansión Hamilton ya para mí es una marcha fúnebre… ¡Vaya rumbo a mi funeral!—¡No seas dramático! Ya verás que terminarás agradeciendo. Esto que hacemos por ti es para bien, y Angelina pasará a ser solo un recuerdo. Además, las de su clase siempre terminan aceptando las bajas pasiones por unas cuantas monedas —las palabras de Gerald profundizaron la molestia de Caden —. Así que haz tu mejor trabajo —dijo Gerald, acto seguido, tomó la caja del anillo y la colocó en el bolsillo de la chaqueta de su hijo, Caden lo miró con desprecio. La entrada
—Busquemos el sombrero que les gustó —dijo Vanessa cambiando de tema bruscamente y mirando hacia la calle para ver si encontraba un vendedor de periódicos, pero no fue necesario que saliera a comprarlo, Clara entró como un vendaval llevando un periódico en la mano.—Angelina, acompáñame —dijo apenas estuvo cerca —Amelia, quédate en la caja —Angelina se inquietó al ver el estado tan alterado de su madre—. Ya en la habitación Clara cerró la puerta.—Mamá, ¿qué sucede? ¡Me estás asustando!—¡Esto es lo que me sucede! —luego le extendió el periódico, Angelina lo tomó rápidamente y comenzó a leer lo que su madre le mostraba, en la página de sociales y en letras grandes se daba la noticia de que el doctor Caden Greenwood se había comprometido con la señorita Miriam Hamilton. Al leer aquella noticia, Angelina comenzó a sudar frío y la noche en que Caden le pidió matrimonio delante de todas aquellas personas resurgió de entre sus recuerdos. Clara notó cómo la palidez se apoderaba del rostro
Caden. —Mi estimado amigo, no sé por qué percibo una profunda tristeza en tus ojos, cuando deberías verte rozagante de felicidad. ¡Te vas a casar con una de las damas más ricas y bella de la ciudad! —dijo el doctor Stanley para sacar a Caden de aquel estado ensimismado que lo había poseído desde que salieron de la mansión. —Parece que la señorita Hamilton, aún envuelta en oro y belleza, no te roba el sueño, no es necesario ser un superdotado para saber que no estás enamorado. Lo que salta a la vista no requiere anteojos. —Nunca puedo admitir lo que es inconcebible, no quiero a esa mujer. —¿Entonces porque te vas a casar? No es nada satisfactorio vivir amarrado a una mujer que no se desea —Caden soltó una sonrisa carente de convicción y, al mismo tiempo, diciéndose así mismo: “Uno de los motivos es que, si está al tanto de las acciones que he realizado, puede lograr que me expulsen de la sociedad de médicos y me quiten la licencia para ejercer.” ——Es un matrimonio impuesto por mis p
Michael. —Hoy ha llegado una carta para usted, duque —manifestó uno de los sirvientes. Michael, quien estaba presente en la caballeriza, tomó el sobre y lo abrió con rapidez. Se trataba del investigador privado, donde le contaba de manera detallada el matrimonio de Caden y Miriam que se celebraría muy pronto. Michael, lejos de sentir alegría, sintió paz. Imaginó que Angelina estaría dolida, pero eso pasaría y era mejor meses de dolor que años de angustia. Suspiró y llevó a su yegua cerca de su cría. —Creo saber cómo te llamarás, pequeño amigo. —Michael acarició el pelaje del hermoso animal que tenía un brillo dorado. —La belleza innata de las cosas está presente en el mundo, y a las personas nos encanta buscar esa belleza innata de las cosas. Y has obtenido el honor de ser considerado uno de los caballos más hermosos del mundo. «Celestial», esa es la única palabra que me pasa por la cabeza cuando te veo. —Angelina ocupó sus pensamientos al decir aquello. Aquella breve tranquilidad