Clara se levantó con los primeros rayos del sol, no había podido dormir en toda la noche pensando en Branimir. Al llegar a la cocina, lo primero que hizo Clara aparte de colar el café fue asomarse por la ventana, necesitaba ver a Branimir, aunque sea pasar por ahí. Él siempre lo hacía para saludarla, pero esta vez no sucedió, Clara sintió una fuerte opresión el pecho, su desilusión fue corta, pues no le había dado tiempo de seguir saboreando la tormenta en su interior, Lady Jazmines había irrumpido en la cocina con una urgencia que se desbordaba por toda su anatomía. —Buenos días a todos —dijo la mujer apenas entro, Dimitri fue rápido hacia ella para ver la urgencia que la acosaba, Lady Jazmines le sonrío y con su característica y pulida educación le dijo que necesitaba hablar con Clara, todos giraron a verla y Dimitri enarco una ceja como el que dice ¿En qué problema te habrás metido? Clara se secó las manos con su delantal y siguió en si
Apenas Clara llego a la cocina junto a Branimir y Michael, Marie la tomó de un brazo y se la llevo a un lugar apartado de la cocina. —¿Estás enamorada de Branimir? —Si Marie y no lo puedo evitar —Marie sonrío. —Clara, si pudieras ver cómo te brillan los ojos, tenía tanto tiempo que no los veía tan resplandecientes ¡Bendita la hora que ese hombre llego a esta casa! —Gracias, Marie, sabes que eres una madre para mí. —¿Él lo sabe? ¿Sabe que lo amas? —Si Marie, creo que por lo que acaba de suceder ya iniciamos una relación —Clara sonrío con picardía mientras contemplaba a Branimir almorzando. El tiempo transcurrió sin ninguna novedad, la hora de descanso de Clara llego, eran las dos de la tarde y Branimir le pidió que la acompañara, el momento de sacar toda su verdad había llegado. Al estar juntos sus miradas no paraban de hablar, el amor se desbordaba a través de su lenguaje corporal. —Mi dulce Clara —susurró Branimir tocando su mano —te veo y no me canso de bendecir el desti
Caden entró sigilosamente a la habitación de su hermana. Observó a su prima Emma, que se había vuelto la sombra de Alyssa; espero el momento propicio de que su hermana se quedara sola, su deseo se volvió realidad cuando Emma se condujo hasta el cuarto de su madre para atender a su llamado. Alyssa se encontraba de espalda a la puerta, peinando a una de las costosas muñecas que decoraban su cuarto, estaba tan concentrada que no sintió los pasos de Caden. El joven se situó detrás de ella y sorpresivamente la tomó por el cuello desde atrás, Alyssa soltó la muñeca y se quedó muy callada.—¿Sabías que hay muchas formas para inducir al desmayo? La mejor técnica es por el cuello utilizando una estrangulación sanguínea que tiene muchos nombres: llave del sueño, mata león; o una estrangulación traqueal que
Angelina ya se encontraba junto a Marianne, ambas yacían recostadas en la hierba observando el cielo, buscando formas de animales en las nubes; Angelina le había contado a Marianne sobre el libro que le había estado leyendo Michael, logrando emocionar a Marianne que ya esperaba con impaciencia al muchacho para que terminara de contarle a ambas el desenlace de aquella historia. El ruido de las hojas secas al entrar al contacto con las pisadas anuncio la llegada de su anhelado visitante. Angelina se emocionó al ver a Michael venir, había tardado un poco en llegar al sitio, pero ella sabía que no era sencillo escapar de los quehaceres y él tenía muchas cosas que hacer. Marianne, que era una joven observadora, notó como reaccionaba Angelina al ver a Michael y no tuvo duda alguna de que a Angelina le atraía el muchacho. —Creí que no vendrías —manifestó con apremio la joven al verlo. —Siempre cumplo mis promesas; tardé porque tenía que cepillarle el cabello a los caballos y colocarle
Clara se arregló, colocándose otro de los trajes que eran de su propia creación, diseños que no pasaban desapercibido. No se podía negar que Clara era hermosa, aunque ella no lo notase, y no lo aceptase, ella atraía miradas por dondequiera que pasaba. Angelina se veía en el espejo contemplando cómo su mamá le arreglaba el cabello.—¿A dónde iremos en nuestro día libre? ¿Michael y su padre vendrán también?—Hija, a donde vamos no lo puede saber nadie, y cuando digo nadie también meto en ese saco a Martina y Marie. Solo iremos tú y yo —Angelina no pudo comprender el hermetismo de su madre; aun así, no pregunto más y dejó que su madre terminara de arreglarla.Horas más tarde.Clara ya se encontraba frente de la hermosa verja de la ma
—¡Qué niña tan glotona! —Exclamó una joven que aparentaba veintidós años de edad que junto a otra amasaban en una meza la masa para hacer pan.—Me gustan los dulces —le respondió Angelina con la boca llena de frutillas.—¡Jovencita, es de mala educación hablar con la boca llena! —replicó otra de las cocineras más vieja, luego le guiño el ojo.—¿Cómo te llamas? —quiso saber la mujer que aparentaba veintidós.—Me llamo Angelina.—Mi nombre es Katherine, dime ¿Con quién has venido?—Con mi madre —todas se miraron la cara.—¿Viene por empleo?—No lo sé, mi madre me dijo que no hiciera preguntas —la conversación se vio interrumpida cuando Albert llegó rápidamente por la niña.
El viento susurraba las notas de una canción lejana; melodía que había estado oculta en lo más profundo de mis remembranzas. El sonido me volvía cautivo, trayendo consigo los recuerdos de mi infancia. Sentí una lágrima recorrer mi mejilla acompañada de una tibieza que inundó mi alma, eran alegorías, partículas de mi pasado que me instaban a volar a través de ellos y recuperar el origen de mi existencia, donde fui tan feliz, donde aún dominaba la inocencia… En esa cúspide de mis pensamientos, la voz de mi madre resucito de entre los fantasmas de mi mente: “si no te amas a ti mismo no podrás amar a otras personas, el primer paso está en la aceptación” cerré los ojos al recordarlo, y mis labios se despegaron para pronunciar un nombre… Angelina. Michael Benedict Davenport, duque de St Moritz. Dos semanas después. El sol ya había despuntado, llenando de luz la hermosa mansión, Clara se levantó más temprano que de costumbre, Martina y Marie se sorprendieron al verla con la cocina ya or
—Oh Alice, mira lo que te ha hecho el odio ¡Te ha dañado! Te ha vuelto una mujer insensible y enferma de venganza—No niña estás equivocada, el odio es mi mejor amigo, me dio fortaleza cuándo todos me daban la espalda —le contestó la bruja acercándose con pasos amenazadores, Sarah no se inmutó y se mantuvo firme, en el olor de aquella mujer pudo ver las tinieblas y la corrupción de los hombres. Sarah apeló al corazón de Alice, ella no perdía la esperanza que en algún lugar aislado del que ahora era su alma oscura, aún latía un poco de la bondad que una vez habito en aquel ser humano.—He venido a pedirte que liberes al pueblo de tu maldición.—Perdiste tu viaje, porque eso no pasará.—¿No crees que ya fue suficiente?—¡No ha sido suficientemente! Los veré arder eternamente en el fuego de mi odio.—No ganas nada con ese castigo, al contrario, te vuelve una esclava.—Siempre he sido esclava, pero lo disfruto —Alice soltó una carcajada, luego su lengua comenzó a salir de su boca como la